Hay una época en la vida de toda persona en la cual se cree posible lograr todo aquello que va surgiendo a cada paso, es ese periodo de la vida en el que, todavía con las ilusiones intactas, te asomas al balcón del futuro y lo que ves son horizontes y horizontes por conquistar; todo está ahí, al alcance de las manos, para tu disfrute, para tu gozo… y comienzas a crear efímeras quimeras que el tiempo y la realidad se irán encargando de destrozar.
Sí, es cierto, esto es una visión pesimista de la vida, pero no me negaréis que es la más generalizada, esa que la inmensa mayoría de la gente, que se considera sensata, posee y hace su lema, y de ella surgió esa frase que da título a nuestro artículo: “castillos en el aire”.
Hacer castillos en el aire es, según el Diccionario de la Real Academia Española: “Ilusiones lisonjeras con poco o ningún fundamento.” Normalmente tiene este significado peyorativo y categórico y se emplea para rechazar ideas que se consideran irrealizables. Pero también puede tener un significado positivo que está estrechamente enlazado con el sentimiento de libertad y la capacidad de soñar.
En esta sociedad que hemos creado en común, pero de la que sólo unos pocos se aprovechan, esta sociedad donde los gobiernos se llaman “agencias de recalificación” y los reyes no tienen sangre azul, ni son nobles de espíritu como en los cuentos, sino que su único mérito es vivir de las miserias del resto con títulos como “Director”, “Presidente” etc, soñar está devaluado… cotiza a la baja… Y que conste que no me refiero a esos “sueños” que las entidades bancarias pretenden hacer realidad, porque, a la vista está, esos sí que se volvieron una pesadilla…
Soñar es ser libre porque sólo tú eres dueño de tus sueños y el mundo ha avanzado porque muchos locos y locas soñaron que algo podía estar mejor… No soñar es aceptar lo poco que se tiene, es conformarse con una realidad que te va consumiendo, es rodearse de un muro de lógica que llegará algún día a aplastar tu personalidad, alienándote, transformándote en un clon fabricado y preparado para el consumo, el despilfarro y el beneficio fácil. Pero los sueños son algo intangibles, algo inmaterial que no se puede, por mucho que se empeñen, comprar ni vender… Entonces, ¿cómo van a tener buena prensa actualmente?… ¿No habéis oído nunca esa frase de “soñar es gratis”?…
Pues bien, cuando yo estaba en esa época de la vida en la que los únicos bancos que frecuentaba eran los de los jardines, en la que cuando me preguntaban, “¿cuánto interés tienes?”, sabía que se referían a mi inclinación por alguna muchacha, en la que llamaba bolsa a la cartera de mis libros de texto y en la que cuando alguien me daba crédito, es que creía en mí… en esa época andaba por estas tierras un trovador argentino que nos hizo soñar con sus poemas, me refiero a Alberto Cortez.
Y hubo una canción en especial, “Castillos en el aire”, de la cual nos apropiamos mis amigos, aquellos tontos románticos, y yo para hacer de ella nuestro talismán al que recurríamos cada vez que la realidad nos sobrepasaba. Y, lo aseguro, funcionaba… Pero un buen día, no se cuando, la lógica nos encerró entre sus muros: dejamos de visitar los bancos del parque para ir a pedir créditos a una entidad donde un desconocido nos hablaba de unas acciones de bolsa que tenían mucho interés… y nos creímos el cuento… y nos olvidamos de nuestra canción.
Pero ahora, cuando estoy dudando si engrosar las filas de los indignados o romper con todo y volverme un ermitaño, ha vuelto a mí, no sé cómo, pero tan fresca y lozana como en aquellos tiempos y he vuelto a creer que todavía hay esperanza, porque hoy, amigos, he tenido un sueño…
Castillos En El Aire Alberto Cortez "Quiso volar igual que las gaviotas, libre en el aire, por el aire libre y los demás dijeron, ""¡pobre idiota, no sabe que volar es imposible!"". Mas él alzó sus sueños hacia el cielo y poco a poco, fue ganando altura y los demás, quedaron en el suelo guardando la cordura. Y construyó, castillos en aire a pleno sol, con nubes de algodón, en un lugar, adonde nunca nadie pudo llegar usando la razón. Y construyó ventanas fabulosas, llenas de luz, de magia y de color y convocó al duende de las cosas que tiene mucho que ver con el amor. En los demás, al verlo tan dichoso, cundió la alarma, se dictaron normas, ""No vaya a ser que fuera contagioso..."" tratar de ser feliz de aquella forma. La conclusión, es clara y contundente, lo condenaron por su chifladura a convivir de nuevo con la gente, vestido de cordura. Por construir castillos en el aire a pleno sol, con nubes de algodón en un lugar, adonde nunca nadie pudo llegar usando la razón. Y por abrir ventanas fabulosas, llenas de luz, de magia y de color y convocar al duende de las cosas que tienen mucho que ver con el amor. Acaba aquí la historia del idiota que por el aire, como el aire libre, quiso volar igual que las gaviotas..., pero eso es imposible..., ¿o no?...
Alberto Cortez, compositor, cantante y poeta, nació en Rancul, provincia de La Pampa (Argentina), en 1940. Estudió música desde pequeño y ya componía a los doce años. Con veinte viaja hasta Europa en un barco y se establece en Bélgica, donde grabará su primer disco. Sus canciones suelen estar basadas en hechos y en personajes reales. Títulos muy conocidos son: «En un Rincón del Alma», «Callejero», «Mi árbol y yo», «A partir de mañana», «Te llegará una rosa», «Castillos en el aire», «Cuando un Amigo se va» o «El Abuelo». Muy amigo del fallecido Facundo Cabral, colaboró en numerosas ocasiones con él. Así mismo ha editado varios libros de poemas como «Equipaje» (1977), «Soy un ser humano» (1985), «Almacén de Almas» (1993) o «Por los cuatro costados» (2007).
Esta expresión no es únicamente usada en castellano, en otros idiomas también es utilizada y con el mismo significado, así en inglés se dice “Castles In The Air”, como el título de la canción de Don McLean, que a continuación podéis escuchar. Pero también existen otras expresiones con la misma intención, aunque con un significante distinto, por ejemplo, en el francés: “Bâtir châteaus en Espagne” (construir castillos en España), con el significado de algo imposible o poco práctico, y su origen está ya en el siglo XIII, en el «Roman de la Rose”, y se usa con el verbo crear (construire) o construir (bâtir), y la causa fue la falta de castillos en las tierras españolas cuando la invasión musulmana, lo cual favoreció su rápida invasión.