Poemas de «Hormigas en el centro de un desierto», de Raúl Molina

Los siguientes tres poemas pertenecen al libro Hormigas en el centro de un desierto, que será publicado en los próximos meses por Eolas Ediciones.

La imagen que acompaña a los textos pertenece al documental de Werner Herzog, Encuentros en el fin del mundo. Antes de la lectura, recomendamos visualizar este fragmento:

Las bestias


De nuevo camináis despacio contra el viento,
de nuevo hay una frase en vuestros labios,
                      y dos millones bajo el sol.

Al menos sé que todavía nada existe
que pueda hacer de ti miseria y trampa,
al menos que la muerte nos visita
y nos señala hasta que somos
                pequeños como ancestros
en noches de tormenta,
al menos sé la inmensidad del cielo por la noche
el viento o los aullidos
		cuando rabia la sombra.

Hermana, han ocupado los caminos,
han quemado los bosques
y no hay memoria de tu paso por la tierra.

Mientras bandadas vuelan hacia el este me pregunto,
si ya el cielo translúcido,
		        el pájaro y el ala
		o la distancia entre sus cuerpos,
	si aún hay derrota o mercenarios
que avancen sin control.

Como si nunca irrumpe		 o se dilata
al son de los timbales 		la historia de los otros
como si nunca minas, 		campamentos
	        bajo el silencio de la carne.

Recuérdalo,
	expulsaremos voces,
poseeremos
el grito de los mudos
entre ciudades declarándose la guerra
y los pañuelos negros con tu sangre,

recuérdalo en el límite,
		   al filo de los siglos,
donde los alaridos
                   destruyen
         la imagen de la madre.

Aún y más allá nos esperan los vientres,
sin nada que decir que no sea una danza
olvidada y nocturna,
	 alrededor de las bestias. 
                                                                               Fuga


existe un punto de fuga, debe existir al menos un punto de fuga, un horizonte y caminar hermano mío, y caminar cuando todo sea humo y la luz esté apagada, un punto de fuga al menos, uno, una razón de ser, una razón de huir y encorajarnos, un inventario de la tierra, una llanura cubierta con asfalto, la destrucción del llanto o los arneses sobre el cuerpo, al menos uno, al menos nueve puntos cardinales y un campo donde el baile aún sea posible. todavía, dices, recuerdo, todavía recuerdo el territorio, el abandono de palabras, el fuego nocturno y la sal cubriendo las colinas: somos un niño que da vueltas sobre el hielo, un niño que da vueltas y más vueltas, vueltas y lanzas en el costado entre ventiscas. existe un punto de fuga, debe existir al menos uno, una pérdida y tres cruces de caminos, cuando miran al cielo tan sólo ven en él clavos y espinas y el mundo es demasiado tenue tras las tapias, demasiado penumbra es este valle, demasiado azul que palidece hacia lo blanco y se detiene, ojos óxido oscuro y se detiene, dedos sobre el tambor y se detiene, como si aquí apenas la escucha y solo entonces movimiento. recuerdo el tacto de las crines, la ondulación del trigo o esta luz que viene hacia nosotros y de nuevo hacia lo blanco, aquí es todo dolor o bosque hacia lo blanco y este viento también como animal herido nos traspasa y entonces mil cristales, un punto de fuga y mil cristales. debe existir al menos la caída o la rabia tras los muros, el grito y siempre el límite del cuerpo dispuesto por azar en la espesura. toda la noche en las cocinas, toda sin posibilidad de establecerse entre la vida, sin deseo ni huella en el camino. ahora sé que la ausencia de tu voz me mimetiza con las rocas, ahora, un punto de fuga y tres o cuatro pasos hacia la servidumbre. recuérdalo aunque ya no lo sientas, recuérdalo cuando nos digan que lo importante está en la cumbre y nunca en cobijarse de los rayos, y nosotros, humildes e ignorantes, aceptemos sin reservas el mandato, un muro y el mandato, tu vida extraviada entre el acero y el mandato. al fin y al cabo todo se ha convertido errante en un andar solitario hacia las fosas, sí, querido hermano, sí, bajo este manto yace la vergüenza de los pueblos que creyeron ser eternos, y nosotros tan solos como siempre, tan inesperadamente solos como siempre creyendo en el enroque, sin saber que es enero y que el valle se ha cubierto de nieve, sin saber que es enero y las maderas se quiebran, sin saber de la fiebre todavía o del canto de cigarras en las tardes. ahora se ha vuelto todo hacia lo blanco y cae granizo entre las notas, ahora y siempre bruma, sin embargo, tres millones atravesando campos hacia la salvación
Ante la tierra

Existe la lluvia, 
       existe la lluvia y la nieve 
y la tormenta existe, dices,
una llanura sin final y un horizonte desplazado, 
un río que todo lo atraviesa y peces muertos en la orilla. 
Existimos en medio del delirio 
		y buscamos refugio 
ante la inminente caída de las bombas. 

                              Simpre nos pareció 
absurdo el nombre que nos dieron, 
nos pareció absurdo el silencio y los millones de insectos 
viajando hacia occidente, 
      absurdo el ruido en los hogares 
y tantas otras vidas.
 
