El perro llegó como siempre a las ocho de la mañana. El quiosquero le dobló el periódico, lo metió en una bolsa y se lo acercó a la boca, no sin antes regalarle una golosina que engulló con placer. Luego el perro se marchó con su alegre trotecillo perdiéndose entre la gente y el tráfico. […]
