De magdalenas, sentidos y lenguaje poético, por Raúl Molina

El narrador de Por el camino de Swann, la primera de las novelas que compone la heptalogía de Marcel Proust En busca del tiempo perdido, recuerda su infancia al comer una magdalena con una taza de té, pues la textura y el aroma de ella le recuerdan a aquella época en la que viajaba con sus padres a casa de su tía Leoncia. Podemos leer esto desde el siguiente punto de vista: la memoria sensorial es la más duradera y fiable, mientras que otros tipos de recuerdos que articulamos alrededor del lenguaje pueden verse afectados por las deficiencias de este para plasmar la realidad. ¿Qué sabor tiene un tomate?, ¿A qué huelen las naranjas? Es complicadísimo lograr describir estas sensaciones, sin embargo, en cuanto percibimos un sabor similar al de un tomate en alguna comida nos damos cuenta, al igual que si olemos algo similar a una naranja. Es una clara prueba de que nuestra memoria sensorial no nos traiciona, mientras que aquella basada en el estudio, por ejemplo, sí lo hace; todos hemos tenido experiencias de este tipo delante de los exámenes: “¡Ojalá pudiera comerme los apuntes entonces!”, me dijo un amigo el día en que le explicaron esto de la magdalena, a lo que yo respondí “No te va a servir de nada, pero si los versificas dándoles un ritmo y/o una rima los podrás aprender mucho más fácil”. Por supuesto, todo quedó en una anécdota, pues al final no versificó sus notas de clase y mucho menos –gracias a Dios- se las comió.

¿Por qué nos es más fácil recordar aquello que guarda un ritmo marcado o que se establece sobre una determinada rima? Muy sencillo, porque nuestra memoria sensorial auditiva capta esas ideas de forma mucho más sencilla, y lo que es más importante, no las olvida con facilidad. Por esta razón surge el lenguaje poético, pues es más sencillo recordar y enseñar la religión, los mitos, las labores agrícolas, la historia de los pueblos…, a través de las estructuras de la poesía. Tendemos a pensar que nuestros antepasados no eran inteligentes y que todo lo que hoy sabemos lo hemos descubierto desde hace unos pocos años, sin embargo, esto es una de las mayores falacias que podemos imaginar. Los pueblos antiguos usaban un lenguaje basado en rimas y ritmos para transmitir los conocimientos de forma oral creando unos primitivos poemas, alguno de los cuales ha llegado hasta nuestros días. Ya los antiguos egipcios, más de dos mil años antes de Cristo, usaban lenguaje escrito en forma de poesía para plasmar cantos de labor y religiosos y unos cinco siglos después los sumerios lo usaron para la creación del primer gran poema épico del que tenemos noticia, La epopeya de Gilgamesh. Los griegos no eran tontos, de ahí que hicieran lo mismo con otros cantos épicos como La Odisea o La Ilíada. También los latinos la usaron para plasmar su mitología y también para informar acerca de las labores agrícolas, como bien hizo Virgilio en Las Geórgicas, como podemos ver en el siguiente fragmento extraído del Canto II:

El paso de las estaciones en el campo

No hay descanso para él hasta que el año abunde
en frutos, crías y haces de espigas, y cubra
los surcos de cosecha, y rompa los graneros. 
Viene el invierno: la aceituna de Sición 
se tritura en las prensas; vuelven los cerdos 
inflados de bellota; las selvas dan madroños; 
frutos varios ofrece el otoño; allá arriba, 
en las rocas, al sol, la vendimia madura.
Entre tanto, sus dulces hijos lo abrazan,
guarda el pudor su casta casa y, llenas 
de leche, cuelgan las ubres de sus vacas; 
sobre el ameno césped se embisten entre sí 
pingües cabritos. Y él celebra los días festivos, 
y, tendido en la hierba, donde arde el fuego 
ritual y sus amigos enguirnaldan las cráteras, 
libando te invoca, Leneo; después propone un juego 
de veloz jabalina a los guardianes del rebaño: 
el blanco será un olmo; y los robustos cuerpos 
muestran su desnudez en la agreste palestra.

Por tanto, vemos como el lenguaje poético se crea con unos fines prácticos: transmitir unos conocimientos básicos de forma oral de unas generaciones a otras en unas épocas en las que la información no se podía almacenar como hoy en día en libros, apuntes…, lo que hacía que fuera necesario un lenguaje que facilitara el aprendizaje. Para ello se basaron en la memoria auditiva, creando el lenguaje poético, que con el paso de los siglos se irá convirtiendo, como podemos ver en la pequeña relación de obras anterior, en un objeto artístico.

 Ahora que sabemos de dónde viene el lenguaje poético y por qué se crea, vamos a pasar a hablar de él. En primer lugar, y saltando a la poesía en lengua española, podemos afirmar la existencia de un lenguaje poético canónico creado a partir de la ruptura con el lenguaje natural y que persigue una voluntad de estilo. Pese a la gran tradición poética en lengua española que tenemos asimilada, nos es bastante complicado definirlo con precisión –podemos dar ideas, como que es rimado, con metros regulares…-, sin embargo, gracias a aquella tradición nos es sencillo identificarlo del resto de lenguajes y distinguirlo de otras variantes que de él se han hecho a lo largo del tiempo. Demos ahora la voz a los poetas para ejemplificar este hecho, creando una línea que vaya de la poesía medieval española hasta nuestros días:

SIGLO XV
Serranilla V: Menga de Manzanares
 (Íñigo López Mendoza, Marqués de Santillana) 

Por todos estos pinares 
nin en Navalagamella,
no vi serrana más bella
que Menga de Mançanares.

