Redemption song, de Bob Marley

Aquellas vacaciones de Pascua, como todos los años, volví al hogar… Nada extraordinario ni fuera de lo normal: la abuela besuqueándome cada diez minutos, mis hermanos minándome la paciencia y mis padres la moral… las saliditas nocturnas con las amigas, las que quedan solteras, y algún ligue esporádico de los de no volver a ver… ¡gracias a Dios!… Pero está bien, porque, a fin de cuentas, son las personas que quiero y dan color a mi vida… Y ya hasta el verano… si no me surge algo antes…

Sin embargo, esta vez fue diferente y no por algo circunstancial o esporádico, sino por un hecho que tarde o temprano se veía venir: me he hecho mayor… je, je, je… y mis padres ya no me trataban como a una niña, y las conversaciones ya eran serias y trascendentales, y las bromas y los chistes ya no resultaban tan inocentes… y mis guapos hermanitos, grandotes y con voz grave llena de gallos y el rostro repleto de granos, me miran de forma distinta e incluso con un poco de reparo… Y entonces descubrí algo de todos ellos que yo intuía, pero que jamás antes supe ver: también eran unos seres humanos como todos… ¡Increíble!

Ocurrió que les comenté mi colaboración en esta página y que debía buscar una canción y un tema para este mes a lo que, sorprendentemente, mi padre se interesó bastante y comenzó a hablarme de grupos, cantantes, canciones y temas que yo jamás hubiera pensado que él conociera. Entusiasmada ante este milagro, me dejé llevar por la corriente y descubrí que ambos, ¡incluida mi madre!, poseían una sapiencia musical mucho más vasta de la que yo jamás hubiese sospechado… Y aquella tarde supe que él había peinado rastas y ella vestido minifaldas y escondía tatuajes, que se habían conocido entre los vapores de maría en algún macroconcierto y que habían viajado hasta ciudades lejanas sólo por ver en directo a algunos melenudos que hacían furor en su época… e incluso en la nuestra…

Y así, mi padre, tan generoso como siempre, me prestó la idea de este mes: “¿Conoces a Bob Marley?”- Preguntó. “¡Papá, por Dios! ¿Quién no conoce a Bob Marley?” – Respondí con mucha dignidad ofendida. “Tu abuela, por ejemplo.” … Pero debo decir que incluso en este punto tengo mis dudas…

Nació Bob Marley, cuyo nombre real era el de Robert Nesta Marley Booker, en un pequeño pueblo, Nine Mile, que debía su nombre a que solamente ocupaba nueve millas, al Norte de la paradisiaca isla caribeña de Jamaica, a escasos tres kilómetros de la capital, Kingston, un 6 de febrero de 1945. Hijo de una jovencita del lugar, Cedella Booker, quien tenía 17 años cuando quedó embarazada de Bob, prendada por el uniforme de la infantería de marina inglesa que vestía su padre, llamado Norval Marley, uno de los escasos jamaicanos blancos procedente de una familia colonial llegada de Essex, bastante más mayor que ella y al que su hijo prácticamente ni conoció. Este hecho tuvo como resultado el color indefinido que Bob lucía en su piel y que le acarrearía las burlas y desprecios por parte de los negros como de los blancos, porque cuando se es mestizo, no se pertenece del todo a ninguna parte…

Su infancia fue rica en pobreza y miserias, con su madre trabajando de sol a sol para sacarlo adelante en una casa donde no había ni agua ni electricidad. Pero nada de esto le preocupó a Bob quien siempre sintió indiferencia hacia cualquier tipo de discriminación, tanto racial como económica y, cuando le preguntaban, él siempre decía ser negro porque era la única parte de su origen familiar del que había recibido amor.

Y hablando de amor, Cedella se enamoró de otro hombre, el cual tenía otro hijo, Bunny Wailer, el mejor amigo y compañero de Bob con el que, además de compartir una hermana, participaron en un mismo destino dentro de la música.

Bob y Bunny viajaron a la capital para buscarse la vida y allí conocieron a Peter Tosh (Winston Hubert McInthos) con quien formaron el grupo Wailing Wailers (gritos de protesta) y a partir de ese momento ya entra en la historia de la música de la que os hablaré en otro artículo… porque aquí nos vamos a detener solamente en una canción, “Redemption Song”, la cual, como su título indica, es un grito de libertad y un canto a la vida:

“Los viejos piratas, sí, me robaron; fui vendido a los barcos mercantes, minutos después de que me cogieran del pozo sin fondo. Pero mi mano fue hecha fuerte por la mano del Todopoderoso. Avanzamos en esta generación triunfantemente. ¿No me ayudarás a cantar estas canciones de libertad? Pues son todo lo que he tenido siempre: canciones de redención, canciones de redención. Emancipaos de la esclavitud mental; nadie salvo nosotros mismos puede liberar nuestras mentes. No tengáis miedo de la energía atómica, pues ninguno de ellos puede parar el tiempo. ¿Por cuánto más matarán a nuestros profetas, mientras nos quedamos a un lado y miramos? ¡Oh! Algunos dicen que es sólo una parte de eso: tenemos que completar el libro…”

“Redemption Song” apareció en el álbum Uprising, que fue el último de Bob Marley & The Wailers. Bob escribió este tema en 1979 y ya sabía que iba a morir del cáncer que le consumía… Este tema es diferente del resto de los de Bob porque tiene cierto aire folklórico y es una grabación acústica donde destaca la voz del cantante, simplemente acompañada de la guitarra y sin ningún acompañamiento orquestal.

La letra de la canción se basa en los ideales del movimiento rastafari, una corriente surgida en los barrios marginales de Kingston en la década de los años treinta del pasado siglo, este pensamiento se basa en ideales tanto socio-culturales como religiosos y tuvo mucho éxito entre la población negra más desfavorecida, descendiente de los esclavos africanos quienes reivindican, además de sus derechos sociales y políticos, una vuelta, más metafórica que real, al origen, al África de donde procedían y, para ello, crearon un mundo de fantasía donde su principal icono era, ni más ni menos, que el dictador etíope Haile Selassie I, al cual consideraban como una reencarnación de Dios… Pero de esto, vuelvo a repetir, hablaremos más detenidamente en el artículo correspondiente.

Esta canción ha sido catalogada por la revista Rolling Stone como una de las mejores de la música popular de todos los tiempos… afirmación, como siempre, bastante arriesgada…

El caso es que ésta fue un canto de despedida, como el del pájaro espino, basada en la doctrina rastafari de amor, igualdad y comprensión que predicaba el pastor jamaicano Marcus Garvey. Aquí Bob Marley, en sus últimos días, puede exponer sus más profundos sentimientos y por ello lo hace de una manera incluso intimista, como si hablara consigo mismo, como si fuera una mera reflexión, por lo que, a pesar de los temas típicos que todo el mundo encuentra en ella, como la esclavitud, la libertad, etcétera, podemos encontrar algo mucho más profundo, sobre todo cuando dice: “Emancipate yourselves from mental slavery; // none but ourselves can free our mind.” (Emancipaos de la esclavitud mental;/ nadie salvo nosotros mismos puede liberar nuestras mentes). Donde tal vez Bob, en esos momentos, estuviera más allá del bien y del mal, más allá de toda atadura terrenal, más allá de cualquier pasión, porque ya era consciente de su propia muerte inminente y podía pedir esa libertad suprema sin miedos ni ataduras…

Old pirates, yes, they rob I; 
Sold I to the merchant ships, 
Minutes after they took I 
From the bottomless pit. 
But my hand was made strong 
By the ‘and of the Almighty. 
We forward in this generation 
Triumphantly. 
Won’t you help to sing 
These songs of freedom? – 
‘Cause all I ever have: 
Redemption songs; 
Redemption songs.
Emancipate yourselves from mental slavery; 
None but ourselves can free our minds. 
Have no fear for atomic energy, 
‘Cause none of them can stop the time. 
How long shall they kill our prophets, 
While we stand aside and look? Ooh! 
Some say it’s just a part of it: 
We’ve got to fulfil de book.
Won’t you help to sing 
These songs of freedom? – 
‘Cause all I ever have: 
Redemption songs; 
Redemption songs; 
Redemption songs.
Emancipate yourselves from mental slavery; 
None but ourselves can free our mind. 
Wo! Have no fear for atomic energy, 
‘Cause none of them-a can-a stop-a the time. 
How long shall they kill our prophets, 
While we stand aside and look? 
Yes, some say it’s just a part of it: 
We’ve got to fulfill de book. 
Won’t you help to sing 
These songs of freedom? – 
‘Cause all I ever had: 
Redemption songs – 
All I ever had: 
Redemption songs: 
These songs of freedom, 
Songs of freedom.

