Chacón, Dulce

Nacida en Zafra, Badajoz, el 3 de junio de 1954, Dulce Chacón fue una escritora y poetisa española que dedicó su obra a denunciar la represión franquista, especialmente la que sufrieron las mujeres. Su compromiso social se extendió a otras causas, como la defensa de los derechos humanos y el rechazo a la guerra de Irak. Su voz se apagó en Madrid el 3 de diciembre de 2003, pero su legado sigue vivo.

Su primer libro fue el poemario Querrán ponerle nombre, publicado en 1992. A este le siguieron otras obras poéticas, como Las palabras de la piedra (1993), donde recoge testimonios de mujeres encarceladas durante el franquismo, y Contra el desprestigio de la altura (1995), galardonado con el premio Ciudad de Irún. También cultivó la novela y el teatro, con títulos como Algún amor que no mate (1996), una historia de maltrato y supervivencia, Cielos de barro (2000), premio Azorín y adaptada al cine, y La voz dormida (2002), su última y más aclamada novela, que narra la vida de unas presas políticas en la posguerra.

Dulce Chacón fue una autora que supo combinar el compromiso con la belleza poética, creando obras que emocionan y conmueven. Su obra ha sido reconocida con diversos homenajes y premios que llevan su nombre. Su hermana gemela, Inma Chacón, también es escritora y ha continuado su labor literaria.

Antonio machado: paisajista y realista

El mes pasado hablé de la primera parte de la poesía de Antonio Machado en la que vimos que había un enfoque simbolista. El poeta utilizaba símbolos que tienen dos posibles interpretaciones, la literal y la simbólica. Para entender mejor esto pusimos ejemplos como el de tarde, que además de la interpretación de parte final del día podía hacer referencia también al final de la vida. A su vez, hicimos una relación de todo esto con el modernismo, corriente literaria en la que podemos ubicar esta primera parte de la poesía machadiana. Por último, también hicimos referencia a la publicación en 1912 de Campos de Castilla, un nuevo libro en el que la poética de Machado variaba desde ese simbolismo íntimo del que hablábamos el mes pasado a una visión mucho más realista que se materializaba en la descripción del paisaje castellano.     

Como ya hemos apuntado, Campos de Castilla aparece publicado en 1912, cinco años después de la llegada de Machado a Soria, pero será posteriormente ampliado hasta 1917. Por esta razón en muchas ocasiones veremos como fechas de composición de la obra 1907-1917. En relación a la vida de Machado durante estos años, podemos decir que está inmerso en una etapa complicada en 1912, ya que su joven esposa Leonor Izquierdo cae gravemente enferma. Ese mismo año morirá y Machado abandonará Soria, un lugar cargado de recuerdos, para volver a su Andalucía natal, concretamente a Baeza, donde será profesor de Gramática francesa. Por tanto, en la primera edición de este poemario no va a haber referencias a la muerte de su amada, sin embargo, en las ampliaciones realizadas hasta 1917 sí que se van a incluir poemas de lamento, así como poemas dedicados a las tierras andaluzas, a donde vuelve en 1912.

Pasemos ahora a hablar un poco de esa variación temática que se da en la poesía de Machado: Va a producirse un paso desde la poesía de corte íntimo en la que el poeta va a mirar en su interior y va a hablar de sus propias preocupaciones, de esas galerías del alma, en un tono simbólico hasta una nueva poesía de corte realista y objetivo en la que va a predominar la descripción del paisaje castellano sin la utilización de elementos simbolistas. Podemos resumirlo diciendo que va a ser una poesía de abertura hacia el mundo exterior, “contraria” a la poesía intimista predominante en aquella primera etapa. El propio Machado dijo que el contacto con el paisaje castellano empapó su alma de ellos, lo que hizo que tuviera que plasmarlos en sus poemas, creando una poesía realista y descriptiva superando el modernismo.

Vamos a pasar ahora a analizar unos cuantos poemas de Campos de Castilla en los que se pueden ver los rasgos que he nombrado anteriormente.