    Desçendiedo yelmo a yuso,
cóntral Bovalo tirando
en esse valle de suso,
vi serrana estar cantando;
saluéla, segund es uso, 
e dixe: "Serrana, estando
oyendo, yo non me excuso
de fazer lo que mandares".

    Respondióme con ufana:
"Bien vengades, cavallero;
¿quién vos trae de mañana
por este valle señero?,
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.

    Pero ya, pues la ventura
por aquí vos ha traydo,
convién en toda figura
sin ningund otro partido,
que me dedes la çintura,
o entremos a braz partido;
ca dentro en esta espesura
vos quiero luchar dos pares".

    Desque vi que non podía, 
partíme dallí sin daña,
como aquel que non sabía 
de luchar arte nin maña;
con muy grand malenconía, 
arméle tal guardamaña,
que cayó con su porfía
çerca de unos tomellares.
SIGLO XVI
Soneto XIII 
(Garcilaso de la Vega)

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado!, ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!
SIGLO XVII
Desconfianza de sus versos 
(Lope de Vega)

Los que en sonoro verso y dulce rima
hacéis conceto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima,

oíd de un caos la materia prima
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta,
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.

Estas, en fin, reliquias de la llama
dulce que me abrasó, si de provecho
no fueren a la venta, ni a la fama,

sea mi dicha tal, que, a su despecho,
me traiga en el cartón quien me desama
que basta por laurel su hermoso pecho.
SIGLO XVIII
A la muerte de Filis 
(José de Cadalso)

Mientras vivió la dulce prenda mía,   
 Amor, sonoros versos me inspiraste;   
 obedecí la ley que me dictaste,   
 y sus fuerzas me dio la poesía.   
 
 Mas, ay, que desde aquel aciago día  
 que me privó del bien que tú admiraste,   
 al punto sin imperio en mí te hallaste,   
 y hallé falta de ardor a mi Talía.   
 
 Pues no borra su ley la Parca dura   
 (a quien el mismo Jove no resiste),   
 olvido el Pindo y dejo la hermosura.   
 
 Y tú también de tu ambición desiste,   
 y junto a Filis tengan sepultura   
 tu flecha inútil y mi lira triste. 
PRIMERA PARTE DEL SIGLO XIX
La despedida
(Leandro Fernández de Moratín) 

Nací de honesta madre: diome el Cielo   
 fácil ingenio en gracias, afluente:   
 dirigir supo el ánimo inocente   
 a la virtud, el paternal desvelo.   
 
 Con sabido estudio, infatigable anhelo,  
 pude adquirir coronas a mi frente:   
 la corva escena resonó en frecuente   
 aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.   

 Dócil, veraz: de muchos ofendido,   
 de ninguno ofensor, las Musas bellas  
 mi pasión fueron, el honor mi guía.   
 
 Pero si así las leyes atropellas,   
 si para ti los méritos han sido   
 culpas; adiós, ingrata patria mía. 
SEGUNDA PARTE DEL SIGLO XIX
En su cárcel de espinos y rosas
 (Rosalía de Castro) 

En su cárcel de espinos y rosas
Cantan y juegan mis pobres niños,
Hermosos seres, desde la cuna
Por la desgracia ya perseguidos.

 En su cárcel se duermen soñando
Cuan bello es el mundo cruel que no vieron,
Cuan ancha la tierra, cuan hondos los mares,
Cuan grande el espacio, qué breve su huerto.

 Y le envidian las alas al pájaro
Que traspone las cumbres y valles,
Y le dicen: — ¿Qué has visto allá lejos,
Golondrina que cruzas los aires?—

 Y despiertan soñando, y dormidos
  Soñando se quedan,
Que ya son la nube flotante que pasa,
O ya son el ave ligera que vuela,
Tan lejos, tan lejos del nido, cual ellos
De su cárcel ir lejos quisieran.
 —¡Todos parten! —exclaman—. ¡Tan sólo,
Tan sólo nosotros nos quedamos siempre!
¿Por qué quedar, madre, por qué no llevarnos
Donde hay otro cielo, otro aire, otras gentes? —

 Yo, en tanto, bañados en llanto mis ojos,
Los miro en silencio, pensando: —En la tierra,
¿Adonde llevaros, mis pobres cautivos,
Que no hayan de ataros las mismas cadenas?
Del hombre, enemigo del hombre, no puede
Libraros, mis ángeles, la egida materna.
SIGLO XX
Me dijo un alba de la primavera
 (Antonio Machado)

Me dijo un alba de la primavera:
—Yo florecí en tu corazón sombrío
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino.
  Tu corazón de sombra, ¿acaso guarda
el viejo aroma de mis viejos lirios?
¿Perfuman aun mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino?
  Respondí a la mañana:
—Sólo tienen cristal los sueños míos.
Yo no conozco el hada de mis sueños,
ni sé si está mi corazón florido.
  Pero si aguardas la mañana pura
que ha de romper el vaso cristalino,
quizás el hada te dará tus rosas;
mí corazón, tus lirios.
SIGLO XXI
De oro fino es este río
(Ignacio Pagés Larruy)

De oro fino es este río
y de plata el verde árbol,
tintineante luz de luna
deja este sol en los álamos.
Del chopo cuelgan estrellas
y su alma es como de mármol.

