Apuntes sobre el canon literario

Cuadro blanco sobre fondo blanco. Kazimir Malevich

“El canon, una palabra religiosa en su origen, se ha convertido en una elección entre textos que compiten para sobrevivir, ya se interprete esta elección como realizada por grupos sociales dominantes, instituciones educativas, tradiciones críticas o, como hago yo, por autores de aparición posterior que se sienten elegidos por figuras anteriores concretas” (Bloom, 1995: 30)

Es decir, es una selección de los mejores y más importantes textos literarios cuya auténtica cuestión es: “¿Qué debe leer el individuo que desea leer en este momento de la historia?” (Bloom, 1995: 25). Por supuesto, el canon universal sería inmenso, ya que se unirían las tradiciones occidentales, orientales…, por eso cuando se hacen estudios sobre él se centran en alguno de sus puntos, cuya suma total formaría el canon occidental. Aquí tan solo queremos dar una pequeña visión del concepto de canon, centrándonos en el occidental al que pertenece nuestra cultura y hablando al final de la poesía española actual en relación al canon poético.

Empezaremos diciendo que el canon debe existir, es inevitable “porque somos mortales y nuestro tiempo es limitado” (Bloom, 1995: 40) lo que hace que debamos seleccionar nuestras lecturas, y que mejor forma de hacerlo que acudir a un compendio de las más influyentes e importantes de la historia. Pero la cuestión va más allá, pues no solo es inevitable que exista para ofrecernos una guía cultural sobre la que asentar nuestro saber literario, sino que los escritores quieren de su existencia, ya que el hecho de poder llegar a formar parte de él hace que el autor sea reconocido por las posteriores generaciones y por tanto su figura quede inmortalizada; ya sabemos que nadie muere mientras alguien lo recuerda. Sinceramente, siempre he pensado que a esta afirmación le falta una segunda parte que diga que incluso es posible que alguien que ha muerto siga más vivo que tú o yo. Por ejemplo, entrando ya un poco en poesía, Garcilaso de la Vega o Luis de Góngora, que mueren en 1536 y 1627 respectivamente, están mucho más vivos que la gran mayoría de nosotros, y lo estarán por muchos años más. Al fin y al cabo, es el arte la huella de nuestro paso por el mundo, y si ese arte entra en el canon, la huella se eterniza. 

Resumiendo: la entrada en el canon literario hace inmortales a los escritores; el canon inmortaliza, porque el canon hace recordar.

Ya en la Grecia Antigua, antes de la filosofía de platónica de los siglos IV y V a.C., se plasmaba esto en la poesía, por supuesto que no se hablaba de canon, pero sí de la eternidad a la que la obra de arte lleva a sus creadores: “Zeus nos ha dado un duro destino, para que en adelante seamos cantados por los hombres” afirma Homero en el canto VI de la Ilíada. Pero muchos más poetas tratan este tema, por ejemplo Teognis de Megara en estos bellos versos dirigidos a su amante Cirno, en los que afirma que no solo el poeta continuará con su canto tras la muerte, sino que se recordará por igual también al objeto poético:

Alas a ti yo te he dado; con ellas el mar infinito
y toda la tierra en un vuelo podrás recorrer
sin fatigas; en todo banquete y festejo presente
te hallarás, albergado en las bocas de muchos,
y al son de las flautas de tonos agudos los jóvenes
en rondas de amor, con bellas y suaves tonadas
te citarán. Y cuando bajo las cuevas de la sombría tierra,
a las casas de Hades llenas de lamentos,
ni siquiera entonces, aunque estés muerto perderás la fama,
sino que serás recordado entre la gente al tener un nombre inmortal,
Cirno, y vas a viajar por la tierra de Grecia y por las islas,
atravesando sobre el estéril mar rico en peces,
no sentado a lomos de caballos; sin embargo, que te llevarán
los resplandecientes dones de las Musas coronadas de violeta.
Para todos, a quienes importa, y para todos los que existirán
serás canto por igual, mientras tierra y sol (existan).
Yo sin embargo no obtengo de ti un poco de respeto,
sino que como a un niño pequeño me engañas con palabras.
Jorge Manrique