Olvido y destrucción entre la lluvia,
versículos y danzas en la hoguera 
   como el intento de sentir 
que todavía existe un más acá. 
Quince, tan sólo quince ejemplares del libro iluminado, 
tan sólo búsqueda incesante y trazos de marfil, 
		únicamente lengua, 
fondo sin pozo que se descompone 
			y tus silbidos. 

Existe, para sentir el aire, un laberinto abandonado, 
para mirar, la herida abierta del cianuro, 
o un caballo de patas congeladas
perdido en la espesura:
llora y se deja 
caer, 

	caer,

		caer, 
como los viejos ritos de la sangre.

Socorro y nadie, de Mario Benedetti.

Solo un pájaro negro 
sobre el perfil cascado
una línea de sol 
en la reja de herrumbre

Mario Benedetti (1920-2009) fue un destacado escritor uruguayo de la Generación del 45. Su obra abarca diversos géneros literarios, como la poesía, la novela, el cuento, el ensayo, el teatro y la crítica cinematográfica. Entre sus obras más conocidas se encuentran La tregua, Gracias por el fuego, Primavera con una esquina rota y El amor, las mujeres y la vida.

Benedetti trabajó desde los catorce años en diversos oficios y fue periodista y director literario de la revista Marcha. Se casó en 1946 con Luz López Alegre, su compañera de toda la vida. Viajó por Europa y América Latina y se exilió durante la dictadura militar uruguaya entre 1973 y 1983. Fue militante del Frente Amplio, una coalición de izquierda que llegó al poder en 2004.

Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas y ha recibido numerosos premios y reconocimientos, tanto nacionales como internacionales. En su testamento creó la Fundación Mario Benedetti para preservar su obra y apoyar la literatura y los derechos humanos en Uruguay.

Benedetti tiene cuatro etapas poéticas: la primera (1948-1959) busca formas y temas nuevos, con ecos del surrealismo y el existencialismo; la segunda (1960-1973) se compromete con la realidad social y política de Uruguay y América Latina; la tercera (1974-1983) refleja su exilio, su nostalgia, su soledad y su esperanza; y la cuarta (1984-1985) celebra su vuelta a Uruguay y su reencuentro con su país y su gente. Su poesía usa un lenguaje sencillo, directo y coloquial, que se comunica con el lector y expresa sus sentimientos e ideas con claridad y sinceridad. Sus temas son universales: el amor, la muerte, la política, la amistad, la soledad, la esperanza. Es un poeta identificado con su pueblo y activo en las luchas sociales y culturales de su tiempo.

Benedetti publicó en 1965 el libro de poemas Próximo prójimo, que pertenece a su segunda etapa y que incluye un poema con el mismo título. En este poemario, el hablante lírico hace un inventario de los prójimos que han influido en su vida: el hermano, el amigo, los padres, el maestro, el enemigo, la mujer, el admirado, el cándido, el impuro, el muro gris. Se inspira en una cita de Antonio Machado: “En caso de vida o muerte, se debe estar siempre con el más próximo”. Reflexiona sobre la cercanía y la distancia de los otros, sobre la solidaridad y la soledad, sobre el amor y el odio. Esto muestra una de las temáticas más frecuentes de Benedetti: la búsqueda de la identidad a través de las relaciones humanas.

El poema que analizamos en esta ocasión, “Socorro y nadie”, pertenece a este libro. Leámoslo:

SOCORRO Y NADIE
MARIO BENEDETTI
 
Solo un pájaro negro 
sobre el perfil cascado
una línea de sol 
en la reja de herrumbre
azoteas sin rostro
sin miradas
sin nadie
estúpido domingo
voraz 
deshabitado
ahora se borra el sol 
definitivamente
el pájaro se borra 
y es un vuelo sin magia

como última señal 
de vida
la camisa
oreándose en la cuerda
agita enloquecidas
blancas mangas 
que reclaman socorro 
pero abrazan el aire.

El poema expresa la soledad y el vacío de un domingo gris y desolado. El hablante lírico ve desde su ventana algunos elementos que le muestran su aislamiento: un pájaro negro, una línea de sol, una reja de herrumbre, azoteas sin rostro. El tono es melancólico y desesperado, con adjetivos como “cascado”, “voraz”, “deshabitado”, “sin magia”. El verso final sintetiza el sentimiento del poema: la camisa que se seca en la cuerda agita sus mangas como pidiendo ayuda, pero solo abraza el aire. Es una imagen de impotencia y falta de comunicación. El pájaro negro puede simbolizar la tristeza, la muerte, la mala suerte o la soledad del hablante lírico. Contrasta con la línea de sol, que puede simbolizar la esperanza o la vida. Pero ambos elementos se borran al final del poema, lo que indica que no hay salida ni consuelo para el hablante lírico. Otros símbolos son la reja de herrumbre, que puede representar la prisión o la opresión del hablante lírico; las azoteas sin rostro, que pueden representar la indiferencia o la falta de humanidad de la ciudad; y la camisa que se seca en la cuerda, que puede representar la ausencia o la nostalgia de alguien querido. Estos símbolos refuerzan la idea de soledad y desesperación que comunica el poema.