Las noches de primavera,
en las que sueño los sábados,
tienen inscrita una letra
y un ritmo joven marcado.

Los valses cantan al sol,
que muere y padece airado
la mirada de aquel joven
bajo el álamo abrazado.
Y el girasol se encapucha
cuando queda sin amado.

Los gladiolos que son sangre
nacen siendo como un canto
y son el signo visible
de un amor apasionado,
que cantó en noches de luna
bajo este sol de los álamos. 

Por supuesto, vemos importantes diferencias entre ellos a causa de las modas imperantes durante cada época, sin embargo, hay algo que subyace a todos, esa cadencia lingüística canónica que todos identificamos con el lenguaje poético tradicional.

Sin embargo, a partir del siglo XX van a surgir diferentes formas de ruptura con este lenguaje. En primer lugar, el inicio de la vanguardia durante el primer tercio de siglo XX es clave, pues gran parte de su poética se va a basar en la ruptura del lenguaje poético a través de procedimientos diversos como el oscurecimiento de las formas, la experimentación con estas, experimentación con el lenguaje…, en algo que podemos llamar la subversión lingüística y formal de la vanguardia.

Todo ello llevará a la creación de verdaderas obras rupturistas de poesía visual, como los caligramas, que llevan al extremo la experimentación formal con el lenguaje poético. Por ejemplo, podemos fijarnos en el siguiente de Vicente Huidobro titulado “Camino paralelo”:

También hay otra línea experimental que circula por caminos más cercanos a la experimentación lingüística que a la formal, pero que también se separa del lenguaje más tradicional a través de procedimientos sintácticos –orden oracional, experimentación con la puntuación…-, de oscurecimiento del verso, utilización de imágenes irracionales… Cultivadores de este tipo de poesía fueron gran parte de los miembros de la Generación del 27 –llamada así porque se reunieron ese año para conmemorar el 300 aniversario de la muerte de Luis de Góngora, lo cual no es de extrañar, pues es bien sabido del oscurantismo de su poesía basado juegos de palabras, paronomasias, hipérbatos…- a la que perteneció Federico García Lorca, cuya obra Poeta en Nueva York es una de las más características:

Nacimiento de Cristo

Un pastor pide teta por la nieve que ondula
blancos perros tendidos entre linternas sordas.
El Cristito de barro se ha partido los dedos
en los tilos eternos de la madera rota. 

¡Ya vienen las hormigas y los pies ateridos!
Dos hilillos de sangre quiebran el cielo duro.
Los vientres del demonio resuenan por los valles
golpes y resonancias de carne de molusco. 

Lobos y sapos cantan en las hogueras verdes
coronadas por vivos hormigueros del alba.
La luna tiene un sueño de grandes abanicos
y el toro sueña un toro de agujeros y de agua. 

El niño llora y mira con un tres en la frente,
San José ve en el heno tres espinas de bronce.
Los pañales exhalan un rumor de desierto
con cítaras sin cuerdas y degolladas voces. 

La nieve de Manhattan empuja los anuncios
y lleva gracia pura por las falsas ojivas.
Sacerdotes idiotas y querubes de pluma
van detrás de Lutero por las altas esquinas. 

Gran parte de la poesía actual española sienta sus bases en toda esa poesía experimental de vanguardia. Buenos ejemplos de ello son parte de los comprometidos poetas de la conciencia, entre los que podemos destacar a los del colectivo Unión de Escritores del País Valenciano como Enrique Falcón, Antonio Méndez Rubio o Carlos Durá, así como muchos otros que residen fuera de Valencia como por ejemplo Olvido García Vallés o Ildefonso Rodríguez, al que pertenece el siguiente poema:

Dos eneros

Hizo cuentas dijo
en voz alta los años de sus muertos
era la última noche: las doce uvas

pulió y lijó dos cucharas de madera
la grande y la pequeña
ni olor ni sabor

los guisos del tiempo ido
crece la melancolía de los dos eneros
sueños que se olvidan turrones caídos

y una canción de Atahualpa Yupanki
¿cómo son las culebras -imaginables-
las culebras blancas que anidan en la nieve?