García Marquina, Francisco

Francisco García Marquina fue un poeta, escritor, biólogo y periodista español, nacido en Madrid en 1937, y que vivió en Guadalajara desde 1974. A lo largo de su carrera, publicó numerosos libros de poesía, y obtuvo una buena cantidad de premios. Su poesía se caracteriza por su cuidada elección de palabras y ritmo, en cuyos versos, se valora lo mínimo, se hace familiar lo mágico y se juega a perpetuar lo efímero, apuntando en su textura hacia la inevitable heterodoxia de toda creación apasionada. Su estilo es variado y no descarta formato alguno, por ejemplo, su obra “Esto no es una pipa” es un diario en donde lo existencial y lo metaliterario conviven en armonía. Sus poemas suelen ser un reflejo de su visión del mundo, en la que lo cotidiano se vuelve extraordinario y lo efímero se eterniza, explorando en ellos temas como el amor, el deseo y el olvido. También se refiere al hombre como un memorial de trazos en el aire. Además, algunos de sus poemas son reflexiones sobre la muerte, como se puede ver en su poemario «Morirse es como un pueblo».

Alfonsina Storni, vestida de mar.

El 23 de octubre de 1938, el diario bonaerense La Nación recibió un poema de Alfonsina Storni titulado Voy a dormir, que decía así:

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

Dos días después, en la mañana del 25 de octubre, Alfonsina se suicidaba en la playa de La Perla, de Mar del Plata. Tenía 46 años y estaba enferma de cáncer de mama, dejaba un hijo de 27 años y una interesante obra poética y dramática. Este poema fue su despedida…

En realidad, esta fue una muerte anunciada… Ya hacia mediados de 1935 aparecieron editados sus libros Mascarilla y trébol y una Antología poética, donde aparecían sus poemas preferidos, como una recopilación final, definitiva. Curiosamente, envió Mascarilla y trébol a un certamen poético y preguntó al Director de la Comisión General de Cultura “¿Y si uno muere, a quién le pagan el premio?” Otro hecho bastante indicativo fue cuando, en esos últimos días, quiso ir a la casa de su amiga Fifí, en Real de San Carlos, pero aquella se excusó porque tenía invitados, a lo que Alfonsina respondió: “Tenés miedo de que muera en tu casa.” Días después se encontró con la poetisa Abella Caprile a quien le confesó que su neurastenia le estaba dando verdaderos problemas y que sólo pensaba en suicidarse. El 18 de octubre viajo hasta el Mar del Plata, desde allí le escribió dos cartas a su hijo Alejandro que le hicieron a éste levantar sospechas sobre sus intenciones, en las cuales le decía que los dolores en el brazo eran insoportables… El día 20 de octubre, jueves, lo pasó escribiendo, a pesar de su malestar, al sábado siguiente, 22 de octubre, envió los correos… y el martes por la mañana, unos obreros de la Dirección de Puertos encontraron su cuerpo flotando en el agua de la playa… y un zapato olvidado sobre los hierros de la escollera.

Mucho se ha escrito sobre los dos últimos versos de su último poema:

si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...

Pero ellos han sabido guardar el secreto que encerraban y, a pesar de todas las suposiciones, sólo ella podría desvelar su significado. Esa es la magia del poeta: llevarse a la tumba algo que todo quisieran desvelar… Las palabras de un poeta son puro misterio para el resto de los humanos…

Alfonsina Storni Martignoni nació en Sala Capriasca, una localidad de los cantones de habla italiana de Suiza, un día todavía no determinado entre el 22 y el 29 de mayo de 1892. Cuatro años después, su familia emigró a Argentina para no volver jamás a Europa. Su padre, Alfonso Storni, era un hombre melancólico, extraño y bebedor, como ella dejó reflejado en su poema A mi padre:

Que por días enteros, vagabundo y huraño
no volvía a la casa, y como un ermitaño
se alimentaba de aves, dormía sobre el suelo
y sólo cuando el Zonda, grandes masas ardientes
de arena y de insectos levanta en los calientes
desiertos sanjuaninos, cantaba bajo el cielo.

Este hombre se estableció en Rosario como regente de un bar donde Alfonsina trabajó de camarera durante su adolescencia.

Sin embargo, la imagen que tiene de su madre era muy diferente, pues la veía desde una perspectiva melancólica, llena de tristeza y resignación femenina:

No las grandes verdades yo te pregunto, que
no las contestarías; solamente investigo
si, cuando me gestaste, fue la luna testigo,
por los oscuros patios en flor, paseándose.

Y si, cuando en tu seno de fervores latinos
yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
te adormeció las noches, y miraste, en el oro
del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.

Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
y la envuelve una nube de locura ligera
cuando la luna nueva sube al cielo azulino.

Y gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros.
Arrullada en un claro cantar de marineros
mirar las grandes aves que pasan sin destino.

Su madre, Pulina Martignoni, tuvo que abrir una academia de clases particulares en Rosario para mantener a la familia a causa del alcoholismo del padre y del fracaso del restaurante que éste puso en marcha. Alfonsina no tuvo más remedio que encargarse de sus hermanos pequeños y ayudar a la economía familiar lavando platos y trabajando de costurera. En otro fragmento de un poema dice de su madre:

Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna… Ah, bien pudieran ser
a veces, en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.

Posiblemente de esta época germinara en ella esa rebeldía feminista y ese afán de independencia que le acompañó hasta sus últimos días. Pero es que Alfonsina nació así, rebelde, inconformista, traviesa… Ya desde pequeña tenía problemas por ser bastante mentirosa y se inventaba sucesos que la metían a ella y a su familia en problemas, como incendios, robos o asesinatos imaginados. Hasta una vez invitó a sus compañeras a unas vacaciones en una finca que no existía…

Pero Alfonsina fue creciendo y madurando y su afán de libertad fue haciéndose más grande con ella. Se independizó de la familia y realizó diversos trabajos para mantenerse: fabricante de gorras, repartidora de volantes y, finalmente, actriz en un grupo de teatro, volviendo al final de esta aventura junto a su madre, quien había contraído matrimonio por segunda vez. Posteriormente viajo a Corondas, una ciudad de la provincia de Santa Fe, donde acabó sus estudios como maestra rural, pagándose la estancia con su trabajo de celadora del centro, tenía entonces 17 años… Y en 1911 se trasladó a Buenos Aires, donde tuvo su hijo, de padre desconocido, y donde comenzó su carrera como escritora. Pero el camino no fue fácil y primero tuvo que trabajar como secretaria de publicidad en una empresa importadora de aceite de oliva, donde ella se sentía verdaderamente desdichada:

«[...] estoy encerrada en una oficina; me acuna una canción de teclas; las mamparas de madera se levantan como diques más allá de mi cabeza; barras de hielo refrigeran el aire a mis espaldas; el sol pasa por el techo, pero no puedo verlo; bocanadas de asfalto caliente entran por los vanos y la campanilla del tranvía llama distante. Clavada en mi sillón, al lado de un horrible aparato para imprimir discos, dictando órdenes y correspondencia a la mecanógrafa, escribo mi primer libro de versos, un pésimo libro de versos. ¡Dios te libre, amigo mío, de La inquietud del rosal! Pero lo escribí para no morir».

Cuando publica su primer libro, La inquietud del rosal, tenía 24 años y fue ésta una colección de poemas en los que dejaba entrever su condición de mujer joven repleta de deseos y la situación que vivía como madre soltera, aunque jamás tuvo ningún complejo por ello. Este primer libro tuvo muy poco éxito pues la crítica lo acusó de inmoral, costándole incluso el puesto de trabajo, sin embargo, le sirvió para entrar en los círculos literarios y conocer a poetas tan importantes como el nicaragüense Rubén Darío y al uruguayo José Enrique Rodó, comenzando a colaborar en la revista literaria Caras y Caretas.  En 1918 publicó su poemario Dulce daño, del cual podemos leer el poema Nocturno:

Es muy dulce el silencio de esta hora;
hay algo en el jardín que tiembla y llora.
Oh, ven, que entre tus manos haré almohada,
para apoyar mi testa desolada.

Te esperaré en nuestro banco
y por gustarte vestiré de blanco.
No esperes, al llegar, que yo me mueva
de la glorieta que nos finge cueva.

Me lo suele impedir el corazón
que a tus pasos se pone en desazón.
Mi corazón está tan castigado
que como un vaso morirá trizado.

Si algún día entre tus brazos se me aquieta,
tú, que tienes instinto de poeta,
Ponme sobre las sienes muchas rosas
con tus mano delgadas y nerviosas.

Las sentiré caer como un suspiro
desde el silencio azul de mi retiro.
¿No sabes que la muerte es la dulzura
jamás gustada en nuestra vida impura?

¡Oh, si fuera el allá silencio eterno
ni sol de enero, ni quietud de invierno!
Estoy cansada de escuchar sonidos;
me molestan y me ofenden tantos ruidos..

El cerebro me pesa como un cuervo
clavado adentro por destino acerbo.
y tengo tal deseo de dormir...
Oh, qué hermoso, qué hermoso no sentir.

¡Oh, dejarse llevar sin voluntad
como una estrella por la inmensidad!
No saber de uno mismo; ser el ave;
llevar las alas sin buscar la clave.

No esperes que se aquiete el corazón;
mátalo tú en un rapto de pasión.
Esta noche, mi bien, y no mañana.
¡Es tan dulce esta hora vesperiana!