Los latinos, en gran parte deudores de la filosofía helenística incluyeron estas ideas en su arte, y por tanto, todo ello volvió a despertar posteriormente en Europa con el Renacimiento: En Castilla, Jorge Manrique en sus archiconocidas Coplas dice:

Copla 35

No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis,

(aunque esta vida de honor
tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.
William Shakespeare

Por último, tan solo un poema más que plasma estas ideas, un soneto de transición entre los siglos XV y XVI, entre Renacimiento y Barroco, escrito por uno de los mejores dramaturgos de la historia, William Shakespeare:

¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees.
Tiembla el brote de mayo bajo el viento
y el estío no dura casi nada.

A veces demasiado brilla el ojo solar
y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.

Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, ni la Muerte
se jactará de ensombrecer tus pasos

cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.

Ya sabemos una de las funciones del canon, sin embargo, surge un problema: ¿Están al mismo nivel dentro de él William Shakespeare, Jorge Manrique, Teognis de Megara y Homero? La respuesta claramente es no. Podemos explicar esto a partir de una de las bases de la Semántica Cognitiva, la teoría de prototipos, que aplicada al tema que estamos tratando quedaría así: no todos los elementos del canon se encuentran en un mismo nivel de importancia, sino que hay elementos centrales o prototípicos –obras literarias y autores más representativos y reconocidos- y otros periféricos –obras y autores reconocidos y representativos, pero no al nivel de lo anterior-. Por supuesto, dentro de los elementos periféricos algunos son más cercanos al centro del modelo, mientras que otros están más alejados. En este caso en concreto, podemos afirmar que tanto Shakespeare como Homero junto a sus más importantes obras se encuentran por méritos propios en el mismo centro del canon universal; Manrique estaría en una buena posición pero no sería prototipo como los anteriores, sin embargo sí que estaría situado en una posición más central si estamos hablando del canon poético hispánico; Teognis por su parte no ha sido tan apreciado por grupos sociales, culturales, escritores, tradiciones críticas…, que son los que crean el canon como sabemos gracias a la definición de Bloom, por lo que su posición es muy periférica en el universal, e incluso podemos considerar que no está incluido, aunque ocuparía una mejor situación en el canon poético de la Grecia Antigua.

Esto último nos lleva a otra característica del canon: existe un Gran Canon Occidental, en mayúsculas, en el que se encuentran las obras y los escritores más importantes de la historia de la humanidad. Sin embargo, no es único, ya que cada cultura nacional tiene una visión propia del él, generándose así cánones diversos pero muy similares en cuanto a su forma y contenido. Además, cada cultura tiene su propio canon nacional en el que se recogen sus obras más importantes.

Otra característica importante es que cada época tiene un canon sincrónico determinado por los gustos y las modas culturales. Por ejemplo, es bien sabido que la Generación del 27 –Lorca, Guillén, Aleixandre, Cernuda…- encumbraron como el gran poeta de la historia de las letras hispanas a Luis de Góngora, desplazando a Garcilaso a un segundo plano, es decir, convirtieron en el prototipo por excelencia al poeta barroco y sus difíciles juegos de palabras alejando del centro al renacentista con su lenguaje más sencillo. Comparad en este sentido estos dos maravillosos poemas que describen a una mujer amada:

Luis de Góngora: Soneto LXXXVI 

De pura honestidad templo sagrado,
 cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;

pequeña puerta de coral preciado,
claras lumbreras de mirar seguro,
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles usurpado;

soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
al claro sol, en cuanto en torno gira, 
ornan de luz, coronan de belleza;

ídolo bello, a quien humilde adoro:
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta y tus virtudes reza.
Garcilaso: Soneto XXIII

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena      
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado       
cubra de nieve la hermosa cumbre;

marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre. 
Detalle de la Venus de Botticelli