Por último, podemos pensar que existe otro tipo de ruptura. Habíamos dicho que el lenguaje poético se basaba en la ruptura con el lenguaje natural –aquel que utilizamos en nuestra comunicación diaria-, partiendo de esta base lo que han pensado gran parte de poetas es que para romper con la tradición tienen que aspirar a acercarse al lenguaje natural en sus obras, creando así una poesía trasparente que tiende a la máxima efectividad comunicativa entre emisor –poeta- y receptor –lector-. De nuevo podemos recurrir a otra rama de la poesía de la conciencia, a la que pertenecen escritores como Jorge Riechmann, Antonio Orihuela o David González, autor de los siguientes versos:

Tinta

Mi otro abuelo
estuvo preso en Oviedo.
En la cárcel provincial.
Después de la guerra.
Todas las mañanas
colgaban una lista
en la puerta de entrada de la cárcel.
En esa lista estaban escritos
los nombres y los apellidos
de todas las personas
a las que el día anterior
habían puesto contra el paredón
o dado muerte
mediante garrote vil.
Imagínate a tu abuela,
me decía mi padre,
sin saber leer ni escribir,
conmigo en brazos,
preguntando a gritos
a las otras mujeres
si tu abuelo
se había convertido
en tinta.

Hemos tratado de dar cuenta de los diferentes tipos de lenguaje con los que nos encontramos en la poesía. No es todo tan simple como lo hemos querido plasmar, pues aquí hemos hecho un esquema muy general –y optimista- desde el siglo XX hasta nuestros días en el que es imposible hablar de todas las características específicas. Cada poeta tiene un lenguaje propio y personal, imposible de ser copiado por mucho que otra persona base sus versos en la obra de aquel, eso sí, disfrutemos de la poesía, de todas las variedades que se han dado y que se están dando y saboreémosla para recordarla por lo que nos hace sentir. Solo así se inmortalizará en nuestra memoria y nos traerá en cada nueva lectura todo un conjunto de sensaciones, al igual que el sabor de la magdalena trasportaba al personaje de Proust por una gran red de evocaciones del pasado.

Antonio machado: paisajista y realista

El mes pasado hablé de la primera parte de la poesía de Antonio Machado en la que vimos que había un enfoque simbolista. El poeta utilizaba símbolos que tienen dos posibles interpretaciones, la literal y la simbólica. Para entender mejor esto pusimos ejemplos como el de tarde, que además de la interpretación de parte final del día podía hacer referencia también al final de la vida. A su vez, hicimos una relación de todo esto con el modernismo, corriente literaria en la que podemos ubicar esta primera parte de la poesía machadiana. Por último, también hicimos referencia a la publicación en 1912 de Campos de Castilla, un nuevo libro en el que la poética de Machado variaba desde ese simbolismo íntimo del que hablábamos el mes pasado a una visión mucho más realista que se materializaba en la descripción del paisaje castellano.     

Como ya hemos apuntado, Campos de Castilla aparece publicado en 1912, cinco años después de la llegada de Machado a Soria, pero será posteriormente ampliado hasta 1917. Por esta razón en muchas ocasiones veremos como fechas de composición de la obra 1907-1917. En relación a la vida de Machado durante estos años, podemos decir que está inmerso en una etapa complicada en 1912, ya que su joven esposa Leonor Izquierdo cae gravemente enferma. Ese mismo año morirá y Machado abandonará Soria, un lugar cargado de recuerdos, para volver a su Andalucía natal, concretamente a Baeza, donde será profesor de Gramática francesa. Por tanto, en la primera edición de este poemario no va a haber referencias a la muerte de su amada, sin embargo, en las ampliaciones realizadas hasta 1917 sí que se van a incluir poemas de lamento, así como poemas dedicados a las tierras andaluzas, a donde vuelve en 1912.

Pasemos ahora a hablar un poco de esa variación temática que se da en la poesía de Machado: Va a producirse un paso desde la poesía de corte íntimo en la que el poeta va a mirar en su interior y va a hablar de sus propias preocupaciones, de esas galerías del alma, en un tono simbólico hasta una nueva poesía de corte realista y objetivo en la que va a predominar la descripción del paisaje castellano sin la utilización de elementos simbolistas. Podemos resumirlo diciendo que va a ser una poesía de abertura hacia el mundo exterior, “contraria” a la poesía intimista predominante en aquella primera etapa. El propio Machado dijo que el contacto con el paisaje castellano empapó su alma de ellos, lo que hizo que tuviera que plasmarlos en sus poemas, creando una poesía realista y descriptiva superando el modernismo.

Vamos a pasar ahora a analizar unos cuantos poemas de Campos de Castilla en los que se pueden ver los rasgos que he nombrado anteriormente.

Primero querría nombrar el primer poema, Retrato, en el que Machado hace una descripción de su vida. No voy a analizar este poema, sino que os remito al siguiente enlace:

El mes pasado hablé de la primera parte de la poesía de Antonio Machado en la que vimos que había un enfoque simbolista. El poeta utilizaba símbolos que tienen dos posibles interpretaciones, la literal y la simbólica. Para entender mejor esto pusimos ejemplos como el de tarde, que además de la interpretación de parte final del día podía hacer referencia también al final de la vida. A su vez, hicimos una relación de todo esto con el modernismo, corriente literaria en la que podemos ubicar esta primera parte de la poesía machadiana. Por último, también hicimos referencia a la publicación en 1912 de Campos de Castilla, un nuevo libro en el que la poética de Machado variaba desde ese simbolismo íntimo del que hablábamos el mes pasado a una visión mucho más realista que se materializaba en la descripción del paisaje castellano.     