Su estructura formal puede tener varios significados. Por un lado, el poema está compuesto por dos estrofas de diferente número de versos, lo que podría sugerir una cierta asimetría o desequilibrio. Por otro lado, el poema no tiene rima ni métrica fija, lo que podría indicar una cierta libertad o ruptura con las normas tradicionales. La ausencia de signos ortográficos también puede tener varios significados. Por un lado, podría reflejar la rapidez o la urgencia del hablante lírico por expresar sus sentimientos. Por otro lado, podría sugerir una cierta confusión o desorientación del hablante lírico ante la realidad que observa.

En conclusión, el poema “Socorro y nadie” de Mario Benedetti es un lamento desesperado por la soledad y la falta de amor. El hablante, que se siente atrapado en un mundo hostil y vacío, donde nadie lo escucha ni lo comprende, se dirige a un “tú” ausente expresándole el dolor de la pérdida, la nostalgia del pasado y el anhelo de una reconciliación que parece imposible.

Gacelas de lorca

Hoy nos visita el embrujo andaluz de uno de los poetas icono de la Generación del 27, Federico García Lorca. La muerte prematura, violenta y gratuita de este gran fabricante de sueños, hizo que su figura, ya importante por su creación literaria, se rodease de una aureola de misticismo libertario que le acompañará a lo largo de la historia.

Sus trabajos se extienden por casi todos los géneros, sin embargo, es en la poesía donde sus raíces penetran más hondamente en la tierra para alimentarse de las sales que le darán el carácter popular que, incluso en los más vanguardistas, impregna cada verso de todos sus poemas. Lorca bebió de su pueblo y Lorca aprendió las nuevas modas, y en Lorca hay una simbiosis que le dan una personalidad propia, no repetida por nadie hasta el momento.

El poemario que vamos a disfrutar es una parte de las dos que componen el “Diván del Tamarit”: Gacelas y Casidas. Este poemario fue comenzado antes de 1931, sin concretar ninguna fecha para su inicio por la sencilla razón de que nadie se pone de acuerdo en ello, y lo concluyó en el año 1935, publicándolo al año siguiente, poco antes de que fuera asesinado.

El título, con sonoridad oriental, viene de la palabra de origen persa “Diván”, que en su origen significaba una habitación donde los escribas hacían sus inventarios, pero que, posteriormente, paso a denominar al mismo libro en el cual asentaban tales datos. Posiblemente, con este último sentido pasaría al árabe clásico, pues en esta lengua tenía el significado de un libro de poemas o cancionero. Por su parte, Tamarit tiene menos relaciones exóticas, en principio, claro, pues simplemente es el nombre de una de las fincas que la familia de Federico poseía en Granada y donde se supone que escribió gran parte de los poemas.

La parte que leeremos está compuesta por doce gacelas de tema amoroso, en general, aunque también aparecen otros temas, como el de la muerte. Una gacela es un poema de la literatura árabe (ghazel o gazal) y consiste en una composición estrófica breve, cuya etimología se relaciona con la idea de piropo o cumplido.

Como ya hemos mencionado, las doce gacelas rondan el tema amoroso, pero enfocado desde diferentes ángulos en cada una de ellas aunque todas engloban lo que es el verdadero ciclo amoroso: búsqueda, encuentro y separación; donde la búsqueda es la ansiedad por el otro, de su cuerpo, se su sensualidad; el encuentro es la entrega, la cual puede estar matizada por diferentes circunstancias, como la fugacidad del tiempo, o el rechazo del otro…, y la separación viene marcada con el dolor, la muerte, la esperanza de renacer, de que vuelva el día.

No pretendemos hacer aquí un análisis detallado de cada una, sino que deseamos que sea el propio lector, o lectora, quien descubra los recovecos, las esquinas, los caminos y atajos, los laberintos y demás vericuetos que se puedan encontrar en ellas y nos los comenten para darle un cuerpo múltiple a este apartado. Ahora, disfrutad con las doce gacelas de Federico García Lorca.

GACELA 1
GACELA DEL AMOR IMPREVISTO 


Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura, enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines, tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué, para darte, por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre,

siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre,
la sangre de tus venas en mi boca,
tu boca ya sin luz para mi muerte.
GACELA 2
GACELA DE LA TERRIBLE PRESENCIA 


Yo quiero que el agua se quede sin cauce,
yo quiero que el viento se quede sin valles.

Quiero que la noche se quede sin ojos
y mi corazón sin flor del oro;

que los bueyes hablen con las grandes hojas
y que la lombriz se muera de sombra;

que brillen los dientes de la calavera
y los amarillos inunden la seda.

Puedo ver el duelo de la noche herida
luchando enroscada con el mediodía.

Resiste un ocaso de verde veneno
y los arcos rotos donde sufre el tiempo.

Pero no ilumines tu limpio desnudo
como un negro cactus abierto en los juncos.

Déjame en un ansia de oscuros planetas,
pero no me enseñes tu cintura fresca.
GACELA 3
GACELA DEL AMOR DESESPERADO 


La noche no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.

Pero yo iré,
aunque un sol de alacranes me coma la sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.

El día no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.

Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.

Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
GACELA 4
GACELA DEL AMOR QUE NO SE DEJA VER 


Solamente por oír
la campana de la Vela
te puse una corona de verbena.

Granada era una luna
ahogada entre las yedras.

Solamente por oír
la campana de la Vela
desgarré mi jardín de Cartagena.