Aquí, entre flores pálidas y mustias
que se mueren también por mis angustias.
No tardes esta noche, amado mío...
el cielo se ha nublado; tengo frío...

No tardes esta noche que estoy sola . .
y tiemblo... tiemblo... soy una corola.
Esto es amor, esto es amor:
yo siento en todo átomo vivo un pensamiento.

y soy una y soy mil;
todas las vidas ¡pasan por mí;
me muerden sus heridas.
y no puedo ya más;

en cada gota de mi sangre
hay un grito y una nota.
y me doblo, me doblo bajo el peso
de un beso enorme, de un enorme beso.

En esta época, Alfonsina se introdujo en los mundillos socialistas y colaboró activamente  en la ayuda de los niños europeos de los países invadidos por Alemania en la Primera Guerra Mundial, lo que le supuso el reconocimiento de la embajada Belga en Argentina. En 1920 ganó su primer premio literario con Languidez, lo que le llevó hasta Montevideo donde escribió el poema Un cementerio que mira al mar:

Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día
así acostados junto al mar sonoro?
¿Comprendía quien fuera que los muertos
se hastían ya del canto de las aves
y nos han puesto muy cerca de las olas
porque sintáis del mar azul, el ronco
bramido que apavora?

Os estáis junto al mar que no se calla
muy quietecitos, con el muerto oído
oyendo cómo crece la marea, y aquel
mar que se mueve a nuestro lado, es la
promesa no cumplida, de una Resurrección.

El viento, en primavera, suavemente,
desde la barca que allá lejos pasa,
os trae risas de mujeres ... Tibio
un beso viene con la risa, filtra
la piedra fría, y se acurruca, sabio, 
en vuestra boca y os consuela un poco.
Pero en noches tremendas, cuando aúlla
el viento sobre el mar y allá a lo lejos
los hombres vivos que navegan tiemblan 
sobre los cascos débiles, y el cielo
se vuelca sobre el mar en aluviones,
vosotros, los eternos contenidos,
no podéis más, y con esfuerzo enorme
levantáis las cabezas de la tierra.

Y en un lenguaje que ninguno entiende
gritáis: Venid, olas del mar, rodando,
venid de golpe y envolvednos como
nos envolvieron, de pasión movidos,
brazos amantes. Estrujadnos, olas,
movednos de este lecho donde estamos
horizontales, viendo cómo pasan los
mundos por el cielo, noche a noche.
Entrad por nuestros ojos consumidos,
buscad la lengua, la que habló, y movedla,
¡echadnos fuera del sepulcro a golpes!

Y acaso el mar escuche, innumerable,
vuestro llamado, monte por la playa,
¡y os cubra al fin terriblemente hinchado!
Entonces, como obreros que comprenden,
se detendrán las olas y leyendo
las lápidas inscriptas, poco a poco
las moverán a suaves golpes, hasta
que las desplacen, lentas, y os liberten.
¡Oh, qué hondo grito el que daréis, qué
enorme grito de muerto, cuando el mar nos
coja entre sus brazos, y os arroje al seno
del grande abismo que se mueve siempre!

Brazos cansados de guardar la misma
horizontal postura; tibias largas,
calaveras sonrientes: elegantes
fémures corvos, confundidos todos,
danzarán bajo el rayo de la luna
la milagrosa danza de las aguas.
Y algunas desprendidas cabelleras.
Rubias acaso, como el sol que baje
curioso a veros, islas delicadas
formarán sobre el mar y acaso atraigan
a los pequeños pájaros viajeros.

Por aquella época comenzó su relación con el escritor Horacio Quiroga, no muy bien vista por la madre de éste dada la reputación que tenía Alfonsina, pero que duró hasta 1927, cuando él conoció a la que sería su segunda esposa, María Elena Bravo. No se sabe a ciencia cierta cuál fue el grado de esta relación, pero la poetisa le dedicó un sentido poema tras el suicidio de éste donde se presagia su propia muerte:

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como en tus cuentos, no está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.

En 1927 estrena su primera obra de teatro, El amo del mundo, que fue un rotundo fracaso y no aguantó más de tres días en cartel. En los años treinta realiza dos viajes a Europa con su amiga Blanca de la Vega, intentando olvidarse de sus problemas mentales. Al regreso del último de sus viajes se descubre un tumor en el pecho, del cual le operan con éxito y es curada parcialmente, pero a partir de ese momento su ya débil equilibrio psicológico se deterioró más y vivió sus últimos años atemorizada por la idea de la muerte. Se retrae y apenas sale a la calle, hasta el día de su triste final.

Alfonsina es una voz que defiende la libertad artística e individual, sobre todo de la mujer. Activista contra lo supremo masculino, busca el amor y lo vive plenamente, pero reivindicando su feminidad y luchando por la igualdad entre sexos, como en el poema Tú me quieres alba, donde ataca la hipocresía de la virginidad femenina y no la masculina:

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

Poema este que ha bebido en las fuentes inspiradoras de Sor Juana Inés de la Cruz con su Hombres necios. Este mismo tema podemos encontrar en Hombre pequeñito:

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar.
Yo soy tu canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula, que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.

Sus versos están carentes de ironía, son una queja, a veces angustiada, sin esperanza, como el que lucha contra algo imposible. Un ejemplo más lo tenemos en La que comprende:

Con la cabeza negra caída hacia adelante
está la mujer bella, la de mediana edad,
postrada de rodillas, y un Cristo agonizante
desde su duro leño la mira con piedad.

En los ojos la carga de una enorme tristeza,
en el seno la carga del hijo por nacer,
al pie del blanco Cristo que está sangrando reza:
-¡Señor, el hijo mío que no nazca mujer!

Su feminismo no es radical puesto que no rechaza al hombre sino que lo quiere como su complemento, como un igual, como el compañero al que amar y con el que compartir. Lo vemos muy claro en Veinte siglos:

Para decirte, amor, que te deseo,
sin los rubores falsos del instinto,
estuve atada como un Prometeo,
pero una tarde me salí del cinto.

Son veinte siglos que movió mi mano
para poder decirte sin rubores.
“Que la luz edifique mis amores”.
Son veinte siglos los que alzó mi mano!

Pasan las flechas sobre mis cabellos,
pasan las flechas, aguzados dardos...
son veinte siglos de terribles fardos!
Sentí su peso al libertarme de ellos.

Y no creas que tenga el brazo fuerte,
mi brazo tiembla debilucho y magro,
pero he llegado entera hasta el milagro:
estoy acompañada por la muerte.

Podríamos dividir su poesía en dos épocas, la primera, romántica, donde los temas van del amor carnal al espiritual, en la que aparece la dimensión erótica y sensual, pero con una gran carga de insatisfacción y reproche contra la imagen del varón, como hemos visto, y que culmina con el libro Poemas de amor que, curiosamente, está escrito en prosa y consiste en una serie de relatos en primera persona y con bastante rasgos autobiográficos, y donde se muestra al amor como algo inalcanzable, efímero y fugaz. De él ella misma dijo: «son frases de estado de amor escritos en pocos días ya hace algún tiempo» y consideraba esta obra «una lágrima de las tantas lágrimas de los ojos humanos».

La segunda etapa comenzaría con Mundo de siete pozos y allí la poetisa muestra un amor más abstracto y reflexivo, apareciendo incluso la ironía. Su estilo es más depurado, utilizando el verso libre y el soneto sin rima, y su contenido es más hermético, lleno de simbolismos y partes oscuras.

Se balancea,
arriba, sobre el cuello,
el mundo de las siete puertas:
la humana cabeza...

Redonda, como dos planetas:
arde en su centro
el núcleo primero.
Ósea la corteza;
sobre ella el limo dérmico
sembrado
del bosque espeso de la cabellera.

Desde el núcleo
en mareas
absolutas y azules,
asciende el agua de la mirada
y abre las suaves puertas
de los ojos como mares en la tierra.

... tan quietas
esas mansas aguas de Dios
que sobre ellas
mariposas e insectos de oro
se balancean.

Y las otras dos puertas:
las antenas acurrucadas
en las catacumbas que inician las orejas;
pozos de sonidos,
caracoles de nácar donde resuena
la palabra expresada
y la no expresa:
tubos colocados a derecha e izquierda
para que el mar no calle nunca.
y el ala mecánica de los mundos
rumorosa sea.
Y la montaña alzada
sobre la línea ecuatorial de la cabeza:
la nariz de batientes de cera
por donde comienza
a callarse el color de vida;
las dos puertas
por donde adelanta
-flores, ramas y frutas-
la serpentina olorosa de la primavera.

Y el cráter de la boca
de bordes ardidos
y paredes calcinadas y resecas;
el cráter que arroja
el azufre de las palabras violentas,
el humo denso que viene
del corazón y su tormenta;
la puerta
en corales labrada suntuosos
por donde engulle, la bestia,
y el ángel canta y sonríe
y el volcán humano desconcierta.

Se balancea,
arriba,
sobre el cuello,
el mundo de los siete pozos:
la humana cabeza.