Como ya hemos apuntado, Campos de Castilla aparece publicado en 1912, cinco años después de la llegada de Machado a Soria, pero será posteriormente ampliado hasta 1917. Por esta razón en muchas ocasiones veremos como fechas de composición de la obra 1907-1917. En relación a la vida de Machado durante estos años, podemos decir que está inmerso en una etapa complicada en 1912, ya que su joven esposa Leonor Izquierdo cae gravemente enferma. Ese mismo año morirá y Machado abandonará Soria, un lugar cargado de recuerdos, para volver a su Andalucía natal, concretamente a Baeza, donde será profesor de Gramática francesa. Por tanto, en la primera edición de este poemario no va a haber referencias a la muerte de su amada, sin embargo, en las ampliaciones realizadas hasta 1917 sí que se van a incluir poemas de lamento, así como poemas dedicados a las tierras andaluzas, a donde vuelve en 1912.

Pasemos ahora a hablar un poco de esa variación temática que se da en la poesía de Machado: Va a producirse un paso desde la poesía de corte íntimo en la que el poeta va a mirar en su interior y va a hablar de sus propias preocupaciones, de esas galerías del alma, en un tono simbólico hasta una nueva poesía de corte realista y objetivo en la que va a predominar la descripción del paisaje castellano sin la utilización de elementos simbolistas. Podemos resumirlo diciendo que va a ser una poesía de abertura hacia el mundo exterior, “contraria” a la poesía intimista predominante en aquella primera etapa. El propio Machado dijo que el contacto con el paisaje castellano empapó su alma de ellos, lo que hizo que tuviera que plasmarlos en sus poemas, creando una poesía realista y descriptiva superando el modernismo.

Vamos a pasar ahora a analizar unos cuantos poemas de Campos de Castilla en los que se pueden ver los rasgos que he nombrado anteriormente.

Primero querría nombrar el primer poema, Retrato, en el que Machado hace una descripción de su vida. No voy a analizar este poema, sino que os remito al siguiente enlace: Análisis poético: «Retrato», de Antonio Machado | El Olmo (wordpress.com) Ancrugon ha hecho un muy buen análisis de este poema que os ayudará a entenderlo perfectamente. Tan solo decir que este poema es una perfecta carta de presentación del poeta, de ahí que esté colocado en primera posición.

Ancrugon ha hecho un muy buen análisis de este poema que os ayudará a entenderlo perfectamente. Tan solo decir que este poema es una perfecta carta de presentación del poeta, de ahí que esté colocado en primera posición.

ORILLAS DEL DUERO

¡Primavera soriana, primavera
humilde, como el sueño de un bendito,
de un pobre caminante que durmiera
de cansancio en un páramo infinito!
¡Campillo amarillento,
como tosco sayal de campesina,
pradera de velludo polvoriento
donde pace la escuálida merina!
¡Aquellos diminutos pegujales
de tierra dura y fría,
donde apuntan centenos y trigales
que el pan moreno nos darán un día!
Y otra vez roca y roca, pedregales
desnudos y pelados serrijones,
la tierra de las águilas caudales,
malezas y jarales,
hierbas monteses, zarzas y cambrones.
¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!
¡Castilla, tus decrépitas ciudades!
¡La agria melancolía
que puebla tus sombrías soledades!
¡Castilla varonil, adusta tierra;
Castilla del desdén contra la suerte,
Castilla del dolor y de la guerra,
tierra inmortal, Castilla de la muerte!
Era una tarde, cuando el campo huía
del sol, y en el asombro del planeta,
como un globo morado aparecía
la hermosa luna, amada del poeta.
En el cárdeno cielo vïoleta
alguna clara estrella fulguraba.
El aire ensombrecido
oreaba mis sienes y acercaba
el murmullo del agua hasta mi oído.
Entre cerros de plomo y de ceniza
manchados de roídos encanares,
y entre calvas roquedas de caliza,
iba a embestir los ocho tajamares
del puente el padre río,
que surca de Castilla el yermo frío.
¡Oh Duero, tu agua corre
y correrá mientras las nieves blancas
de enero el sol de mayo
haga fluir por hoces y barrancas;
mientras tengan las sierras su turbante
de nieve y de tormenta,
y brille el olifante
del sol, tras de la nube cenicienta!...
¿Y el viejo romancero
fue el sueño de un juglar junto a tu orilla?
¿Acaso como tú y por siempre, Duero,
irá corriendo hacia la mar Castilla?
Ríos Duero al paso por Soria

En este poema el Duero se va a convertir en el protagonista principal de esa solitaria tierra soriana. Va a iniciar el poema haciendo una alusión a la primavera para pasar a describir el paisaje castellano, luego hará un paréntesis en el que nos habla de la historia de Castilla para continuar después describiendo de nuevo el paisaje. Para finalizar, aparece el Duero en un paisaje nocturno con la Luna como espectadora de excepción de cómo el Río hiende la tierra castellana y la lleva hacia el mar. Este poema pertenece a aquellos dedicados al paisaje castellano de la primera parte del poemario.