Granada era una corza
rosa por las veletas.

Solamente por oír
la campana de la Vela
me abrasaba en tu cuerpo
sin saber de quién era.
GACELA 5
GACELA DEL NIÑO MUERTO 


Todas las tardes en Granada,
todas las tardes se muere un niño.
Todas las tardes el agua se sienta
a conversar con sus amigos.

Los muertos llevan alas de musgo.
El viento nublado y el viento limpio
son dos faisanes que vuelan por las torres
y el día es un muchacho herido.

No quedaba en el aire ni una brizna de alondra
cuando yo te encontré por las grutas del vino
No quedaba en la tierra ni una miga de nube
cuando te ahogabas por el río.

Un gigante de agua cayó sobre los montes
y el valle fue rodando con perros y con lirios.
Tu cuerpo, con la sombra violeta de mis manos,
era, muerto en la orilla, un arcángel de frío.
GACELA 6
GACELA DE LA RAÍZ AMARGA 


Hay una raíz amarga
y un mundo de mil terrazas.
Ni la mano más pequeña
quiebra la puerta del agua.

¿Dónde vas, adónde, dónde?
Hay un cielo de mil ventanas
-batalla de abejas lívidasy
hay una raíz amarga.
Amarga.

Duele en la planta del pie
el interior de la cara,
y duele en el tronco fresco
de noche recién cortada.

¡Amor, enemigo mío,
muerde tu raíz amarga!
GACELA 7
GACELA DEL RECUERDO DEL AMOR 


No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho,
temblor de blanco cerezo
en el martirio de enero.

Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.
Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.

Toda la noche en el huerto
mis ojos, como dos perros.
Toda la noche, comiendo
los membrillos de veneno.

Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo,
es un tulipán enfermo,
la madrugada de invierno.

Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.
La niebla cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.

Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.
Pero deja tu recuerdo
déjalo sólo en mi pecho.
GACELA 8
GACELA DE LA MUERTE OSCURA 


Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.

Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.
GACELA 9
GACELA DEL AMOR MARAVILLOSO 


Con todo el yeso
de los malos campos,
eras junco de amor, jazmín mojado.

Con sur y llamas
de los malos cielos,
eres rumor de nieve por mi pecho.

Cielos y campos
anudaban cadenas en mis manos.

Campos y cielos
azotaban las llagas de mi cuerpo.
GACELA 10
GACELA DE LA HUÍDA 


A mi amigo Miguel Pérez Ferrero

Me he perdido muchas veces por el mar
con el oído lleno de flores recién cortadas,
con la lengua llena de amor y de agonía.
Muchas veces me he perdido por el mar,
como me pierdo en el corazón de algunos niños.

No hay noche que, al dar un beso,
no sienta la sonrisa de las gentes sin rostro,
ni hay nadie que, al tocar un recién nacido,
olvide las inmóviles calaveras de caballo.

Porque las rosas buscan en la frente
un duro paisaje de hueso
y las manos del hombre no tienen más sentido
que imitar a las raíces bajo tierra.

Como me pierdo en el corazón de algunos niños,
me he perdido muchas veces por el mar.
Ignorante del agua voy buscando
una muerte de luz que me consuma.
GACELA 11
GACELA DEL AMOR CON CIEN AÑOS


Suben por la calle
los cuatro galanes,
ay, ay, ay, ay.

Por la calle abajo
van los tres galanes,
ay, ay, ay.

Se ciñen el talle
esos dos galanes,
ay, ay.

¡Cómo vuelve el rostro
un galán y el aire!
Ay.

Por los arrayanes
se pasea nadie.
GACELA 12
GACELA DEL MERCADO MATUTINO 


Por el arco de Elvira
quiero verte pasar,
para saber tu nombre
y ponerme a llorar.

¿Qué luna gris de las nueve
te desangró la mejilla?
¿Quién recoge tu semilla
de llamaradas en la nieve?
¿Qué alfiler de cactus breve
asesina tu cristal?

Por el arco de Elvira
voy a verte pasar,
para beber tus ojos
y ponerme a llorar.

¡Qué voz para mi castigo
levantas por el mercado!
¡Qué clavel enajenado
en los montones de trigo!
¡Qué lejos estoy contigo,
qué cerca cuando te vas!

Por el arco de Elvira
voy a verte pasar,
para sentir tus muslos
y ponerme a llorar.

El Marqués de Santillana

Antes del Marqués de Santillana no se tiene referencia alguna de que alguien compusiera sonetos en lengua castellana, por lo que se puede asegurar que Íñigo López de Mendoza, nacido en Carrión de los Condes, Palencia, en 1398 y fallecido en su palacio de Guadalajara el 25 de marzo de 1458, fue el primer poeta en hacer el esfuerzo de adaptar la nueva versificación de endecasílabos surgida en Italia a la métrica propia del castellano tan dada a octosílabos, cuadernas vías y romances.