Y se abren praderas rosadas
en sus valles de seda:
las mejillas musgosas,

Y riela
sobre la comba de la frente,
desierto blanco,
la luz lejana de una muerta...

Aparece el miedo en sus escritos, desde un estado de vejez espiritual incipiente, y asoma el tema de la muerte, como ocurre en Versos otoñales:

Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas,
he sentido el otoño; sus achaques de viejo
me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.

!Que curioso destino! Me ha golpeado a las
puertas en plena primavera para brindarme nieve
y mis manos se hielan bajo la presión leve
de cien rosas azules sobre sus dedos muertas.

Ya me siento invadida totalmente de hielo;
castañean mis dientes mientras el sol, afuera,
pone manchas de oro, tal como en primavera,
y ríe en la ensondada profundidad del cielo.

Y lloro lentamente, con un dolor maldito,
con un dolor que pesa sobre mis fibras todas,
!Oh, la pálida muerte que me ofrece sus bodas
y el borroso misterio cargado de infinito!

!Pero yo me rebelo!...? Cómo esta forma humana
que costó a la materia tantas transformaciones
me mata, pecho adentro, todas las ilusiones
y me brinda la noche casi en plena mañana?

Condicionada por el dolor y el temor a la muerte, Alfonsina vive estos últimos años sumida en una profunda crisis que culminará con su suicidio, algo que ya venía anunciando en sus postreros poemas, como podemos ver en Melancolía:

Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida...
Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
haz que por vez postrera
penetre mis pupilas el sol de primavera.

Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
a decirme: buen día.

No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
pero antes que me bese el viajero piadoso
que todas las mañanas,
alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.

Sus funerales convocaron a los personajes más importantes de la política y las letras de toda Argentina y antes de cerrar el féretro, su amigo Manuel Ugarte colocó sobre sus manos un ramillete de rosas blancas… Curiosamente, en el espacio de veinte meses, además de ella, también se suicidaron sus amigos y escritores Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones… Parece como si la búsqueda de la belleza y la comprensión de la existencia absorbiese la energía vital de aquellos que vivieron para el arte…

¡ADIÓS!

Las cosas que mueren jamás resucitan, 
las cosas que mueren no tornan jamás. 
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda 
es polvo por siempre y por siempre será! 

Cuando los capullos caen de la rama 
dos veces seguidas no florecerán... 
¡Las flores tronchadas por el viento impío 
se agotan por siempre, por siempre jamás! 

¡Los días que fueron, los días perdidos, 
los días inertes ya no volverán! 
¡Qué tristes las horas que se desgranaron 
bajo el aletazo de la soledad! 

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas, 
las sombras creadas por nuestra maldad! 
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas, 
las cosas celestes que así se nos van! 

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!... 
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!... 
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte, 
corazón maldito que inquietas mi afán! 

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas! 
¡Adiós mi alegría llena de bondad! 
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas, 
las cosas celestes que no vuelven más! ...

Gálvez, Francisco

Francisco Gálvez es un poeta español nacido en Córdoba en 1945 y que posee una variada obra poética que ha sido reconocida con diversos premios. Muchos de sus libros se pueden encontrar en varios idiomas y algunos de sus poemas han sido musicados. Gálvez es fundador de la revista de poesía “Antorcha de Paja” (1973-1983), una de las más representativas de la generación del 70. Su variado estilo poético ha evolucionado a lo largo del desarrollo de su obra, pues si en libro Tránsito (1994), que fue galardonado con el Premio Editorial Anthropos de Poesía 1993, se refiere a un sujeto sublimado que se pronunciaba a través de la reflexión discursiva, en El hilo roto, (2001) acoge múltiples voces que se escuchan implícitamente en las respuestas del contestador automático, mientras que en El paseante, con el que recibió  el Premio Ciudad de Córdoba Ricardo Molina de 2005, alcanza una singular capacidad simbolizadora en la escrutación de espacios físicos e imaginarios. Su poesía atiende a registros variados y ha sido influenciada por francés Gaston Bachelard y su poética del espacio, que refiere a cómo los espacios que habitamos influyen en nuestra imaginación y en nuestra percepción del mundo. Los rasgos más esenciales de su trabajo poético son la cercanía a todo lo que le rodea, su inconformismo crítico y su perspectiva personal, aunque su yo siempre se mantiene en un segundo plano. Por lo tanto, la poesía de Gálvez ha evolucionado desde una reflexión discursiva hacia una exploración de la cotidianidad y la simbolización de espacios físicos e imaginarios. A lo largo de esta evolución, ha mantenido un enfoque crítico y una cercanía a su entorno, reflejando una variedad de temas en su poesía.

Apuntes sobre el canon literario

Cuadro blanco sobre fondo blanco. Kazimir Malevich

“El canon, una palabra religiosa en su origen, se ha convertido en una elección entre textos que compiten para sobrevivir, ya se interprete esta elección como realizada por grupos sociales dominantes, instituciones educativas, tradiciones críticas o, como hago yo, por autores de aparición posterior que se sienten elegidos por figuras anteriores concretas” (Bloom, 1995: 30)

Es decir, es una selección de los mejores y más importantes textos literarios cuya auténtica cuestión es: “¿Qué debe leer el individuo que desea leer en este momento de la historia?” (Bloom, 1995: 25). Por supuesto, el canon universal sería inmenso, ya que se unirían las tradiciones occidentales, orientales…, por eso cuando se hacen estudios sobre él se centran en alguno de sus puntos, cuya suma total formaría el canon occidental. Aquí tan solo queremos dar una pequeña visión del concepto de canon, centrándonos en el occidental al que pertenece nuestra cultura y hablando al final de la poesía española actual en relación al canon poético.

Empezaremos diciendo que el canon debe existir, es inevitable “porque somos mortales y nuestro tiempo es limitado” (Bloom, 1995: 40) lo que hace que debamos seleccionar nuestras lecturas, y que mejor forma de hacerlo que acudir a un compendio de las más influyentes e importantes de la historia. Pero la cuestión va más allá, pues no solo es inevitable que exista para ofrecernos una guía cultural sobre la que asentar nuestro saber literario, sino que los escritores quieren de su existencia, ya que el hecho de poder llegar a formar parte de él hace que el autor sea reconocido por las posteriores generaciones y por tanto su figura quede inmortalizada; ya sabemos que nadie muere mientras alguien lo recuerda. Sinceramente, siempre he pensado que a esta afirmación le falta una segunda parte que diga que incluso es posible que alguien que ha muerto siga más vivo que tú o yo. Por ejemplo, entrando ya un poco en poesía, Garcilaso de la Vega o Luis de Góngora, que mueren en 1536 y 1627 respectivamente, están mucho más vivos que la gran mayoría de nosotros, y lo estarán por muchos años más. Al fin y al cabo, es el arte la huella de nuestro paso por el mundo, y si ese arte entra en el canon, la huella se eterniza. 

Resumiendo: la entrada en el canon literario hace inmortales a los escritores; el canon inmortaliza, porque el canon hace recordar.

Ya en la Grecia Antigua, antes de la filosofía de platónica de los siglos IV y V a.C., se plasmaba esto en la poesía, por supuesto que no se hablaba de canon, pero sí de la eternidad a la que la obra de arte lleva a sus creadores: “Zeus nos ha dado un duro destino, para que en adelante seamos cantados por los hombres” afirma Homero en el canto VI de la Ilíada. Pero muchos más poetas tratan este tema, por ejemplo Teognis de Megara en estos bellos versos dirigidos a su amante Cirno, en los que afirma que no solo el poeta continuará con su canto tras la muerte, sino que se recordará por igual también al objeto poético:

Alas a ti yo te he dado; con ellas el mar infinito
y toda la tierra en un vuelo podrás recorrer
sin fatigas; en todo banquete y festejo presente
te hallarás, albergado en las bocas de muchos,
y al son de las flautas de tonos agudos los jóvenes
en rondas de amor, con bellas y suaves tonadas
te citarán. Y cuando bajo las cuevas de la sombría tierra,
a las casas de Hades llenas de lamentos,
ni siquiera entonces, aunque estés muerto perderás la fama,
sino que serás recordado entre la gente al tener un nombre inmortal,
Cirno, y vas a viajar por la tierra de Grecia y por las islas,
atravesando sobre el estéril mar rico en peces,
no sentado a lomos de caballos; sin embargo, que te llevarán
los resplandecientes dones de las Musas coronadas de violeta.
Para todos, a quienes importa, y para todos los que existirán
serás canto por igual, mientras tierra y sol (existan).
Yo sin embargo no obtengo de ti un poco de respeto,
sino que como a un niño pequeño me engañas con palabras.
Jorge Manrique

Los latinos, en gran parte deudores de la filosofía helenística incluyeron estas ideas en su arte, y por tanto, todo ello volvió a despertar posteriormente en Europa con el Renacimiento: En Castilla, Jorge Manrique en sus archiconocidas Coplas dice:

Copla 35

No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dejáis,

(aunque esta vida de honor
tampoco no es eternal
ni verdadera);
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal
perecedera.
William Shakespeare

Por último, tan solo un poema más que plasma estas ideas, un soneto de transición entre los siglos XV y XVI, entre Renacimiento y Barroco, escrito por uno de los mejores dramaturgos de la historia, William Shakespeare:

¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees.
Tiembla el brote de mayo bajo el viento
y el estío no dura casi nada.