RECUERDOS

¡Oh Soria! , cuando miro los frescos naranjales
cargados de perfume, y el campo enverdecido,
abiertos los jazmines, maduros los trigales,
azules las montañas y el olivar florido;
Guadalquivir corriendo al mar entre vergeles;
y al sol de abril los huertos colmados de azucenas,
y los enjambres de oro, para libar sus mieles
dispersos en los campos, huir de sus colmenas;
yo sé la encina roja crujiendo en tus hogares,
barriendo el cierzo helado tu campo empedernido;
y en sierras agrias sueño— ¡Urbión, sobre pinares!
¡Moncayo blanco, al cielo aragonés erguido!—.
Y pienso: Primavera, como un escalofrío
irá a cruzar el alto solar del romancero,
ya verdearán de chopos las márgenes del río.
¿Dará sus verdes hojas el olmo aquel del Duero?
Tendrán los campanarios de Soria sus cigüeñas,
y la roqueda parda más de un zarzal en flor;
ya los rebaños blancos, por entre grises peñas,
hacia los altos prados conducirá el pastor.
¡Oh, en el azul, vosotras, viajeras golondrinas
que vais al joven Duero, zagales y merinos,
con rumbo hacia las altas praderas numantinas,
por las cañadas hondas y al sol de los caminos;
hayedos y pinares que cruza el ágil ciervo;
montañas, serrijones, lomazos, parameras,
en donde reina el águila, por donde busca el cuervo
su infecto expoliario; menudas sementeras
cual sayos cenicientos; casetas y majadas
entre desnuda roca; arroyos y hontanares
donde a la tarde beben las yuntas fatigadas;
dispersos huertecillos, humildes abejares! ...
¡Adiós, tierra de Soria; adiós el alto llano
cercado de colinas y crestas miliares,
alcores y roquedas del yermo castellano,
fantasmas de robledos y sombras de encinares!
En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.
Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,
por los floridos valles, mi corazón te lleva.

En el tren, abril de 1912

Podemos decir que este es un poema de transición entre dos partes que se diferencian muy bien en el libro. La primera corresponde a todos aquellos poemas escritos durante su estancia en Soria, siendo Orillas del Duero un claro ejemplo de ellos, mientras que la segunda parte está formada por los poemas escritos durante su estancia en Baeza. Este, como podemos ver en la firma al final del poema, está escrito en el tren que lo llevó de Soria a Baeza. Vemos como al inicio aparece descrito el paisaje andaluz hasta el verso 8 para luego pasar a describir el paisaje castellano recordado (Duero, Moncayo, Urbión…). Al final del poema aparece una preciosa despedida a la tierra donde encontró el amor y lo acogió durante estos años, y cuyo recuerdo se lleva en el corazón hacia la tierra que lo vio nacer.

CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza.
Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya no puedo caminar con ella!

Este pertenece ya a la parte de poemas dedicados a la descripción del paisaje andaluz. Aparece la visión que tiene Machado de Baeza y su paisaje durante el final del día: “La Luna está subiendo”. El inicio de la noche concuerda con la pena y la melancolía que siente el poeta por el paisaje de Numancia y sobre todo por la pérdida de su mujer. Es muy interesante ver como introduce contrastes entre características positivas y negativas: “El río va corriendo / entre las sombrías huertas”. Además, vemos como aparece el Guadalquivir, cuya descripción no tiene nada que ver con la mitificada del Duero, ya que aquel es “un alfanje rojo / y disperso, reluce y espejea” (De nuevo aparece un contraste entre los dos versos de la descripción). En definitiva, vemos como el paisaje andaluz tiene unos ecos negativos contrarios a lo positivo y mitificado que hemos visto en las descripciones del paisaje castellano que hizo años atrás.

Catedral de Baeza
25

Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.

Aquí nos encontramos ante un poema en los que apare una descripción de Soria imaginada, recordada. Dice que su corazón todavía vaga por las tierras sorianas entre esos paisajes castellanos que rodean al río (Duero) y al Moncayo por donde paseaba de la mano con Leonor. Al final, en una dura estrofa, plasma la soledad que vive en su tierra natal, por donde “voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo”.

Al final, he querido incluiros una versión musical de un poema de Machado incluido en este libro titulado La saeta. Casi todos conoceréis el impresionante disco de Serrat Dedicado a Antonio Machado, poeta en el que aparece esta versión musical junto a otras 10 versiones de otros poemas y una canción dedicada al poeta sevillano escrita por el mismo Serrat que se titula En Collioure. A los que no lo conozcáis os lo recomiendo encarecidamente.

Por último os dejo un enlace para que todos los que estéis interesados en leer algo más de Machado. En esta página que depende de Wikipedia están digitalizados todos los textos poéticos de Don Antonio Machado:

http://es.wikisource.org/wiki/Antonio_Machado

Antonio Machado: Poeta simbolista.

Este mes he decidido darle un enfoque diferente a esta sección, ya que voy a tratar tan solo a un poeta, Antonio Machado.