El Marqués de Santillana era hijo de una de las familias más poderosas de la nobleza castellana, el Almirante Diego Hurtado de Mendoza y doña Leonor de la Vega, mujer muy rica e inteligente, pero fue educado por su tío, el arcediano Gutierre, al morir su padre cuando él tenía cinco años de edad; más adelante estuvo al servicio de Fernando de Antequera, quien llegaría a ser rey de Aragón, pero volvió a Castilla para participar en la guerra contra Álvaro de Luna a la llegada al trono de Juan II de Castilla, y consiguiendo el título de manos del rey Juan II de Castilla, quien le daría el título de Marqués de Santillana por su participación fiel en la batalla de Olmedo. Fue padre de diez hijos: siete varones y tres hembras, siendo los más conocidos su primogénito, Diego Hurtado de Mendoza, Duque del Infantado, y el quinto, que sería el Cardenal Mendoza, a quien se le llegó a denominar como “el tercer rey de España” en tiempo de los Reyes Católicos.

El Marqués era un hombre de guerras y letras, a la moda del caballero letrado del siglo XV, que compaginó sus constantes lides,  intestinas, a veces, o de reconquista, en otras, con la esgrima depurada de sus versos, consiguiendo en ambas, sino la gloria de los héroes, sí el reconocimiento de los firmes y valientes, pues si en una se enfrentó incluso a reyes, en la otra tuvo que medírselas con la intransigencia de la tradición al pretender innovar la poesía patria con sus “ 42 sonetos fechos al itálico modo”, aunque también recreara su imaginación con versos más cercanos como las “Serranillas”, “Canciones” o “Proverbios”.

Estos sonetos no solamente representan el primer trabajo en serio y elaborado de las formas renacentistas en España, sino incluso el primer conjunto de poemas de este estilo confeccionado fuera de Italia, por lo cual Íñigo López de Mendoza se convierte en una de las mayores figuras del prerrenacimiento castellano, ya que sus trabajos se desarrollaron a caballo entre los últimos estertores de lo medieval y los primeros balbuceos del renacimiento en la Península Ibérica.

Las temáticas de sus sonetos se dividen en tres grupos: amorosa, religiosa y sobre el paso del tiempo, algo bastante común entre los escritores del momento.

En la temática amorosa descubriremos pronto que está bastante influenciada por la moda provenzal, como en el ejemplo siguiente donde él se compara con una fortaleza sitiada por el amor al que quiere resistir, pero no puede y ve sus dfensas derruidas, pues ni David, ni Sansón, ni Hércules, ni Salomón lograron vencerle:

- IV –

Sitio de amor con grand artillería 
me veo en torno e poder inmenso, 
e jamás cesan de noche e de día, 
nin el ánimo mío está suspenso 

de sus combates con tanta porfía 
que ya me sobra, maguer me defenso. 
Pues, ¿qué farás?, ¡o triste vida mía!, 
ca non lo alcanzo por mucho que pienso. 

La corpórea fuerza de Sansón, 
nin de David el grand amor divino, 
el seso nin saber de Salamón, 

nin Hércules se falla tanto digno 
que resistir podiesen tal prisión; 
así que a defensar me fallo indigno.

Pero a veces el amor es una prisión, aunque el cautivo no se lamenta de ser prisionero de ella porque su dicha está en ser esclavo de la belleza de la amada:

- VIII –

¡O dulce esguarde, vida e honor mía, 
segunda Elena, templo de beldad, 
so cuya mano, mando e señoría 
es el arbitrio mío e voluntad!

Yo soy tu prisionero, e sin porfía 
fueste señora de mi libertad; 
e non te pienses fuiga tu valía 
nin me desplega tal captividad.

Verdad sea que Amor gasta e dirruye
las mis entrañas con fuego amoroso, 
e la mi pena jamás diminuye;

nin punto fuelgo nin soy en reposo,
mas vivo alegre con quien me destruye;
siento que muero e non soy quejoso.

Un claro ejemplo de la estética erótico-amorosa provenzal lo tenemos en los cabellos rubios, “color de oro”, y la figura de ella, “forma divina”:

- IX –

Non es el rayo de Febo luciente,
nin los filos de Arabia más fermosos
que los vuestros cabellos luminosos,
nin gema de topaza tan fulgente.

Eran ligados de un verdor placiente
e flores de jazmín que los ornaba,
e su perfecta belleza mostraba
cual viva flama o estrella d'Oriente.

Loó mi lengua, maguer sea indigna,
aquel buen punto que primero vi
la vuestra imagen e forma divina,

tal como perla e claro rubí,
e vuestra vista társica e benigna,
a cuyo esguarde e merced me di.

El paso del tiempo es un tema muy recurrente en todas las diferentes épocas poéticas ya que es algo que obsesiona bastante al ser humano al enfrentarse con su mortalidad y darse cuenta de que todo es efímero, perecedero y nada permanece. En el siguiente poema habla de que hasta la roca más dura cede ante la insistencia del agua, de que ninguna guerra dura eternamente, ni el bien ni el mal permanecen, y por lo tanto, le dice a su amada, que por mucho que resista, llegará el día en que cederá:

- VI –

El agua blanda en la peña dura 
faze por curso de tiempo señal, 
a la rueda rodante la ventura 
transmuda e troca el genio humanal. 

Paces he visto apres gran rotura 
atarde dura bien nin faze mal, 
mas la mi pena jamás ha folgura 
nin punto cesa mi largor mortal. 

Por ventura dirás, ídola mía, 
que a ti non place de mi perdimiento, 
antes repruebas mi loca porfía. 

Di, ¿qué faremos del ordenamiento 
de amor, que priva toda señoría 
e rige e manda nuestro entendimiento?