A veces demasiado brilla el ojo solar
y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.

Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, ni la Muerte
se jactará de ensombrecer tus pasos

cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.

Ya sabemos una de las funciones del canon, sin embargo, surge un problema: ¿Están al mismo nivel dentro de él William Shakespeare, Jorge Manrique, Teognis de Megara y Homero? La respuesta claramente es no. Podemos explicar esto a partir de una de las bases de la Semántica Cognitiva, la teoría de prototipos, que aplicada al tema que estamos tratando quedaría así: no todos los elementos del canon se encuentran en un mismo nivel de importancia, sino que hay elementos centrales o prototípicos –obras literarias y autores más representativos y reconocidos- y otros periféricos –obras y autores reconocidos y representativos, pero no al nivel de lo anterior-. Por supuesto, dentro de los elementos periféricos algunos son más cercanos al centro del modelo, mientras que otros están más alejados. En este caso en concreto, podemos afirmar que tanto Shakespeare como Homero junto a sus más importantes obras se encuentran por méritos propios en el mismo centro del canon universal; Manrique estaría en una buena posición pero no sería prototipo como los anteriores, sin embargo sí que estaría situado en una posición más central si estamos hablando del canon poético hispánico; Teognis por su parte no ha sido tan apreciado por grupos sociales, culturales, escritores, tradiciones críticas…, que son los que crean el canon como sabemos gracias a la definición de Bloom, por lo que su posición es muy periférica en el universal, e incluso podemos considerar que no está incluido, aunque ocuparía una mejor situación en el canon poético de la Grecia Antigua.

Esto último nos lleva a otra característica del canon: existe un Gran Canon Occidental, en mayúsculas, en el que se encuentran las obras y los escritores más importantes de la historia de la humanidad. Sin embargo, no es único, ya que cada cultura nacional tiene una visión propia del él, generándose así cánones diversos pero muy similares en cuanto a su forma y contenido. Además, cada cultura tiene su propio canon nacional en el que se recogen sus obras más importantes.

Otra característica importante es que cada época tiene un canon sincrónico determinado por los gustos y las modas culturales. Por ejemplo, es bien sabido que la Generación del 27 –Lorca, Guillén, Aleixandre, Cernuda…- encumbraron como el gran poeta de la historia de las letras hispanas a Luis de Góngora, desplazando a Garcilaso a un segundo plano, es decir, convirtieron en el prototipo por excelencia al poeta barroco y sus difíciles juegos de palabras alejando del centro al renacentista con su lenguaje más sencillo. Comparad en este sentido estos dos maravillosos poemas que describen a una mujer amada:

Luis de Góngora: Soneto LXXXVI 

De pura honestidad templo sagrado,
 cuyo bello cimiento y gentil muro
de blanco nácar y alabastro duro
fue por divina mano fabricado;

pequeña puerta de coral preciado,
claras lumbreras de mirar seguro,
que a la esmeralda fina el verde puro
habéis para viriles usurpado;

soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
al claro sol, en cuanto en torno gira, 
ornan de luz, coronan de belleza;

ídolo bello, a quien humilde adoro:
oye piadoso al que por ti suspira,
tus himnos canta y tus virtudes reza.
Garcilaso: Soneto XXIII

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena      
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado       
cubra de nieve la hermosa cumbre;

marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre. 
Detalle de la Venus de Botticelli

Sin embargo, no todo van a ser perfecto, hay un problema que trataré de resumir siguiendo a Méndez Rubio en “¿De dónde viene la violencia al canon poético?”: el hecho de la existencia del canon hace que debamos ver la literatura en una posición maniquea: interior o exterior al canon. Actualmente, el lenguaje y la literatura han sido instrumentalizados por los estados modernos y el mercado para crear un soporte que instaure un proyecto de comunicación masivo y así realizar un control cultural de las masas, es decir, la elección de qué elementos entran en el canon la toma de forma un tanto dictatorial el “grupo social dominante” del que hablaba Bloom en su definición del inicio. El canon es, por tanto, modificado por los intereses del poder que deciden quién entra a él a través del control los grandes medios de masas sin los cuales no puedes ser conocido y por tanto no puedes ser incluido en él, lo que genera una lucha de “textos que compiten para sobrevivir” (Bloom, 1995: 30) en un campo de batalla donde reinan los intereses neoliberales. Qué mejor resumen de esto que las palabras de Chomsky, según el cual las obras masivas y canónicas actuales se convierten en “modelos de propaganda de la ideología neoliberal” (Chomsky, 1992).

 No quiero decir así que gran parte de las obras y autores que se incluyen actualmente no merezcan estar en él, sino que lo que intento reivindicar es que muchas veces a través de los elementos que entran en el canon se trata de tapar y hacer desaparecer a otras muchas grandes obras y escritores que no tienen el respaldo del poder porque lo critican duramente, como es el caso de la poesía experimental actual no basada en los dogmas del realismo: ¿Acaso las obras a las que pertenecen los poemas que aparecen posteriormente no merecen pertenecer al canon poético hispano al igual que han entrado otras muchas de Luis García Montero o Vicente Gallego?, ¿Acaso no deberían ser los propios escritores y los críticos los que decidieran qué obras merecen entrar y no los intereses del poder establecido “democráticamente”?

Antonio Orihuela

11-M

Yo me manifesté contra la guerra.
Hice todo lo que un ciudadano puede hacer contra la guerra.
Pegué carteles,
di recitales,
fui a la huelga general contra la guerra
que mi pequeño sindicato convocó contra la guerra.
Hablé, donde pude, contra la guerra.
Ahora, el gobierno de mi país en guerra
me pide que me manifieste
porque el enemigo
ha empezado a tirarnos bombas.
Querían
ir a la guerra
y sólo disparar ellos.
Enrique Falcón

España y poesía, viejita y regañadita

En mi país cocido de lejos buenamente con las tripas afuera
los poetas comen jeringuillas con leche
carne de avestruz
brotan de las cuevas con un poco de saliva
se derraman por el campo como niños sin dientes.
En mi país cuchillo en las trenzas de los buenos empresarios
no hay huelgas generales:
los poetas las evitan con un trapo en la boca
brotan de las cuevas con temblores de piel
y lamen los cercados de los hombres ricos.
En mi país castigo en periferia de los barrios más bellos
se prohíben cosas que no sean de madera:
con blancos mondadientes se arrancan los colmillos
los poetas honestos de todo el país
brotan de las cuevas con los párpados mudos
para luego calmarse con trescientos espejos
los poetas honestos de todo el país.
Mi
verdadero conflicto:
que me muerden mis versos,
que no tengo país.
Antonio Méndez Rubio

De donde vienes tú no hay esperanza
apenas sino sombra
temblando entre las hojas
noche nueva en el agua
de cuando vienes tú no hay ya futuro
y sin embargo nada
en tus manos significa renuncia
nada derrota nada arena oscura
ni nada desencuentro
nada
sabes del frío con que mi voz te espera

LIBROS CONSULTADOS:

BLOOM, H. (1995): El canon occidental, Barcelona, Anagrama.

CHOMSKY, N. (1992): Ilusiones necesarias (Control del pensamiento en las sociedades democráticas, Madrid, Libertarias.

MÉNDEZ RUBIO, A. (2004): Poesía sin rumbo, Mérida, Editora Regional de        Extremadura.

Quevedo, Francisco de

Francisco de Quevedo fue un escritor español del Siglo de Oro, considerado uno de los más grandes poetas de la literatura española. Nació en Madrid el 14 de septiembre de 1580, en una familia de hidalgos que trabajaban en la corte. Estudió con los jesuitas y en las universidades de Alcalá y Valladolid, donde se hizo famoso por su rivalidad con Góngora. Fue secretario del duque de Osuna y participó en intrigas políticas y diplomáticas en Italia. Recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago y el título de secretario real. Sin embargo, también sufrió varios destierros y encarcelamientos por sus opiniones y sus sátiras. Murió en Villanueva de los Infantes el 8 de septiembre de 1645. Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época: poesía, narrativa, teatro, filosofía y humanismo. Su obra se caracteriza por el conceptismo, un estilo ingenioso y agudo que busca la expresión más concisa y profunda del pensamiento. Su poesía abarca desde la sátira y el humor hasta la reflexión sobre el amor, el tiempo y la muerte. En el género narrativo se incluyen la novela picaresca El Buscón, una de las obras maestras del género, y la novela histórica Los sueños, una crítica de la sociedad de su tiempo. Sin embargo, sus aportaciones al teatro son menos conocidas, pero también tiene obras de gran calidad, como El chitón de las tarabillas y La fortuna con seso y la hora de todos. Mención aparte se merecen sus trabajos filosóficos y humanísticos donde muestra su erudición y su interés por los problemas morales, políticos y religiosos de su época.