Machado es una de las voces principales de la poesía española del siglo XX, y uno de los poetas más internacionales de las letras hispanas. Sevillano de nacimiento (1875), en el seno de una importante familia, se trasladará a Madrid en 1883. Viajó a París, la capital cultural de la época, en 1889 y 1902, donde entrará en contacto con toda la atmósfera modernista que rodea a la Villle Lumière y donde además conocerá al gran referente de modernismo literario, no solo a nivel hispanoamericano sino muy probablemente a nivel mundial, entre ellos a Rubén Darío.

En 1903 publica Soledades, que será revisado y publicado de nuevo en 1907 junto a otros poemarios con el título de Soledades. Galerías. Otros poemas. Ese mismo año se traslada a Soria, como profesor de instituto, donde conocerá a la joven Leonor Izquierdo, su futura mujer. Ella muere tres años después, lo que influirá notablemente en su devenir poético. En 1912 publica Campos de Castilla, una obra con un tono poético muy diferente al de sus publicaciones anteriores, ya que deja de lado la estética modernista para adentrarse en las descripciones de los paisajes castellanos idealizados a través de los cuales realizará una búsqueda espiritual. Publicará diversas obras durante los próximos 20 años, tanto de poesía como de teatro en colaboración con su hermano Manuel. Machado tuvo que marchar a Valencia en 1936, pero cuando la situación allí era insostenible para La República se fue a Barcelona junto a su anciana madre, en un difícil viaje por esa España dividida por una guerra, con un final más que claro, que los amenazaba de muerte a cada paso. El día 28 de enero de 1939, por la tarde, llegan a Collioure donde morirá el 22 de febrero, supuestamente de asma, dejándonos como testamento su último verso: Estos días azules y este sol de la infancia.

          A grandes rasgos, voy a tratar de mostraros la primera etapa de su poesía que se materializa en el poemario Soledades. Galerías. Otros poemas. En él, Machado se deja influir enormemente por los postulados modernistas que Darío había difundido, sin embargo su poesía tendrá un tono muy diferente, no es tan: “La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa?…” (Sonatina de Darío); sino que es más: “Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario…” (Orillas del Duero de Machado). Es decir, pese a que va a continuar jugando con los dobles significados (literal y alegórico o simbólico) no va a recurrir a esos mundos fantásticos que utiliza Darío, sino que su lenguaje va a ser lo que pasa en la calle, tal y como suena, sin una decoración excesiva (se utiliza la metáfora cuando es necesario, no por el mero hecho de decorar el poema).

          Como veremos posteriormente en los poemas es muy interesante el simbolismo, es decir, Machado va a utilizar toda una serie de símbolos muy repetidos en sus composiciones que tienen dos significados, uno literal y uno simbolista o alegórico. Por ejemplo, cuando nos habla de la noria se refiere en una primera lectura al objeto físico, pero si ahondamos más en el símbolo nos daremos cuenta que representa la monotonía o el paso del tiempo. Ello va a hacer que podamos hacer dos lecturas del poema: la primera literal, lo que estamos leyendo tal y como lo estamos leyendo; la segunda la simbólica, en la que deberemos pensar qué significado tiene cada uno de los símbolos que utiliza.

          Por último, es muy importante resaltar que las poesías modernistas van a tratar de poner a los cinco sentidos en marcha mientras se está leyendo. Por ejemplo, el cromatismo será muy utilizado, es decir, la utilización de palabras o elementos que nos remiten a los colores, que tendrán también sus propios significados simbólicos.

          Por tanto, vamos a jugar a descifrar a Machado partiendo de lo que os acabo de decir y de los significados de los siguientes símbolos:

Tarde, crepúsculo: El final del día se equipara al final de la vida; edad adulta; vejez.

Imagen tras el vidrio: Imagen no real, soñada, onírica

Camino: Camino de la vida

Morado: Muerte

Negro: Muerte

Blanco: Pureza o muerte

Agua: Si corre como en un río es la vida. Si está parada es la muerte.

Fuente: Puede ser la vida o la muerte

Galerías: Galerías del alma

Mañana: El nuevo renacer; la vida; la juventud;

París a principios del siglo XX
SOLEDADES: Poema XV

La calle en sombra. Ocultan los altos caserones
el sol que muere; hay ecos de luz en los balcones.
¿No ves, en el encanto del mirador florido,
el óvalo rosado de un rostro conocido?
La imagen, tras el vidrio de equívoco reflejo,
surge o se apaga como daguerrotipo viejo.
Suena en la calle sólo el ruido de tu paso;
se extinguen lentamente los ecos del ocaso.
¡Oh angustia! Pesa y duele el corazón... ¿Es ella?
No puede ser.. Camina... En el azul, la estrella.