Otra consecuencia del paso del tiempo es la muerte y con ella el olvido, pero aquellas personas en cuya vida alcanzaron la gloria con sus hechos, no morirán nunca porque siempre estarán vivas en el recuerdo de las gentes. Así lo vemos en este soneto dedicado al rey de Aragón del cual el Marqués fue ayudante durante un tiempo:

- XIII –

Calla la pluma e luce la espada
en vuestra mano, rey muy virtüoso;
vuestra excelencia non es memorada
e Calíope fuelga e ha reposo.

Yo plango e lloro non ser comendada
vuestra eminencia e nombre famoso,
e redarguyo la mente pesada
de los vivientes, non poco enojoso;

porque non cantan los vuestros loores
e fortaleza de memoria digna,
a quien se humilian los grandes señores,

a quien la Italia soberbia se inclina.
Dejen el carro los emperadores
a la vuestra virtud cuasi divina.

Y este es uno de los sonetos de tema religioso, más bien hagiográfico o de alabanza a Santa Clara, una monja italiana, nacida en Asís en 1194 y que fue la fundadora de la orden de las clarisas:

- XXXIV –

Clara por nombre, por obra e virtud
luna de Asís, fija d'Ortulana,
de santas donas enxiemplo e salud,
entre las veudas una e soberana;

principio de alto bien, e juventud
perseverante, e fuente do mana
pobreza humilde, e closo alamud,
del seráfico sol muy digna hermana.

Tú, virgen, triunfas del triunfo triunfante
e glorïoso premio de la palma;
así non yerra quien de ti se ampara

e te cuenta del cuento dominante
de los santos, ¡o santa sacra e alma!
Pues ora pro me, beata Clara.

El Marqués de Santillana admiraba a Dante y Petrarca y todos sus sonetos siguen con fidelidad las pautas creadas por aquellos, tanto en la adopción del verso endecasílabo como en la temática y el resto de la métrica.

Sin embargo, su propósito modernizador no tuvo la repercusión que él esperaba, pues a pesar de sus intentos de adaptar el endecasílabo al modo de versificar español, no dieron resultado ya que la moda poética de la Península iba por otros derroteros y él no consiguió ajustar a la perfección el metro toscano al habla castellana, por lo que simplemente aplicó la forma estrófica incurriendo en bastantes fallos con el resto. Y es que el influjo del verso de arte mayor castellano, con su ritmo inflexible, le impedía adaptar el endecasílabo con sus acentos en la sexta y décima silabas.

Y para finalizar hemos dejado un soneto bastante reflexivo donde Íñigo López de Mendoza se da cuenta de la belleza que le rodea y de lo desagradecido que es él, siempre quejándose, cansado de todo y esclavo de sus caprichos:

- I –

Cuando yo veo la gentil criatura
qu'el cielo, acorde con naturaleza
formaron, loo mi buena ventura,
el punto e hora que tanta belleza

me demostraron, e su fermosura,
ca sola de loor es la pureza;
mas luego torno con igual tristura
e plango e quéjome de su crueza.

Ca non fue tanta la del mal Tereo,
nin fizo la de Aquila e de Potino,
falsos ministros de ti, Ptolomeo.

Así que lloro mi servicio indigno
e la mi loca fiebre, pues que veo
e me fallo cansado e peregrino.

Núñez, Aníbal

Salamanca vio nacer y morir (1944-1987) a Aníbal Núñez, un artista polifacético que cultivó la poesía, la pintura y el grabado. Entre sus libros de poemas destacan Fábulas domésticas, Alzado de la ruina y Primavera soluble. Su obra plástica también es muy notable. Tradujo a clásicos y modernos, como Propercio, Catulo y Rimbaud. Su poética se basa en la disociación de realidad y sentido, la apertura de su creación y la disolución de la historia en el lenguaje. Su originalidad y cultura no le valieron el reconocimiento en vida ni la facilidad para publicar. Su obra es hoy más apreciada y analizada por la crítica.

Guinda, Ángel

Ángel Guinda fue un escritor español, nacido en Zaragoza en 1948 y fallecido en Madrid en 2022. Fue conocido principalmente como poeta, aunque también escribió ensayos y traducciones. Su obra poética se caracteriza por su intensidad, su compromiso social y su búsqueda de la luz. Fue coautor de la letra del Himno de Aragón y recibió el Premio de las Letras Aragonesas en 2010. Publicó más de veinte libros de poesía, entre los que destacan Vida ávida, Biografía de la muerte, Claro interior y Caja de lava.

Poetisas, por Raúl Molina

Aprovechando que el tema de este mes, “Vivo sin vivir en mí”, es el inicio del verso más famoso de Santa Teresa de Ávila, he decidido hablar de poetisas.

Las mujeres han sido autoras de multitud de obras poéticas a lo largo de la historia, pero una sociedad machista, como la española hasta este siglo pasado, ha tapado muchas de esas obras que no tienen nada que envidiar a las de sus compañeros de profesión.

Sé que es imposible tratar en este breve espacio un número elevado de poetisas, por ello trataré de incluir una muestra representativa de varios periodos sin llegar a profundizar mucho en cada uno de ellos.