Primero querría nombrar el primer poema, Retrato, en el que Machado hace una descripción de su vida. No voy a analizar este poema, sino que os remito al siguiente enlace:

El mes pasado hablé de la primera parte de la poesía de Antonio Machado en la que vimos que había un enfoque simbolista. El poeta utilizaba símbolos que tienen dos posibles interpretaciones, la literal y la simbólica. Para entender mejor esto pusimos ejemplos como el de tarde, que además de la interpretación de parte final del día podía hacer referencia también al final de la vida. A su vez, hicimos una relación de todo esto con el modernismo, corriente literaria en la que podemos ubicar esta primera parte de la poesía machadiana. Por último, también hicimos referencia a la publicación en 1912 de Campos de Castilla, un nuevo libro en el que la poética de Machado variaba desde ese simbolismo íntimo del que hablábamos el mes pasado a una visión mucho más realista que se materializaba en la descripción del paisaje castellano.     

Como ya hemos apuntado, Campos de Castilla aparece publicado en 1912, cinco años después de la llegada de Machado a Soria, pero será posteriormente ampliado hasta 1917. Por esta razón en muchas ocasiones veremos como fechas de composición de la obra 1907-1917. En relación a la vida de Machado durante estos años, podemos decir que está inmerso en una etapa complicada en 1912, ya que su joven esposa Leonor Izquierdo cae gravemente enferma. Ese mismo año morirá y Machado abandonará Soria, un lugar cargado de recuerdos, para volver a su Andalucía natal, concretamente a Baeza, donde será profesor de Gramática francesa. Por tanto, en la primera edición de este poemario no va a haber referencias a la muerte de su amada, sin embargo, en las ampliaciones realizadas hasta 1917 sí que se van a incluir poemas de lamento, así como poemas dedicados a las tierras andaluzas, a donde vuelve en 1912.

Pasemos ahora a hablar un poco de esa variación temática que se da en la poesía de Machado: Va a producirse un paso desde la poesía de corte íntimo en la que el poeta va a mirar en su interior y va a hablar de sus propias preocupaciones, de esas galerías del alma, en un tono simbólico hasta una nueva poesía de corte realista y objetivo en la que va a predominar la descripción del paisaje castellano sin la utilización de elementos simbolistas. Podemos resumirlo diciendo que va a ser una poesía de abertura hacia el mundo exterior, “contraria” a la poesía intimista predominante en aquella primera etapa. El propio Machado dijo que el contacto con el paisaje castellano empapó su alma de ellos, lo que hizo que tuviera que plasmarlos en sus poemas, creando una poesía realista y descriptiva superando el modernismo.

Vamos a pasar ahora a analizar unos cuantos poemas de Campos de Castilla en los que se pueden ver los rasgos que he nombrado anteriormente.

Primero querría nombrar el primer poema, Retrato, en el que Machado hace una descripción de su vida. No voy a analizar este poema, sino que os remito al siguiente enlace: Análisis poético: «Retrato», de Antonio Machado | El Olmo (wordpress.com) Ancrugon ha hecho un muy buen análisis de este poema que os ayudará a entenderlo perfectamente. Tan solo decir que este poema es una perfecta carta de presentación del poeta, de ahí que esté colocado en primera posición.

Ancrugon ha hecho un muy buen análisis de este poema que os ayudará a entenderlo perfectamente. Tan solo decir que este poema es una perfecta carta de presentación del poeta, de ahí que esté colocado en primera posición.

ORILLAS DEL DUERO

¡Primavera soriana, primavera
humilde, como el sueño de un bendito,
de un pobre caminante que durmiera
de cansancio en un páramo infinito!
¡Campillo amarillento,
como tosco sayal de campesina,
pradera de velludo polvoriento
donde pace la escuálida merina!
¡Aquellos diminutos pegujales
de tierra dura y fría,
donde apuntan centenos y trigales
que el pan moreno nos darán un día!
Y otra vez roca y roca, pedregales
desnudos y pelados serrijones,
la tierra de las águilas caudales,
malezas y jarales,
hierbas monteses, zarzas y cambrones.
¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!
¡Castilla, tus decrépitas ciudades!
¡La agria melancolía
que puebla tus sombrías soledades!
¡Castilla varonil, adusta tierra;
Castilla del desdén contra la suerte,
Castilla del dolor y de la guerra,
tierra inmortal, Castilla de la muerte!
Era una tarde, cuando el campo huía
del sol, y en el asombro del planeta,
como un globo morado aparecía
la hermosa luna, amada del poeta.
En el cárdeno cielo vïoleta
alguna clara estrella fulguraba.
El aire ensombrecido
oreaba mis sienes y acercaba
el murmullo del agua hasta mi oído.
Entre cerros de plomo y de ceniza
manchados de roídos encanares,
y entre calvas roquedas de caliza,
iba a embestir los ocho tajamares
del puente el padre río,
que surca de Castilla el yermo frío.
¡Oh Duero, tu agua corre
y correrá mientras las nieves blancas
de enero el sol de mayo
haga fluir por hoces y barrancas;
mientras tengan las sierras su turbante
de nieve y de tormenta,
y brille el olifante
del sol, tras de la nube cenicienta!...
¿Y el viejo romancero
fue el sueño de un juglar junto a tu orilla?
¿Acaso como tú y por siempre, Duero,
irá corriendo hacia la mar Castilla?
Ríos Duero al paso por Soria