Sin embargo, no todo van a ser perfecto, hay un problema que trataré de resumir siguiendo a Méndez Rubio en “¿De dónde viene la violencia al canon poético?”: el hecho de la existencia del canon hace que debamos ver la literatura en una posición maniquea: interior o exterior al canon. Actualmente, el lenguaje y la literatura han sido instrumentalizados por los estados modernos y el mercado para crear un soporte que instaure un proyecto de comunicación masivo y así realizar un control cultural de las masas, es decir, la elección de qué elementos entran en el canon la toma de forma un tanto dictatorial el “grupo social dominante” del que hablaba Bloom en su definición del inicio. El canon es, por tanto, modificado por los intereses del poder que deciden quién entra a él a través del control los grandes medios de masas sin los cuales no puedes ser conocido y por tanto no puedes ser incluido en él, lo que genera una lucha de “textos que compiten para sobrevivir” (Bloom, 1995: 30) en un campo de batalla donde reinan los intereses neoliberales. Qué mejor resumen de esto que las palabras de Chomsky, según el cual las obras masivas y canónicas actuales se convierten en “modelos de propaganda de la ideología neoliberal” (Chomsky, 1992).

 No quiero decir así que gran parte de las obras y autores que se incluyen actualmente no merezcan estar en él, sino que lo que intento reivindicar es que muchas veces a través de los elementos que entran en el canon se trata de tapar y hacer desaparecer a otras muchas grandes obras y escritores que no tienen el respaldo del poder porque lo critican duramente, como es el caso de la poesía experimental actual no basada en los dogmas del realismo: ¿Acaso las obras a las que pertenecen los poemas que aparecen posteriormente no merecen pertenecer al canon poético hispano al igual que han entrado otras muchas de Luis García Montero o Vicente Gallego?, ¿Acaso no deberían ser los propios escritores y los críticos los que decidieran qué obras merecen entrar y no los intereses del poder establecido “democráticamente”?

Antonio Orihuela

11-M

Yo me manifesté contra la guerra.
Hice todo lo que un ciudadano puede hacer contra la guerra.
Pegué carteles,
di recitales,
fui a la huelga general contra la guerra
que mi pequeño sindicato convocó contra la guerra.
Hablé, donde pude, contra la guerra.
Ahora, el gobierno de mi país en guerra
me pide que me manifieste
porque el enemigo
ha empezado a tirarnos bombas.
Querían
ir a la guerra
y sólo disparar ellos.
Enrique Falcón

España y poesía, viejita y regañadita

En mi país cocido de lejos buenamente con las tripas afuera
los poetas comen jeringuillas con leche
carne de avestruz
brotan de las cuevas con un poco de saliva
se derraman por el campo como niños sin dientes.
En mi país cuchillo en las trenzas de los buenos empresarios
no hay huelgas generales:
los poetas las evitan con un trapo en la boca
brotan de las cuevas con temblores de piel
y lamen los cercados de los hombres ricos.
En mi país castigo en periferia de los barrios más bellos
se prohíben cosas que no sean de madera:
con blancos mondadientes se arrancan los colmillos
los poetas honestos de todo el país
brotan de las cuevas con los párpados mudos
para luego calmarse con trescientos espejos
los poetas honestos de todo el país.
Mi
verdadero conflicto:
que me muerden mis versos,
que no tengo país.
Antonio Méndez Rubio

De donde vienes tú no hay esperanza
apenas sino sombra
temblando entre las hojas
noche nueva en el agua
de cuando vienes tú no hay ya futuro
y sin embargo nada
en tus manos significa renuncia
nada derrota nada arena oscura
ni nada desencuentro
nada
sabes del frío con que mi voz te espera

LIBROS CONSULTADOS:

BLOOM, H. (1995): El canon occidental, Barcelona, Anagrama.

CHOMSKY, N. (1992): Ilusiones necesarias (Control del pensamiento en las sociedades democráticas, Madrid, Libertarias.

MÉNDEZ RUBIO, A. (2004): Poesía sin rumbo, Mérida, Editora Regional de        Extremadura.

Elegía y catarsis, por Raúl Molina

En las elegías el poeta se lamenta por cualquier cosa perdida, como por ejemplo un amor, un ser querido, la vida, la ilusión, la libertad… Son poesías libres, es decir, no están atadas a la métrica ni a la rima y, además, pueden tener la longitud que el poeta necesite. En definitiva, actualmente consideramos que una poesía es una elegía por su temática, no por su forma.