One, de U2

Cuando en mi decimoquinto cumpleaños mi hermano me regaló uno de los mis primeros discos de vinilo con los que comencé mi colección “vintage”, no podía imaginar que iba a descubrir a un grupo que marcaría bastante mi inclinación musical. Aquellos cuatro tipos treintañeros, de aspecto atractivo y desafiante, que se habían creado una merecida fama de rebeldes pacifistas y defensores de las causas imposibles de los más desfavorecidos durante la década de los ochenta, se habían despedido de su público en su ciudad natal, Dublín, en 1989, tras el gran éxito obtenido con su álbum The Joshua Tree. En cambio ahora volvían con mucha más fuerza, sabiduría y decisión, tras un largo calvario de dos años y duras y complicadas sesiones de grabación, donde la unión estuvo muy cerca de disolverse, pero con su séptimo álbum, Achtung Baby, donde los ritmos eran más palpitantes y las melodías se cargaban de electricidad y se comenzaron a escuchar por las discotecas donde yo dejaba pasar las horas más frenéticas de mi juventud, pero sobre todo una canción por encima de las otras se introdujo en mí para formar parte de la banda sonora de mi vida, me refiero a “One”, la cual, producida por Brian Eno y Daniel Lanois, como el resto del disco y gran parte de los trabajos de la banda, es uno de sus temas más representativos y ha llegado a ser un himno para muchos, quienes ven en esta canción una oda a la amistad.

Como ya habréis deducido los enteradillos en estos recovecos de partituras y pentagramas, me refiero al ya mítico grupo U2, una banda de rock irlandés que fue creada por cuatro chavales de bachillerato allá por el año 1976: El vocalista Paul Hewson, más conocido como “Bono”, el guitarrista David Evans (The Edge), el bajista Adam Clayton y el percusionista y actor Larry Mullen.

“One”, según palabras del mismo Bono, el autor de la letra, “es una canción de amistad y camaradería”, sin embargo, se ha querido encontrar en ella distintas interpretaciones y orígenes, algunas bastante dispares. Por ejemplo, con la aparición de su primer vídeo oficial, el versionado por Anton Crobijn y que fue rodado en Berlín, cuyos beneficios fueron en parte destinados a la lucha contra el SIDA, algunos críticos pensaron que se trataba de las confesiones de un joven gay enfermo de VIH a su padre:

Aunque, leyendo detenidamente la letra, estas afirmaciones parecen querer rizar el rizo y buscar algunas connotaciones, tal vez malintencionadas, que quizá no tenga… Está claro que aparece una voz protagonista que se dirige a otra persona y comienza con una serie de preguntas las cuales nos la descubren como un ser angustiado, que sufre por una relación o por una pérdida, pero ¿podría referirse a sí mismo?:

Is it getting better, or do you feel the same?
Will it make it easier on you, now you got someone to blame?
¿Te sientes mejor, o te sientes igual? 
¿Será más fácil para ti, ahora que puedes culpar a alguien? 

Este punto es duro, la verdad, pues tal vez se refiera a alguien que tenga un sentimiento de culpabilidad por algo, que no le deja ser feliz, pero no nos aclara nada, ni quién es, ni qué pasa… Sigamos:

You say one love, one life, when it's one need in the night. 
Tú dices un amor, una vida, cuando es una necesidad en la noche.

Se afirma que un amor es una vida, pero luego llega una contradicción, ya que sólo es una necesidad en la noche, ¿para quién?… ¿para el que habla?… ¿para el que escucha? ¿En general?…

One love, we get to share it 
Leaves you baby if you don't care for it. 
Un amor, que llegamos a compartirlo, 
te deja si tú no cuidas de él. 

En este punto, aunque la cosa parezca más clara, puede inducirnos a diferentes equívocos: ¿de qué tipo de amor habla?… ¿Realmente está hablando con otra persona o es una mera reflexión?…

Did I disappoint you or leave a bad taste in your mouth? 
You act like you never had love and you want me to go without.” 
¿Te decepcioné o te dejé un mal sabor en la boca? 
Actúas como si nunca tuvieras amor y quieres que yo prescinda de ello.

Parece que se van descartando el resto de las posibilidades y se va clarificando el del amor familiar, el de padres e hijos, pues estos versos llevan una gran carga de reproche que es más común en las relaciones filiales. Tengamos en cuenta que Bono perdió a su madre, Rankin Hewson, quien murió a causa de un aneurisma cerebral cuando él sólo tenía catorce años. Desde entonces vivió bajo la tutela de su padre, con el que nunca, al parecer, tuvo una excelente conexión. Fue un joven rebelde y conflictivo, e incluso tuvo que ser cambiado de colegio por lanzarle excremento de perro a una profesora, precisamente la de español, y no acabó sus estudios, como hubiera sido el deseo de su familia, buscando pronto el camino de la música, puesto que a los 16 años formó parte de una banda llamada Feedback, compuesta por Larry Mullen, David Evans (The Edge), Dick Evans y Adam Clayton, de la cual, años después, surgiría U2. Así púes, estas líneas tienen todo el aspecto de una discusión entre padre e hijo, aunque todavía no se pueda descartar por completo cualquier otra hipótesis. Más adelante continúa:

Well, it's too late tonight to drag the past out into the light. 
We're one, but we're not the same. 
We get to carry each other, carry each other... one.
Bien, es muy tarde esta noche para sacar el pasado a la luz. 
Somos uno, pero no somos lo mismo.
Conseguimos llevarnos el uno al otro, llevarnos el uno al otro ... uno. 

Aunque ahora parece más claro la relación familiar y que esta canción es como un reproche, como una llamada de atención, como la petición de alguna respuesta, no podemos descartar todavía la hipótesis de la reflexión…

Have you come here for forgiveness?
Have you come to raise the dead? 
Have you come here to play Jesus to the lepers in your head?
¿Has venido aquí a por el perdón? 
¿Has venido para resucitar a los muertos? 
¿Has venido aquí para jugar a Jesús con los leprosos en tu imaginación? 

Una presencia tras una prolongada ausencia que se intuye, con su vuelta retorna el pasado, pero ¿para qué?… ¿acaso espera que ocurra algún milagro?… Como vemos, cada vez más tiene el aspecto de una discusión familiar, no es tan frecuente este tipo de reproches entre amigo o amantes…Incluso parece alejarse de la reflexión y del monólogo…

Did I ask too much, more than a lot?
You gave me nothing, now it's all I got.
We're one, but we're not the same.
Well, we hurt each other, then we do it again.
¿Te pedí demasiado, más que demasiado? 
Tú no me diste nada, ahora es todo lo que tengo. 
Somos uno, pero no somos lo mismo. 
Bien, nos herimos el uno al otro, una y otra vez.

Creo que las dudas se nos aclaran y se va apareciendo ante nosotros la típica imagen de un padre y un hijo discutiendo sobre el pasado y sobre el presente y defendiendo el derecho particular del futuro, pero, claro, un padre y un hijo que han vivido una situación especial, llena de vacíos, de silencios, de actitudes equívocas, etc., que ahora salen como proyectiles lanzados contra el otro con la intención de derrotar, de humillar, de hacer daño…

You say love is a temple, love a higher law.
Love is a temple, love the higher law.
You ask me to enter, but then you make me crawl
and I can't be holding on to what you got, when all you got is hurt.
Tú dices que el amor es un templo, el amor una ley superior. 
El amor un templo, el amor la ley superior. 
Me pides que entre, pero luego haces que me arrastre 
y yo no puedo agarrarme a lo que tienes, cuando todo lo que tú tienes es dolor.

Y aquí le sale toda la amargura al hijo, todos los reproches que lleva guardados… Pero ahora me surge otra duda: ¿podría estar expresando una duda de fe?… “el amor es un templo, dice, una ley superior, pero cuando me pides que entre, haces que me arrastre” …Duras palabras… “no puedo agarrarme a lo que tienes porque todo lo que tienes es dolor” …

One love, one blood, one life, you got to do what you should.
One life with each other: sisters, brothers.
One life, but we're not the same.
We get to carry each other, carry each other.
One, one.
Un amor, una sangre, una vida, tienes que hacer lo que debes. 
Una vida con los otros: hermanas, hermanos. 
Tenemos la oportunidad de llevarnos unos a otros, llevarnos unos a otros.
Una vida, pero no somos lo mismo. 
Uno, uno.

En cambio, en esta última estrofa aparece de nuevo el tono reflexivo y da la sensación de dirigirse más a un ser superior, a un destino, parece como el lamento de una frustración, la imagen de un vacío… El grito sobre un mundo que no es amable, en el que reina el dolor, la tristeza, la injusticia…

Es realmente una letra confusa y desconcertante, en la que pueden caber diferentes puntos de vista, por supuesto, pero la cual es así premeditada y nunca, ni su autor ni los compañeros, han querido desentrañar su significado.