En este poema el Duero se va a convertir en el protagonista principal de esa solitaria tierra soriana. Va a iniciar el poema haciendo una alusión a la primavera para pasar a describir el paisaje castellano, luego hará un paréntesis en el que nos habla de la historia de Castilla para continuar después describiendo de nuevo el paisaje. Para finalizar, aparece el Duero en un paisaje nocturno con la Luna como espectadora de excepción de cómo el Río hiende la tierra castellana y la lleva hacia el mar. Este poema pertenece a aquellos dedicados al paisaje castellano de la primera parte del poemario.

RECUERDOS

¡Oh Soria! , cuando miro los frescos naranjales
cargados de perfume, y el campo enverdecido,
abiertos los jazmines, maduros los trigales,
azules las montañas y el olivar florido;
Guadalquivir corriendo al mar entre vergeles;
y al sol de abril los huertos colmados de azucenas,
y los enjambres de oro, para libar sus mieles
dispersos en los campos, huir de sus colmenas;
yo sé la encina roja crujiendo en tus hogares,
barriendo el cierzo helado tu campo empedernido;
y en sierras agrias sueño— ¡Urbión, sobre pinares!
¡Moncayo blanco, al cielo aragonés erguido!—.
Y pienso: Primavera, como un escalofrío
irá a cruzar el alto solar del romancero,
ya verdearán de chopos las márgenes del río.
¿Dará sus verdes hojas el olmo aquel del Duero?
Tendrán los campanarios de Soria sus cigüeñas,
y la roqueda parda más de un zarzal en flor;
ya los rebaños blancos, por entre grises peñas,
hacia los altos prados conducirá el pastor.
¡Oh, en el azul, vosotras, viajeras golondrinas
que vais al joven Duero, zagales y merinos,
con rumbo hacia las altas praderas numantinas,
por las cañadas hondas y al sol de los caminos;
hayedos y pinares que cruza el ágil ciervo;
montañas, serrijones, lomazos, parameras,
en donde reina el águila, por donde busca el cuervo
su infecto expoliario; menudas sementeras
cual sayos cenicientos; casetas y majadas
entre desnuda roca; arroyos y hontanares
donde a la tarde beben las yuntas fatigadas;
dispersos huertecillos, humildes abejares! ...
¡Adiós, tierra de Soria; adiós el alto llano
cercado de colinas y crestas miliares,
alcores y roquedas del yermo castellano,
fantasmas de robledos y sombras de encinares!
En la desesperanza y en la melancolía
de tu recuerdo, Soria, mi corazón se abreva.
Tierra de alma, toda, hacia la tierra mía,
por los floridos valles, mi corazón te lleva.

En el tren, abril de 1912

Podemos decir que este es un poema de transición entre dos partes que se diferencian muy bien en el libro. La primera corresponde a todos aquellos poemas escritos durante su estancia en Soria, siendo Orillas del Duero un claro ejemplo de ellos, mientras que la segunda parte está formada por los poemas escritos durante su estancia en Baeza. Este, como podemos ver en la firma al final del poema, está escrito en el tren que lo llevó de Soria a Baeza. Vemos como al inicio aparece descrito el paisaje andaluz hasta el verso 8 para luego pasar a describir el paisaje castellano recordado (Duero, Moncayo, Urbión…). Al final del poema aparece una preciosa despedida a la tierra donde encontró el amor y lo acogió durante estos años, y cuyo recuerdo se lleva en el corazón hacia la tierra que lo vio nacer.

CAMINOS

De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo,
entre sombrías huertas
y grises olivares,
por los alegres campos de Baeza.
Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir, como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen
envueltos en la niebla,
niebla de otoño, maternal; descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
La luna está subiendo
amoratada, jadeante y llena.
Los caminitos blancos
se cruzan y se alejan,
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya no puedo caminar con ella!