Para entender en su plenitud estos poemas debemos entender la poesía como catarsis, es decir, como la purificación emocional, mental, corporal etc. del poeta. Este tiene unos fantasmas que lo atormentan, que día tras día  vienen a su mente y, para tratar de librarse y encontrarse en paz con ellos, siente la necesidad de plasmar en una hoja en blanco sus sentimientos hacia aquello que ha perdido, de realizar un poema, que es lo mejor que un poeta puede regalar. De esta forma logra su purificación y purgación sentimental, su catarsis, para así sentirse un poco más a gusto consigo mismo e intentar espantar esos fantasmas que lo atormentan.

Las primeras elegías conservadas fueron escritas por los poetas griegos arcaicos. Estas eran de temática más variada y sí que tenían una forma cerrada regida por el dístico elegíaco, formado por un hexámetro y un pentámetro. Esta forma también fue utilizada por los poetas romanos.

Ya en lengua castellana encontramos numerosos poetas que han realizado elegías entre sus composiciones desde época medieval, por ejemplo nos encontramos en el siglo XV las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique: La obra al completo es una gran elegía formada por 40 coplas en las que se lamenta, como indica el título del poemario, de la muerte de su padre, tratando además temas como el paso del tiempo (Tempus fugit), fugacidad de las glorias de la vida (Ubi sunt?)… Manrique siente la necesidad de escribir unos versos a su padre para espantar a ese fantasma del pasado que lo atormenta. Regalándole estas poesías y plasmando sus sentimientos en el papel realiza su propia catarsis que lo ayudará a sobrellevar la pérdida. Veamos una de las coplas, concretamente la I, en la que se pueden observar los temas que he dicho más arriba:

Recuerde el alma dormida, 
avive el seso e despierte 
contemplando 
cómo se passa la vida, 
cómo se viene la muerte 
tan callando; 

cuán presto se va el plazer, 
cómo, después de acordado, 
da dolor; 
cómo, a nuestro parescer, 
cualquiere tiempo passado 
fue mejor. 

Realicemos ahora un salto temporal hasta el neoclasicismo español, siglos XVIII-XIX. En esta época un importante escritor llamado Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) escribió la famosa Elegía a las musas. Para entenderla debemos saber que las musas a las que se refiere son aquellas que en Grecia eran consideradas como portadoras de inspiración a los artistas para realizar sus creaciones. También debemos saber que esta poesía fue escrita durante los últimos años de su vida en el exilio que vivió en Burdeos. Moratín va a lamentarse del paso del tiempo (tempus fugit), y de cómo durante su vida no ha podido ser constante en su labor literaria por culpa de las Guerras y los viajes alrededor de Europa. La decisión de incluir a las musas en esta elegía es porque también se lamenta de haber perdido la inspiración durante la vejez. Al final del poema, en esos versos que parecen las últimas palabras que una persona pronuncia antes de morir, deja testado que desea que sus cenizas descansen a las orillas del río Garona. De nuevo podemos ver el poema como una catarsis en el que trata de librarse del miedo al paso del tiempo, a su vez, lo atormenta la idea de  no haber escrito más obras, por lo que trata de liberarse de esos fantasmas mediante los versos de esta elegía.

