Un artículo de Antonio Cruzans Una mañana iba yo por la pedregosa carretera, cuando espada en mano, llegó el Rey en su carroza. “¡Me vendo!”, grité. el Rey me cogió de la mano y me dijo: “Soy poderoso, puedo comprarte.” Pero de nada le valió su poderío y se volvió sin mí en su carroza. […]