Este pertenece ya a la parte de poemas dedicados a la descripción del paisaje andaluz. Aparece la visión que tiene Machado de Baeza y su paisaje durante el final del día: “La Luna está subiendo”. El inicio de la noche concuerda con la pena y la melancolía que siente el poeta por el paisaje de Numancia y sobre todo por la pérdida de su mujer. Es muy interesante ver como introduce contrastes entre características positivas y negativas: “El río va corriendo / entre las sombrías huertas”. Además, vemos como aparece el Guadalquivir, cuya descripción no tiene nada que ver con la mitificada del Duero, ya que aquel es “un alfanje rojo / y disperso, reluce y espejea” (De nuevo aparece un contraste entre los dos versos de la descripción). En definitiva, vemos como el paisaje andaluz tiene unos ecos negativos contrarios a lo positivo y mitificado que hemos visto en las descripciones del paisaje castellano que hizo años atrás.

Catedral de Baeza
25

Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.

Aquí nos encontramos ante un poema en los que apare una descripción de Soria imaginada, recordada. Dice que su corazón todavía vaga por las tierras sorianas entre esos paisajes castellanos que rodean al río (Duero) y al Moncayo por donde paseaba de la mano con Leonor. Al final, en una dura estrofa, plasma la soledad que vive en su tierra natal, por donde “voy caminando solo, triste, cansado, pensativo y viejo”.

Al final, he querido incluiros una versión musical de un poema de Machado incluido en este libro titulado La saeta. Casi todos conoceréis el impresionante disco de Serrat Dedicado a Antonio Machado, poeta en el que aparece esta versión musical junto a otras 10 versiones de otros poemas y una canción dedicada al poeta sevillano escrita por el mismo Serrat que se titula En Collioure. A los que no lo conozcáis os lo recomiendo encarecidamente.

Por último os dejo un enlace para que todos los que estéis interesados en leer algo más de Machado. En esta página que depende de Wikipedia están digitalizados todos los textos poéticos de Don Antonio Machado:

http://es.wikisource.org/wiki/Antonio_Machado

Ridruejo, Dionisio

Dionisio Ridruejo (1912-1975) fue un destacado escritor y político español que formó parte de la llamada generación del 36 o primera generación poética de posguerra. En su juventud, se afilió a la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, el movimiento fascista que apoyó el golpe de Estado contra la República en 1936. Durante la Guerra Civil, ocupó el cargo de responsable de Propaganda en el bando franquista y colaboró en la redacción de los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional. Al finalizar la contienda, se alistó como voluntario en la División Azul, una unidad militar española que combatió junto al ejército nazi contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su experiencia en el frente oriental le hizo cuestionar su ideología y su apoyo al régimen de Franco. A su regreso a España, inició un proceso de desafección y crítica que le llevó a romper con el franquismo y a unirse a la oposición democrática. Fue encarcelado varias veces por sus actividades políticas y sufrió el exilio interior y exterior. Su evolución ideológica se reflejó también en su obra literaria, especialmente en su poesía, que pasó por diversas etapas, desde el formalismo y el exaltacionismo de sus inicios hasta el intimismo y la libertad formal de sus últimos años. Algunos de sus libros más destacados son Plural (1935), Poesía en armas (1940), Elegías (1948), Cuaderno catalán (1965) y Cuadernillo de Lisboa (1974). También escribió ensayos, artículos y memorias, entre los que sobresalen Escrito en España (1962 y 1964), Entre literatura y política (1973) y Casi unas memorias (1976). Dionisio Ridruejo fue uno de los intelectuales más relevantes e influyentes del siglo XX español. Su trayectoria vital y literaria es un testimonio de la complejidad y el drama de una época marcada por la guerra, la dictadura y la transición a la democracia.

Alonso, Dámaso

Dámaso Alonso fue un destacado poeta, profesor, lingüista y crítico literario español, miembro de la Generación del 27. Nació y murió en Madrid (1898-1990). Dirigió la Real Academia Española, la Revista de Filología Española y fue elegido para la Real Academia de la Historia. Se dedicó al estudio de la lengua y la literatura españolas, con especial atención a los poetas clásicos y la lírica popular. Asimismo, cultivó su propia poesía, de tono existencial y angustiado, en obras como Hijos de la ira, Oscura noticia y Hombre y Dios. Recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Poesía en 1927 por su obra Poemas puros. Poemillas de la ciudad y el Premio Miguel de Cervantes en 1978 por el conjunto de su trayectoria literaria.