ifernam001p1
ELEGÍA A LAS MUSAS

Esta corona, adorno de mi frente, 
esta sonante lira y flautas de oro
y máscaras alegres, que algún día
me disteis, sacras Musas, de mis manos
trémulas recibid, el canto acabe, 
que filera osado intento repetirle. 
He visto ya cómo la edad ligera, 
apresurando a no volver las horas, 
robó con ellas su vigor al numen. 
Sé que negáis vuestro favor divino
a la cansada senectud, y en vano
filera implorarle; pero en tanto, bellas
ninfas, del verde Pindo habitadoras, 
no me neguéis que os agradezca humilde
los bienes que os debí. Si pude un día,  
no indigno sucesor de nombre ilustre, 
dilatarle famoso, a vos file dado
llevar al fin mi atrevimiento. Solo
pudo bastar vuestro amoroso anhelo
a prestarme constancia en los afanes
que turbaron mi paz, cuando insolente, 
vano saber, enconos y venganzas 
codicia y ambición la patria mía
abandonaron a civil discordia. 
Yo vi del polvo levantarse audaces
a dominar y perecer tiranos, 
atropellarse efímeras las leyes
y llamarse virtudes los delitos. 
Vi las fraternas armas nuestros muros
bañar en sangre nuestra, combatirse
vencido y vencedor, hijos de España, 
y el trono desplomándose al vendido
ímpetu popular, De las arenas
que el mar sacude en la fenicia Gades
a las que el Tajo lusitano envuelve
en oro y conchas, uno y otro imperio, 
iras, desorden esparciendo y luto, 
comunicarse el fimeral estrago. 
Así cuando en Sicilia el Etna ronco
revienta incendios, su bifronte cima
cubre el Vesubio en humo denso y llamas, 
turba el Averno sus calladas ondas; 
y allá del Tiber en la ribera etrusca
se estremece la cúpula soberbia, 
que da sepulcro al sucesor de Cristo. 
¿Quién pudo en tanto horror mover el plectro? 
¿Quién dar al verso acordes armonías, 
oyendo resonar grito de muerte? 
Tronó la tempestad; bramó iracundo
el huracán, y arrebató a los campos
sus frutos, su matiz; la rica pompa
destrozó de los árboles sombríos; 
todas huyeron tímidas las aves
del blando nido, en el espanto mudas: 
no más trinos de amor. Así agitaron
los tardos años mi existencia, y pudo
solo en región extraña el oprimido
ánimo hallar dulce descanso y vida. 
Breve será, que ya la tumba aguarda
y sus mármoles abre a recibirme; 
ya los voy a ocupar…Si no es eterno
el rigor de los hados, y reservan
a mi patria infeliz mayor ventura, 
dénsela presto, y mi postrer suspiro
será por ella… Prevenid en tanto
flébiles tonos, enlazad coronas
de ciprés fimeral, Musas celestes; 
y donde a las del mar sus aguas mezcla
el Garona opulento, en silencioso
bosque de lauros y menudos mirtos,
ocultad entre flores mis cenizas. 

Vamos a saltar ahora hasta la primera parte del siglo XX. Durante estos años la poesía fue de una gran importancia en España. Tras la generación del 98 llegó la del 14 con Juan Ramón Jiménez a la cabeza, luego la del 27 con Lorca, Aleixandre, Dámaso Alonso… Después llegaría Miguel Hernández, ese “genial epígono” de la generación del 27 que publicaría su primer poemario en 1933. La Elegía a Ramón Sijé, que es el poema que quiero comentar, apareció publicada en 1935 en su poemario Rayo que no cesa. Para entender este poema es necesario saber que hubo una relación de amistad entre Hernández y Sijé. Ambos vivían en Orihuela y estaban apasionados por la literatura. Miguel Hernández comenzó a publicar en la revista de Sijé, pero la amistad se vio truncada por las distantes ideas políticas que tenían. El 24 de diciembre de 1935 murió Ramón Sijé, y Miguel Hernández, atormentado por no estar al lado del que había sido su amigo en sus últimos momentos, decidió dedicarle un poema, una elegía que se ha convertido en una de las obras cumbre de la poesía universal. Con el poema va a tratar de alejar a esos fantasmas que cada día vienen a su cabeza cargados de remordimientos por no haber pasado junto a Sijé muchos más momentos, de ahí que: “Quiero minar la tierra hasta encontrarte / y besarte la noble calavera / y desamordazarte y regresarte”.  Podemos estructurar el poema en tres partes: la primera formada por los seis primeros tercetos en los que se lamenta de la muerte de su amigo y muestra claros signos de dolor. Los cinco tercetos siguientes plasman la rabia que siente el poeta por la pérdida. En los últimos el tono es más relajado, ya que pese a que entiende que nunca más va a volver a estar con él físicamente, sabe que su recuerdo y su alma sí que seguirán a su lado, acompañándolo en todos aquellos sitios en los que alguna vez fueron felices juntos.