Empezaremos con el periodo más importante de la poesía española, los siglos XVI-XVII, es decir, Los Siglos de Oro. Durante estos años la mujer estaba completamente subordinada al hombre, y se dedicaba principalmente al trabajo doméstico. Sin embargo, y al contrario de lo que se cree, las mujeres leían más que los hombres. Es muy importante no entender la lectura de esta época como un hecho individual, que cada uno realizaba tranquilo en su casa, sino que debemos entenderla como un hecho colectivo, lo que se llama lectura en voz alta. La gente se reunía, y la persona que sabía leer lo hacía en voz alta mientras el resto escuchaba. Es en estas lecturas en las que la presencia de mujeres era más habitual que la de hombres.  

Sin embargo, el porcentaje de mujeres escritoras era muy bajo con respecto al de hombres. Estos escribían más obras y no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran al arte de escribir. Pero ello no impidió que nos deleitaran con obras de una excelente calidad.

En muchos casos, las escritoras debían disculparse en los prólogos de sus obras por todos los errores que en ella habían cometido por el mero hecho de ser mujer, ya que como hemos apuntado, el de escritor no era considerado un oficio propio para ellas. Con esto quiero que imaginéis hasta qué punto el machismo estaba instaurado en la sociedad española de los siglos XVI-XVII.

Vamos ahora con unas muestras poéticas de importantes escritoras. El primer poema es de Santa Teresa de Ávila (1515-1582), y se titula Mi amado para mí. Sus poemas pertenecen a la corriente mística, que se caracteriza por la utilización de metáforas y alegorías para representar la unión del místico con la divinidad (recordad que esta corriente fue tratada en el primer artículo de Cajón de Sastre).

MI AMADO PARA MÍ
Santa Teresa de Ávila

Ya toda me entregué y di
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi 
Y yo soy para mi Amado.
 
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado. 
 
Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.

El segundo poema es de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), una importantísima poeta mexicana del siglo XVII. En su obra (poética, dramática y narrativa) se tratan temas que van desde lo religioso a lo profano, siendo muy importantes sus poemas amorosos. He escogido un poema titulado Detente sombra, que como podréis comprobar, es complicado de leer y entender por los abundantes recursos estilísticos y artificiosos que convergen en él, algo muy al día en la poesía del período Barroco (siglo XVII).

DETENTE SOMBRA
Sor Juana Inés de la Cruz


Detente, sombra de mi bien esquivo, 
imagen del hechizo que más quiero, 
bella ilusión por quien alegre muero, 
dulce ficción por quien penosa vivo. 

Si al imán de tus gracias, atractivo, 
sirve mi pecho de obediente acero, 
¿para qué me enamoras lisonjero 
si has de burlarme luego fugitivo? 

Mas blasonar no puedes, satisfecho, 
de que triunfa de mí tu tiranía: 
que aunque dejas burlado el lazo estrecho 

que tu forma fantástica ceñía, 
poco importa burlar brazos y pecho 
si te labra prisión mi fantasía.

Vamos a realizar ahora un salto temporal importante hasta el primer tercio de siglo XX, época conocida como Edad de Plata de la Cultura española. Tras la importantísima Generación del 98 (Valle-Inclán, Unamuno, Benavente, Azorín, los hermano Machado…), aparecería otra importante, la Generación del 14, que en el ámbito poético tendría como figura principal a Juan Ramón Jiménez. Tras esta llegaría el que es, en mi opinión al menos, el mejor grupo poético que han dado las letras hispanas, la Generación del 27. A ella pertenecieron poetas de la talla de Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre… además de otros escritores de la talla de Max Aub, e incluso es durante estos años cuando Miguel Hernández inicia su carrera poética. Pero no solo en literatura es una época importante, sino que aparecen numerosos artistas en otras especialidades, como Salvador Dalí en pintura o Luis Buñuel en cine entre muchos otros. Este es el panorama cultural en España, pero América Latina no se queda atrás, ya que es durante estos años cuando comienzan sus andaduras literarias escritores de la talla de Jorge Luis Borges, Vicente Huidobro o Pablo Neruda.

Con todo esto quiero que imaginéis el importante panorama cultural de inicios del siglo XX en las zonas de habla hispana. Como es lógico, entre toda esta marabunta de escritores las mujeres van a ser también importantes, aunque su obra, pese a ser de una calidad excelente, va a ser en la mayoría de los casos menos reconocida. Quiero destacar a dos poetisas de esta época cuyos poemas aparecen recogidos en muchas antologías junto a los de sus compañeros de profesión. Ellas son Concha Méndez (1898-1986) y Ernestina de Champourcín (1905-1999). Deberíamos preguntarnos por qué sus obras no han trascendido cuando realmente se encuentran al mismo nivel que las de sus compañeros.

ANCHO ES EL MAR… 
Concha Méndez

Ancho es el mar; él ha de separamos;
quedarán nuestras almas enlazadas.
Como un último retrato, en nuestros ojos
impresas lucirán nuestras miradas.

El barco en que he de ir está en el puerto;
a éste seguirá otro en que tú vayas.
Te esperarán mis brazos, no se en dónde...
tal vez en algún puerto... en una playa...!
SOLEDADES 
Ernestina de Champourcín

Todas las soledades -grises víboras- muerden
la duda que taladra mis sienes abatidas.
Nadie finge camino en torno de mis plantas
que repliegan, medrosas, su impulso derrotado.