Urquiza, Concha

Concha Urquiza fue una poeta mexicana que nació en Morelia, Michoacán, el 24 de diciembre de 1910 y murió en Ensenada, Baja California, el 20 de junio de 1946. Es considerada por los intelectuales como la mejor autora de poesía mexicana después de Sor Juana Inés de la Cruz y por Rosario Castellanos como la “piedra angular” del movimiento poético femenino. Su obra se caracteriza por ser expresiva, tradicional y mística, con influencias del catolicismo y el comunismo. Algunos de sus poemas más conocidos son: “Canto del oro”, “Conventual”, “La noche”, “El mar” y “La rosa”. No llegó a publicar ningún libro en vida, pero después de su muerte se editaron varias colecciones de sus poemas, como “Poesías completas” (1949), “Poesía religiosa” (1952) y “Poesía profana” (1954). También escribió ensayos y cuentos, que se pueden encontrar en el libro “Obra en prosa” (1995). Su vida estuvo marcada por la búsqueda espiritual y el compromiso social, así como por el amor y la tragedia. Fue novicia en un convento, militante comunista, profesora universitaria y amante del filósofo Samuel Ramos. Murió asesinada por su chofer en un viaje a Baja California, dejando una obra breve pero intensa que ha sido reconocida como una de las más importantes de la literatura hispanoamericana del siglo XX.

Méndez, Concha

Concha Méndez fue una poeta y dramaturga española que formó parte de la Generación del 27 y del grupo de las Sinsombrero. Nació en Madrid en 1898 y falleció en México en 1986. Entre sus obras más destacadas se encuentran Inquietudes, Surtidor, Canciones de mar y tierra y El ángel cartero. Mantuvo una estrecha amistad con artistas como Luis Buñuel, Federico García Lorca y Maruja Mallo. Contrajo matrimonio con el poeta Manuel Altolaguirre, con el que creó la revista Héroe y la editorial La Verónica. Durante la Guerra Civil Española, participó en el cine republicano como guionista. Al finalizar la guerra, se exilió en Francia, Estados Unidos y finalmente en México, donde siguió desarrollando su actividad literaria hasta su muerte.

Rodríguez, Claudio

Claudio Rodríguez fue un poeta español nacido en Zamora en 1934 y fallecido en Madrid en 1999. Se le considera uno de los representantes más destacados de la generación del 50, junto con otros autores como José Hierro, Ángel González o Jaime Gil de Biedma. Su poesía se caracteriza por su originalidad expresiva, su intenso lirismo y su meditación sobre la naturaleza y el paisaje castellanos, que reflejan su amor por su tierra natal y su visión trascendente de la realidad. Su obra poética se compone de cinco libros: Don de la ebriedad (1953), Conjuros (1958), Alianza y condena (1965), El vuelo de la celebración (1976) y Casi una leyenda (1991), que muestran una evolución desde el entusiasmo juvenil hasta la madurez reflexiva. Recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Adonáis, el Premio Nacional de Poesía, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y su ingreso en la Real Academia Española en 1987, donde ocupó el sillón q.

Castillos en el aire

Hay una época en la vida de toda persona en la cual se cree posible lograr todo aquello que va surgiendo a cada paso, es ese periodo de la vida en el que, todavía con las ilusiones intactas, te asomas al balcón del futuro y lo que ves son horizontes y horizontes por conquistar; todo está ahí, al alcance de las manos, para tu disfrute, para tu gozo… y comienzas a crear efímeras quimeras que el tiempo y la realidad se irán encargando de destrozar.

Sí, es cierto, esto es una visión pesimista de la vida, pero no me negaréis que es la más generalizada, esa que la inmensa mayoría de la gente, que se considera sensata, posee y hace su lema, y de ella surgió esa frase que da título a nuestro artículo: “castillos en el aire”.

Hacer castillos en el aire es, según el Diccionario de la Real Academia Española: “Ilusiones lisonjeras con poco o ningún fundamento.”  Normalmente tiene este significado peyorativo y categórico y se emplea para rechazar ideas que se consideran irrealizables. Pero también puede tener un significado positivo que está estrechamente enlazado con el sentimiento de libertad y la capacidad de soñar.