U2 tocó esta canción por primera vez en vivo el 29 de febrero de 1992 en Florida. Al año siguiente se formó una superbanda especial formada por el grupo R.E.M., y dos componentes de U2, Larry Mullen y Adam Clayton, llamada Automatic Baby quienes interpretaron “One” en un concierto de la MTV ante el presidente de los Estados Unidos  Bill Clinton:

Una de las últimas versiones de la canción fue la realizada por U2 junto a Mary J. Blige, que posteriormente fue tocada en los Grammys del 2006, y que apareció en el álbum de esa cantante, The Breakthrough.

Pero quiero cerrar este artículo con una última versión especial, la de Johnny Cash, el famoso cantante country norteamericano, quien a la edad de 69 años la incluyó en su trabajo definitivo, allá por el año 2001, donde parece darnos, en parte, la razón a nuestro anterior comentario, aunque da la sensación de querer ir mucho más lejos…

Brines, Francisco

Francisco Brines fue un poeta español que perteneció al grupo poético de los años 50, junto con otros autores como Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente o Ángel González. Su obra se caracteriza por una profunda reflexión sobre el tiempo, la vida, el amor y la muerte, con un tono elegíaco y una gran sensibilidad lírica. Algunos de sus libros más destacados son Las brasas (1960), Palabras en la oscuridad (1966), El otoño de las rosas (1986) o La última costa (1995). Recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Poesía, el Premio Nacional de las Letras Españolas, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Miguel de Cervantes, que le fue entregado por los reyes de España en su casa de Oliva, poco antes de su fallecimiento el 20 de mayo de 2021.

María Emilia cornejo, la muchacha mala

 “Nací en Lima hace 21 años. Vivo en Lima y cuando salgo siempre vuelvo a ella. Escribo desde temprana edad, con breves y largas interrupciones. A mi estancia en tierras mexicanas debo el haber empezado a escribir más o menos disciplinadamente. Actualmente trabajo y trato de estudiar un poco en la universidad, aunque sé que terminaré siendo siempre autodidacta”.

María Emilia Cornejo,
octubre 1970, 
en su único recital 
Ciudad Universitaria de Lima.

María Emilia Cornejo fue mujer de vida corta y poetisa de un solo libro, pero un alma de desesperación inmensa y soledad de las que alargan el camino. En septiembre de 1972, a la primaveral edad de 23 años, cuando muchas todavía no han levantado el vuelo, ella decidió que su esperanza ya era vieja y paró de andar cortando la senda con una sobredosis de lo que recetan los médicos. Peruana de raíces y corazón, realizó estudios irregulares de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, allí abrió a unos pocos la vena poética que tenía escondida para la mayoría y desangró sus coágulos de inspiración en un taller de poesía dirigido por Hildebrando Pérez junto con el poeta Marco Martos. Sus primeros frutos aparecieron en 1970, en la revista Gesta y tras su marcha, vieron la luz sus tres retoños más destacados, aunque también los más polémicos, en una revista, que como su vida, sólo duró un relámpago, Eros, dirigida por Isaac Rupay. Cuando murió, estaba casada con Oswaldo Márquez, de quien cogió su seudónimo, María Márquez, ¿o tal vez fuera del apellido de su madre, curiosamente el mismo?… y su semilla para realizar su mayor ilusión: tener un hijo, el cual, tras tres meses de embarazo, se adelantó a su madre en el tránsito a la eternidad y la hundió en la depresión y el desconsuelo.

Dicen que era una mujer tierna, amable y simpática, de conversación amena e inteligente cuando se tenía el privilegio de llegar a ella, pero a su alrededor siempre había un aura como de misterio, silencio y oscuridad que no daba demasiadas esperanzas para la confianza. Sin embargo, con frecuencia la invadía el abatimiento y a veces la angustia marcaba surcos en su joven rostro. Su vacío existencial, tan pregonado por los poetas de esa época, fieles seguidores de la filosofía existencialista de Sartre, era acallado por la voz eufórica del alcohol y el sopor de las fiestas entre “amigos” … eran los años sesenta y el mundo se debatía en una crisis de identidad…

Pero lo que nadie puede rebatir, a pesar de lo que pretendan los voceros de José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos, es que ella desnudó la voz femenina, no sólo de Perú, sino de todo el planeta, al presentar sus sentimientos sin más, tal como eran, vírgenes, puros, espontáneos, en una poesía a la que se le dio el calificativo de “erótica”, pero que, en realidad, es simplemente natural, donde los tabúes reivindican su lugar y se excluyen los eufemismos afectados y manidos. Ella, mujer, sobre todo, supero el pudor heredado para encontrar su propia voz y lanzar el grito del ahogo existencial surgido de la guerra contradictoria entre los sentimientos íntimos, las vivencias de los sentidos y la sumisión cultural y despótica al hombre como mujer objeto. Por eso mismo, Cornejo también se atreve a poner sus palabras al servicio de los problemas sociales de su época, que son los de siempre…

Su trabajo poético consta de 31 poemas divididos en cinco secuencias y fueron recopilados por su antiguo profesor, Hildebrando Pérez, y editados por el Movimiento Flora Tristán en un libro póstumo titulado “En la mitad del camino recorrido” que se publicó 16 años después de la muerte de María Emilia Cornejo. Su poesía se divide en dos grandes bloques: el amoroso y el social. El primero se caracteriza por su atmósfera intimista, donde es la mujer la que expresa sus experiencias amorosas y eróticas con un lenguaje directo, sin circunloquios ni tapujos, pero impregnadas del líquido viscoso de la desolación, de la angustia y la contradicción entre la afirmación y la negación de los sentidos del cuerpo. El segundo es más sencillo y en él se hace eco de los deseos de un pueblo siempre oprimido, siempre explotado y nunca libre ni satisfecho. En ambos aparece su forma desenfadada de construir la poesía, sin estructuras ni cadenas constructivas que limiten la palabra que brota directamente del interior.

Los únicos poemas publicados en vida, bajo el seudónimo de María Márquez, aparecieron en una revista titulada Gesta que se editó al concluir el taller de poesía que se realizó en la universidad donde estudiaba y que recopilaba los trabajos de los alumnos asistentes al mismo. Estos cuatro poemas corresponden al bloque social de la autora y no aparecen en su libro, tal vez sean, como dicen algunos críticos, los más sencillos y simplistas de su creación. El primero, “Soy / micaela catary”, es una reivindicación de su identidad como mujer social, como heroína, ya que se alude a Túpac Catari, cuyo nombre real era Julián Apaza, el líder del pueblo aymara que reveló contra las autoridades coloniales españolas y que sacó su nombre de guerra de dos líderes anteriores: Túpac Amaro y los hermanos Catari; así mismo, su esposa se llamaba Bartolina Sisa, heroína nacional de Bolivia, pero nuestra poetisa realiza un juego de palabras y, al igual que el esposo, le da un nombre compuesto: Micaela, por la mujer de Túpac Amaro, y Catari, por los hermanos. Sin embargo, en el segundo poema no habla de líderes y heroínas y sí que alude directamente al concepto pueblo:

mi pueblo no es 
un mapa de veinticuatro colores 
quiero decir 
una selva verde 
una costa blanca 
una sierra ocre; 
y digo 
mi pueblo no es 
un mendigo en su banco de oro 
ni un paraíso perdido; 
mi pueblo 
mi pueblo sufre 
y es gente dividida en colores, 
mendigos y explotadores. 

Los dos últimos están dirigidos a un ser querido, que puede ser una persona o su pueblo mismo, pero no se agrupan en la poesía amorosa porque no tiene el mismo tipo de lenguaje ni de intención: (Eres como un árbol / que da sombra, / que protege) y (Eres el alba / que busco con afán).

Para hablar de los poemas amorosos comenzaremos por el final, la quinta secuencia, donde aparecen, junto al dedicado a su hermana gemela Aida María, los tres más famosos de su creación y los causantes de una polémica que ha generado ríos de tinta en los mentideros intelectuales iberoamericanos y mundiales. Estos tres poemas aparecieron en la revista Eros un año antes de ser editado el libro y son bastante diferentes en concreción y arquitectura al resto de la obra, por lo que se consideraban el fruto de una madurez creadora de la autora. Sin embargo, unos años después, el poeta José Rosas Ribeyro declaró:

«Soy la muchacha mala de la historia», «Como tú lo estableciste» y «Tímida y avergonzada» son el resultado de un trabajo de montaje y construcción que en 1973 hicimos al alimón Elqui Burgos y yo en base a los textos que nos alcanzó Hildebrando Pérez un año después de la muerte de María Emilia Cornejo. En aquel momento, mientras nos pusimos a trabajar sobre los textos originales, no nos podíamos imaginar que los poemas resultantes iban a cobrar la importancia que hoy tienen. Alentados por Hildebrando Pérez, Elqui Burgos y yo utilizamos el mundo desgarrado, angustiado, autodestructivo y muy personal que se percibía en los apuntes desordenados, «dislocados» de María Emilia Cornejo para construir tres poemas que queríamos «redondos». Al margen del taller de poesía de San Marcos, al que yo no asistía, pero Elqui sí, era nuestra forma de recordar, homenajear, a una muchacha que habíamos visto pasar entre nosotros como un pájaro que vuela con las alas quemadas y cuyo suicidio nos había dolido profundamente. Era nuestra manera de luchar contra el olvido, de comulgar con ella más allá de la muerte. Y era también un juego que Elqui y yo asumimos con el espíritu irreverente con que un anónimo poeta peruano había creado poco antes a una supuesta poetisa ecuatoriana.