ELEGIA A RAMÓN SIJÉ 

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha 
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien 
tanto quería.) 

Yo quiero ser llorando el hortelano 
de la tierra que ocupas y estercolas, 
compañero del alma, tan temprano. 

Alimentando lluvias, caracolas 
Y órganos mi dolor sin instrumento, 
a las desalentadas amapolas 

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
que por doler me duele hasta el aliento. 

Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 
un empujón brutal te ha derribado. 

No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 
y siento más tu muerte que mi vida. 

Ando sobre rastrojos de difuntos, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 
voy de mi corazón a mis asuntos. 

Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 
temprano estás rodando por el suelo. 

No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 
no perdono a la tierra ni a la nada. 

En mis manos levanto una tormenta 
de piedras, rayos y hachas estridentes 
sedienta de catástrofe y hambrienta 

Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
quiero apartar la tierra parte 
a parte a dentelladas secas y calientes. 

Quiero minar la tierra hasta encontrarte 
y besarte la noble calavera 
y desamordazarte y regresarte 

Volverás a mi huerto y a mi higuera: 
por los altos andamios de mis flores 
pajareará tu alma colmenera 

de angelicales ceras y labores. 
Volverás al arrullo de las rejas 
de los enamorados labradores. 

Alegrarás la sombra de mis cejas, 
y tu sangre se irá a cada lado 
disputando tu novia y las abejas. 

Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado. 

A las aladas almas de las rosas... 
de almendro de nata te requiero, 
que tenemos que hablar de muchas cosas, 

compañero del alma, compañero. 

(10 de enero de 1936) 

La poesía impresa hoy en día no pasa por su mejor momento. Las ventas de poemarios son muy bajas, y poetas con grandes cualidades son completos desconocidos para el lector no especializado. Sin embargo, la  poesía se mantiene viva en las canciones de muchos de los cantautores actuales. Lo que ellos hacen es poesía, pero en lugar de publicarla en poemarios les añaden música y crean canciones que son verdaderas obras de arte. Cada uno de nosotros conoce y ha escuchado a muchos de estos exitosos cantautores, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, María del Mar Bonet, Ana Belén, Víctor Manuel, Paco Ibáñez, Lluis Llach Ismael Serrano… Ellos también han escrito y musicado elegías. Concretamente la que propongo es una de Ismael Serrano titulada “Elegía”, en la que habla sobre la dura vida de Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, famoso ladrón de esa mitificada generación perdida de la heroína de los años 80. En ella Ismael Serrano toma como modelo al Vaquilla para hablar del implacable destino que determina y marca nuestras vidas desde el momento en el que nacemos (“Antes de nacer ya eras carne de trena”). Serrano trata de trasmitir la idea de que cada uno de nosotros tiene un camino marcado del que no se puede salir. Además, la canción tiene unos tintes sociales, ya que denuncia que las prisiones no son ese modelo de reinserción que nos intentas hacer creer.

CREACIÓN LITERARIA

Todos tenemos nuestros fantasmas y buscamos la forma de liberarnos de ellos de diversas formas, la mía también es la poesía…

Noches a la intemperie,
arrozales sureños, 
viñedos tricolorados. 
Manos curtidas del esparto doblado, 
de la poda en verano. 
Nadie te dio las gracias, 
y ahora yo, 
a modo de catarsis
 te dedico estas líneas. 
Sé que es poco, 
pero por experiencia te digo
que son los pequeños detalles
los que al final se convierten
en grandes recuerdos. 

Seguro que vosotros también tenéis unos fantasmas que os atormentan, que cada día vienen a vuestra mente. ¿Habéis probado alguna vez a escribir en una hoja en blanco sobre ellos? Os lo recomiendo, puede ayudaros a conseguir espantarlos, o por lo menos puede haceros sentir mejor con vosotros mismos y hacer que sus visitas no sean tan recurrentes. Me gustaría que tratarais de pensar en estos fantasmas e intentar realizar mediante un poema vuestra propia catarsis interior. Seguro que os sentís mucho mejor después de hacerlo.

¡Ahora os toca a vosotros!