En esta sociedad que hemos creado en común, pero de la que sólo unos pocos se aprovechan, esta sociedad donde los gobiernos se llaman “agencias de recalificación” y los reyes no tienen sangre azul, ni son nobles de espíritu como en los cuentos, sino que su único mérito es vivir de las miserias del resto con títulos como “Director”, “Presidente” etc, soñar está devaluado… cotiza a la baja… Y que conste que no me refiero a esos “sueños” que las entidades bancarias pretenden hacer realidad, porque, a la vista está, esos sí que se volvieron una pesadilla…

Soñar es ser libre porque sólo tú eres dueño de tus sueños y el mundo ha avanzado porque muchos locos y locas soñaron que algo podía estar mejor… No soñar es aceptar lo poco que se tiene, es conformarse con una realidad que te va consumiendo, es rodearse de un muro de lógica que llegará algún día a aplastar tu personalidad, alienándote, transformándote en un clon fabricado y preparado para el consumo, el despilfarro y el beneficio fácil. Pero los sueños son algo intangibles, algo inmaterial que no se puede, por mucho que se empeñen, comprar ni vender… Entonces, ¿cómo van a tener buena prensa actualmente?… ¿No habéis oído nunca esa frase de “soñar es gratis”?…

Pues bien, cuando yo estaba en esa época de la vida en la que los únicos bancos que frecuentaba eran los de los jardines, en la que cuando me preguntaban, “¿cuánto interés tienes?”, sabía que se referían a mi inclinación por alguna muchacha, en la que llamaba bolsa a la cartera de mis libros de texto y en la que cuando alguien me daba crédito, es que creía en mí… en esa época andaba por estas tierras un trovador argentino que nos hizo soñar con sus poemas, me refiero a Alberto Cortez.

Y hubo una canción en especial, “Castillos en el aire”, de la cual nos apropiamos mis amigos, aquellos tontos románticos, y yo para hacer de ella nuestro talismán al que recurríamos cada vez que la realidad nos sobrepasaba. Y, lo aseguro, funcionaba… Pero un buen día, no se cuando, la lógica nos encerró entre sus muros: dejamos de visitar los bancos del parque para ir a pedir créditos a una entidad donde un desconocido nos hablaba de unas acciones de bolsa que tenían mucho interés… y nos creímos el cuento… y nos olvidamos de nuestra canción.

Pero ahora, cuando estoy dudando si engrosar las filas de los indignados o romper con todo y volverme un ermitaño, ha vuelto a mí, no sé cómo, pero tan fresca y lozana como en aquellos tiempos y he vuelto a creer que todavía hay esperanza, porque hoy, amigos, he tenido un sueño…

Castillos En El Aire
Alberto Cortez


"Quiso volar igual que las gaviotas,
libre en el aire, por el aire libre
y los demás dijeron, ""¡pobre idiota,
no sabe que volar es imposible!"".

Mas él alzó sus sueños hacia el cielo
y poco a poco, fue ganando altura
y los demás, quedaron en el suelo
guardando la cordura.

Y construyó, castillos en aire
a pleno sol, con nubes de algodón,
en un lugar, adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.

Y construyó ventanas fabulosas,
llenas de luz, de magia y de color
y convocó al duende de las cosas
que tiene mucho que ver con el amor.

En los demás, al verlo tan dichoso,
cundió la alarma, se dictaron normas,
""No vaya a ser que fuera contagioso...""
tratar de ser feliz de aquella forma.

La conclusión, es clara y contundente,
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente,
vestido de cordura.

Por construir castillos en el aire
a pleno sol, con nubes de algodón
en un lugar, adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.

Y por abrir ventanas fabulosas,
llenas de luz, de magia y de color
y convocar al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.

Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, como el aire libre,
quiso volar igual que las gaviotas...,
pero eso es imposible..., ¿o no?...

Alberto Cortez, compositor, cantante y poeta, nació en Rancul, provincia de La Pampa (Argentina), en 1940. Estudió música desde pequeño y ya componía a los doce años. Con veinte viaja hasta Europa en un barco y se establece en Bélgica, donde grabará su primer disco. Sus canciones suelen estar basadas en hechos y en personajes reales. Títulos muy conocidos son: «En un Rincón del Alma», «Callejero», «Mi árbol y yo», «A partir de mañana», «Te llegará una rosa», «Castillos en el aire», «Cuando un Amigo se va» o «El Abuelo». Muy amigo del fallecido Facundo Cabral, colaboró en numerosas ocasiones con él. Así mismo ha editado varios libros de poemas como «Equipaje» (1977), «Soy un ser humano» (1985), «Almacén de Almas» (1993) o «Por los cuatro costados» (2007).