¿Son ciertas estas declaraciones?… ¿Están enfocadas hacia la destrucción de un mito y el aprovecharse de un éxito por parte de las personas que recopilaron y editaron la obra de la poetisa?… En cualquier caso las ideas son las suyas y ella ya no está para defenderse… La verdad es que en los poemas anteriores la mujer es sumisa, monogámica, resignada:

me encontraste en la mitad de todos mis caminos
y avanzaste lentamente hasta inundar
todos los rincones de mi vida.
ahora,
soy la mujer que sigue
sigilosamente
tus pasos
la que aguarda en cada esquina tu llegada,
soy la mujer incondicional
que nada pide a cambio
la que siempre te recibe
y te abre las piernas sin chistar.
soy la mujer,
tu mujer,
que guarda tus más gratos recuerdos;
la que nunca olvidará tu nombre
soy la mujer que conservará como un tesoro
todos tus orgasmos
tu desesperada forma de amarme.
soy la mujer,
tu mujer,
y te amaré
hasta entregarte toda mi piel.

Lo que contrasta con la mujer rebelde, la que le planta cara al machismo y es capaz de confesar con descaro su adulterio, una voz cortante y segura… Leamos los tres famosos poemas:

SOY LA MUCHACHA MALA DE LA HISTORIA
 
soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.
soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril, 
soy la mujer que lo castró 
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.
soy
la muchacha mala de la historia.
COMO TÚ LO ESTABLECISTE
 
sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
TÍMIDA Y AVERGONZADA
 
tímida y avergonzada
dejé que quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo pude llorar.
oí que me decías que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome:
"nunca confíes en los hombres".
Comprendiste mi dolor
y con infinita ternura
cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.

Aunque cuesta creer que un pensamiento varonil haya podido sugerir estos sentimientos, incluso las imágenes, a no ser, como dice el crítico Paolo de Lima, que se haya introducido el nuevo elemento del travestismo textual… No voy a ser yo quien lo descubra, por lo tanto, leamos y comparemos otros poemas anteriores de la autora:

hubiéramos querido tener en nuestras manos
la eternidad de nuestras vidas
pero sólo nos era permitido
ocupar el cuarto por tres horas.
la vieja cama rechinó hiriendo nuestros oídos,
para entonces ya nada importaba.
con las precauciones del caso
cara - a - cara
intentamos recuperar nuestro destino
y nos amamos desesperadamente.
yo
todavía conservo
una mata de tu pelo entre mis piernas.
envueltos en las sábanas de tu cama, esa cama tuya
cargada de pesares
descubrimos las mil formas del amor;
mis senos como palomas alimentaron tus angustias
y tus pasos se perdían locos en la llanura de mi vientre,
¡oh! fauno enamorado
cabalgabas sobre mí desesperadamente.
tus labios tomaron posesión de mi sexo
y una lluvia de estrellas bañó nuestros cuerpos
y tu semen vino a mí curando todas mis penas.
al final fumamos y nos quejamos del viejo colchón de paja
limpiamos nuestros sexos
hurgamos en viejos poemas la definición de lo nuestro
volvimos a fumar
y las cuatro paredes de tu cuarto se hicieron evidentes
tan claras y evidentes.
yo te dije adiós y tú prometiste llamarme.
después de un lento aprendizaje
puede reconocer sin equivocarme
las formas de tu cuerpo,
besar tiernamente tus mejillas
y saber con exactitud
las dimensiones de tu falo.
ahora, cada encuentro se convierte
en el hecho cotidiano de besarse
meternos en la cama y repetir
los movimientos del amor.
tu cuerpo se estremece a cada orgasmo,
yo te pido más
y en la necesidad de recuperarte
mis labios exploran tu pubis,
para entonces
cansado y sudoroso.
mis senos abrigan tu sueño.

Saquen ustedes sus propias conclusiones… Pero todavía en el año 2008, José Rosas Ribeyro sigue empeñado en destrozar el mito en una entrevista concedida a Francisco Izquierdo Quea, quien había intentado antes, sin fortuna, sacar alguna declaración a Elqui Burgos; aquí acompaño un fragmento de la entrevista:

 «A tu juicio, ¿Cornejo fue o no poeta?»: «No. Ella era una chica que empezaba a escribir. En sus cuadernos y en hojas sueltas apuntaba cosas acerca de sus malestares existenciales, su vida conyugal, su compromiso social de estudiante católica. La cuestión es simple: sin esos tres poemas ella no existiría hoy como poeta reconocida».

«Eso suena muy categórico…»: «A María Emilia le faltó tiempo para escribir. Quizá hubiera llegado a ser una poeta interesante. Sin embargo, los textos que escribió, los que quedaron tal como ella los hizo, son por lo general poemas sociales bastante mediocres, ingenuos. Las cosas que decía las decía sin tener una verdadera conciencia de estar haciendo poesía». 

«¿María Emilia Cornejo es José Rosas y Elqui Burgos?»: «En parte sí. Digamos que vamos a medias, 50 y 50. María Emilia dijo en el fondo lo que sentía, lo que pensaba. Todo eso lo escribió en muchas hojas de sus cuadernos. Ya luego nosotros compusimos los tres poemas que todos conocen».

En el fondo, María Emilia Cornejo, era una joven torturada por sus depresiones, su desamparo, su vacío, que aparecen a lo largo de toda su obra, pero, sobre todo, en esos poemas existenciales donde no habla de amor sino de soledad:

siempre supe que te encontraría
en alguna vieja calle de Lima.
desde entonces
preparo cuidadosamente nuestro encuentro.
debí seguir tus consejos,
no leer más a Kafka
ni frecuentar esos cafés
que tú sí frecuentas;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
la soledad abrumadora de mis días
se acrecienta en mis oídos
hasta hacerlos estallar,
ya nadie respeta mis decisiones;
soy la hija extravagante y loca
que hay que rescatar.
entonces
cada palabra mía se convierte
en un grito desgarrador
sin eco y sin respuesta.
he vuelto al camino de la soledad
al camino de la transparencia y la limpieza
he vuelto a los lugares inéditos
donde miedos milenarios pugnan por salir.
he vuelto
yo lo sé,
a la angustia de una noche que se acaba,
al poema terminado,
al silencio,
a mi vida.
de día
mi cuarto es primavera
de flores y rosas
y
cuando llega la noche
es aquel viejo reloj
cansado y sin horas
que espera,
y simplemente espera
al tiempo
que viene en mi contra.
es sólo el tiempo
que viene en mi contra
y no me deja morir
porque
ya no
ya no le temo a la muerte
pues
sentado junto a ella
hoy
ya no tengo
la culpa
de
sentirme sola.

Cuando murió, Cornejo estaba trabajando en su libro, el cual quedó inconcluso…

En la presentación del libro “En la mitad del camino recorrido”, Mariela Sala dejó esta semblanza de la poetisa:

“En ella, vida y obra fueron una, y su muerte, por lo mismo, fue un acto poético mediante el cual permanecerá siempre entre nosotras como la adolescente, la contestataria, la que se atrevió a develar una verdad y lo hizo, para decirlo con sus propias palabras, “como una piedra que cae” y que deja para siempre sus ondas en el agua”.

Bejarano, Francisco

El poeta y escritor español Francisco Bejarano nació en Jerez de la Frontera en 1945. Su poesía se caracteriza por la musicalidad del verso, el equilibrio entre la belleza poética y la emoción, y los temas de la desilusión del amor, el paso del tiempo y el ensalzamiento de lo infantil. Ha publicado varios libros de poesía, entre los que destacan Transparencia indebida (1977), Las tardes (1988), que recibió el Premio de la Crítica Española, y Un juego peligroso (2011). También ha escrito ensayos, como Manual del escritor y del lector modernos (2000), y libros sobre la cultura y la historia de Jerez, como El Jerez de los bodegueros (2004). Es codirector de la revista literaria Fin de siglo y director de la revista Contemporáneos, además de colaborar como columnista en diversos periódicos de la provincia de Cádiz. Es académico de número de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez. Su obra ha sido traducida al francés, italiano, inglés y alemán. Su poesía gira alrededor de varios temas entre los que destacan: La desilusión del amor, donde expresa su dolor, su nostalgia y su desengaño por el amor perdido o no correspondido. El paso del tiempo, reflexionando sobre el transcurrir de la vida, la fugacidad de la felicidad, el envejecimiento y la muerte. El ensalzamiento de lo infantil, recuperando la mirada inocente y lúdica de la infancia, el juego, la fantasía y la ilusión.