Lo más interesante de este poema es el aura de misterio que lo rodea, muy del gusto romántico, corriente que influyó a los modernistas, pese a que en muchos casos se empeñaran en negarlo. En esa primera lectura literal del poema se nos cuenta como una persona ve a través de un cristal la imagen de una mujer que desaparece como si de un mero reflejo se tratara. En la segunda lectura podemos ir un poco más lejos: vemos como nos sitúa en un primer momento en una calle en sombra mientras la tarde está cayendo, es decir, unos claros símbolos negativos (esta aura negativa es refrendada por el léxico del poema: daguerrotipo viejo, ecos del ocaso, angustia….). Allí es donde el protagonista  parece haber visto la imagen de una mujer que se desvanece si dejar rastro a través de un cristal, dejándolo de nuevo solo en la calle donde tan solo queda el ruido de sus pisadas. En los dos últimos versos se lamenta, su angustia y pesadumbre han hecho que piense que el mero reflejo de la Luna o de una estrella en el cristal le haya parecido su amada. En definitiva, nos encontramos ante un poema de difícil interpretación en el que lo que prima por encima de todo es el misterio que lo rodea y el romanticismo que emana.

Comitiva fúnebre de Antonio Machado en Collioure
DEL CAMINO: Poema XIII

Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
En la glorieta en sombra está la fuente...
con su alado y desnudo Amor de piedra,
que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta.

De nuevo el simbolismo es clave a la hora de entender este poema. En primer lugar, nos está describiendo literalmente un paisaje crepuscular en el que tras un cipresal hay una glorieta sombreada donde reposa el agua en una taza de mármol. Por supuesto, el poema no tiene únicamente esta simple lectura, sino que podemos verlo desde el punto de vista simbólico y comprobaremos que nos remite a  la muerte: en el primer verso se hacen constantes referencias al color morado, que representa la muerte; en el segundo más de los mismo pero en este caso con el color negro y el cipresal (árbol que como sabemos suele estar en los cementerios); en el tercero cambia y se centra en una glorieta en sombra donde nos dice que hay una fuente (la fuente puede simbolizar la vida, pero también la muerte si el agua está estancada); en el cuarto nos habla de un amor de piedra (la piedra también es lo estático y en muchos casos la muerte) que puede que ser una estatua de Cupido; en el quinto nos habla de la existencia de una taza marmórea, es decir, de color blanco, el cual representa en este caso no representa la pureza sino la muerte; por último, en el sexto se reafirma esa idea, ya que aparece el agua reposada, de la que dice de forma explícita que está muerta.

GALERÍAS: Poema X
 
Y nada importa ya que el vino de oro 
rebose de tu copa cristalina, 
o el agrio zumo enturbie el puro vaso... 
 Tú sabes las secretas galerías 
del alma, los caminos de los sueños, 
y la tarde tranquila 
donde van a morir... Allí te aguardan 
las hadas silenciosas de la vida, 
y hacia un jardín de eterna primavera 
te llevarán un día.

Este breve poema está lleno de elementos simbólicos. Poe ejemplo, en la primera estrofa se hace referencia a lo sensorial, sobre todo a partir de los colores, aunque también con el gusto (agrio zumo). En esa misma estrofa es interesante el contraste entre el vino de oro y el agrio zumo, es decir, lo positivo y lo negativo, que nos dirá que nada importa. No importa nada porque el poeta sabe ya los secretos de las galerías del alma, es decir, conoce la verdad de la vida y de los sueños (esto último un elemento de clara influencia romántica). Al final del poema parece hacer referencia a la muerte a través de elementos religiosos como el jardín de eterna primavera. En resumen, parece querer expresar que al yo poético no debe importarle nada cuando ya conoce la verdad de la vida y los sueños; ni siquiera se debe preocupar por la muerte hacia la que inevitablemente se dirige, ya que para él será un jardín de eterna primavera.

Por último, os dejo unos poemas sin analizar para que los disfrutéis vosotros mismos y les deis vuestras propias interpretaciones.

SOLEDADES: Poema XI

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
- La tarde cayendo está-.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón".

 Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

 La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.

 Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada".
DEL CAMINO: Poema II

Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...
— ¡Mi hora! ...—grité. El silencio
me respondió: —No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.
Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja,
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.
DEL CAMINO: Poema XVI

Al borde del sendero un día nos sentamos.
Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita
son las desesperantes posturas que tomamos
para aguardar... Mas ella no faltará a la cita.

Machado, Antonio

Antonio Machado fue un poeta, dramaturgo y narrador español, nacido en Sevilla en 1875 y fallecido en Colliure, Francia, en 1939. Es considerado uno de los representantes más destacados de la generación del 98, un grupo de escritores que se preocuparon por la situación política, social y cultural de España a finales del siglo XIX y principios del XX. Su obra poética se caracteriza por una evolución desde el modernismo y el simbolismo hacia un intimismo personal y una reflexión filosófica sobre la existencia y la realidad española. Entre sus obras más importantes se encuentran Soledades. Galerías. Otros poemas (1907), Campos de Castilla (1912), Nuevas canciones (1924) y Juan de Mairena (1936). También escribió teatro en colaboración con su hermano Manuel, destacando obras como La Lola se va a los puertos (1929) o La duquesa de Benamejí (1932). Machado fue un hombre comprometido con su tiempo y con la República Española, participando activamente en el Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura durante la Guerra Civil. Su muerte en el exilio fue un símbolo del drama de la España dividida. Su poesía ha sido reconocida como una de las más influyentes y universales de la literatura española