Esta expresión no es únicamente usada en castellano, en otros idiomas también es utilizada y con el mismo significado, así en inglés se dice “Castles In The Air”, como el título de la canción de Don McLean, que a continuación podéis escuchar. Pero también existen otras expresiones con la misma intención, aunque con un significante distinto, por ejemplo, en el francés: “Bâtir châteaus en Espagne” (construir castillos en España), con el significado de algo imposible o poco práctico, y su origen está ya en el siglo XIII, en el «Roman de la Rose”, y se usa con el verbo crear (construire) o construir (bâtir), y la causa fue la falta de castillos en las tierras españolas cuando la invasión musulmana, lo cual favoreció su rápida invasión.

Pavese, Cesare

Cesare Pavese fue un escritor italiano que nació en Santo Stefano Belbo el 9 de septiembre de 1908 y se quitó la vida en Turín el 27 de agosto de 1950. Su obra, que comprende poesía, novela, ensayo y traducción, se distingue por su realismo lúcido y su sensibilidad existencial. Entre sus obras más destacadas se encuentran Trabajar cansa, El bello verano, La luna y las fogatas y El oficio de vivir. Pavese se licenció en Letras con una tesis sobre Walt Whitman y se dedicó a la traducción de la literatura norteamericana, vertiendo al italiano a autores como Herman Melville, John Dos Passos, William Faulkner, John Steinbeck y Gertrude Stein. Su vida estuvo marcada por la muerte de su padre en su infancia, las decepciones amorosas, el exilio político por su oposición al fascismo y la crisis religiosa. Estos temas se reflejan en su obra, que indaga en la soledad, el fracaso, la nostalgia y la búsqueda de sentido. Pavese dejó un diario que se publicó póstumamente con el título de El oficio de vivir, donde expresó su desesperación y su voluntad de suicidarse. Pavese es considerado uno de los grandes escritores italianos del siglo XX y un referente para la generación neorrealista. Su estilo es sobrio, preciso y poético, y su voz es auténtica y conmovedora.

Vallejo, César

César Vallejo, uno de los más grandes innovadores de la poesía universal del siglo XX y el máximo exponente de las letras en el Perú, nació el 16 de marzo de 1892 en la ciudad andina de Santiago de Chuco, al norte del Perú. Su familia pensó en dedicarlo al sacerdocio, lo que influyó en su poesía, que tiene un fondo religioso y metafísico. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Trujillo y Derecho en la Universidad de San Marcos, pero abandonó sus estudios para dedicarse a la docencia y al periodismo. En 1918 publicó su primer poemario, Los heraldos negros, que marca el inicio de su búsqueda de una expresión propia, alejada del modernismo. En 1922 publicó su obra maestra, Trilce, un libro vanguardista que rompe con las normas gramaticales y métricas tradicionales y crea un lenguaje poético muy personal. En 1923 viajó a Europa, donde residió hasta su muerte, con algunas estancias en Madrid y otras ciudades. En París conoció a su esposa, Georgette Philippart, y se involucró en el movimiento comunista. Durante su exilio escribió obras en prosa como Escalas (1923), Fabla salvaje (1923), El tungsteno (1931) y Paco Yunque (1931), así como crónicas periodísticas sobre la situación política y social de Europa. Su poesía se hizo más humana y solidaria, reflejado en los poemas póstumos Poemas humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1939), que fueron publicados gracias al empeño de su viuda. César Vallejo murió el 15 de abril de 1938 en París, a causa de una enfermedad desconocida. Sus restos fueron trasladados al cementerio de Montparnasse. La poesía de César Vallejo abarca una gran variedad de temas, que reflejan su visión del mundo, su experiencia vital y su compromiso social. Algunos de los temas principales de su poesía son: la muerte, que le inspira temor, angustia, rebeldía y esperanza; el dolor físico y moral que siente por su propia condición humana y por la injusticia social; la religión, que influye en su poesía, pero también se distancia de la ortodoxia religiosa y busca una fe más personal y crítica; el amor, que lo celebra como una fuerza vital y creadora; y la política, que refleja su compromiso con los oprimidos, los explotados, los marginados y los pueblos que luchan por su liberación.