¡Soledad de mi frente1 Un residuo de sueños
la empolva de ceniza.
-¡Qué siniestra bandada de ideas en delirio
entrega al huracán su pálido plumaje!-.

¡Soledad de mis labios! Escondida zozobra
de los besos en flor que no abrasa el estío,
nostalgia de capullo condenado a vivir
su eterna adolescencia.

¡Soledad de mis manos! Inefable tortura
del gesto que se duerme en trance de caricia.
¿Para qué la ansiedad que entreabre mis palmas
si adhieren a su curva inútiles vacíos?

Soledades que cercan con límites de hierro
la expansión luminosa y frágil de mi vida...
¡Rompe tú las amarras que me retienen, muda,
en el hueco sombrío de mi rincón doliente!

Actualmente, en las letras hispanas tenemos un importante elenco de escritoras de reconocido prestigio. Suelen ser más conocidas las novelistas como por ejemplo Ana María Matute o Isabel Allende, pero también nos encontramos en una época positiva a nivel poético. Podemos destacar a Chantal Maillard, Olvido García Vallés, Julia Uceda, Julia Castillo, Almudena Guzmán… Ello augura un importante futuro poético en el que las mujeres van a tener mucho que decir.

NO EXISTE EL INFINITO... 
Chantal Maillard

No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una trayectoria,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.
DE UN TIEMPO A ESTA PARTE... 
Almudena Guzmán

De un tiempo
a esta parte
estoy prisionera
en un coche
de gritos y hielo
que circula
por carreteras oscuras
y en vertical
como catedrales,
deslumbrada
por las luces largas
de los que vienen
en sentido contrario
que sois todos.

Creación literaria

Como habéis podido comprobar, este mes la sección ha sido un tanto diferente, por lo que en este apartado de creación literaria no os voy a especificar una característica que quiero que tengan vuestros poemas, sino que solo quiero que participéis, que perdáis el miedo a enseñar vuestras creaciones y mandéis poemas de la temática que sea y con las figuras que queráis. Ahí va uno mío:

ARS POETICA 
Raúl Molina

Escribo
en hojas manchadas de café,
en hojas marrones con azúcar.
Fiero, con los nervios a flor de piel.

Escribo
en hojas manchadas de ginebra,
en hojas etílicas e insanas.
Adormilado, pestañeo más de la cuenta.

Escribo
en hojas manchadas de corazón,
en hojas que gritan y son mi consuelo.
Culpable, de todo culpable.

Escribo
en hojas manchadas de lágrimas,
en hojas llenas de sal, de mí.
Triste, agoto los pañuelos.

Escribo
en hojas manchadas de noche,
en hojas con reflejos de Luna.
Cansado, como yo, muere el día.

Diez sonetos de amor, de Antonio Gala

“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.”

Esta es la afirmación que Gustavo Adolfo Bécquer nos dejó en su rima XXI, y cuánta razón tenía. Porque la poesía no es simplemente la sucesión de versos más o menos rimados, más o menos medidos, no, la poesía es mucho más, es una forma de vida, una postura ante el mundo y ante uno mismo, es una búsqueda y un encuentro… la poesía es vida… Al mismo tiempo, la podemos encontrar en cualquier parte, en cualquier objeto, en cualquier persona… Y aparecerá con formas infinitas, infinitas texturas, infinitos colores, aromas, sabores… Porque la poesía es eternidad.

Por ello un poeta no es necesariamente la persona que rima versos y los plasma sobre un papel o los recita ante un público… un poeta no necesita vender libros para serlo… un poeta lo es sin más, aunque jamás haya escrito nada, porque la poesía está dentro y puede salir simplemente en una mirada, en una caricia, en un silencio que el viento esparcirá…

Sin embargo, en raras ocasiones, aparecen personas que están tocadas con un don divino y deben, como es su obligación con resto de la humanidad, transmitir a los demás humanos la pureza de la levedad de las palabras, o la armonía de los sonidos, o la cadencia del caos universal… Y hoy quiero hablar de algunos de estos seres, porque ellos están poseídos por una obsesión: son esclavos de la belleza.

ANTONIO GALA

Antonio Gala fue un escritor, periodista, dramaturgo, ensayista y poeta español que nació en Brazatortas (Ciudad Real) el 2 de octubre de 1930 y falleció en Córdoba el 28 de mayo de 2023. Se crio en Córdoba y estudió Derecho, Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Económicas en Sevilla y Madrid. Se inició en la literatura con el libro de poemas Enemigo íntimo (1959), que obtuvo el premio Adonáis, y luego se dedicó al teatro con obras como Los verdes campos del Edén (1963), Anillos para una dama (1973) o Séneca o el beneficio de la duda (1987). También escribió novelas como El manuscrito carmesí (1990), que ganó el premio Planeta, La pasión turca (1993) o La regla de tres (1996), en las que exploró las pasiones eróticas de sus personajes femeninos. Fue un autor muy popular y reconocido con varios premios y distinciones, como el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca, el Hijo Predilecto de Andalucía o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

Antonio Gala se consideraba a sí mismo un poeta, por encima de todo. De hecho, toda su obra tanto dramática como narrativa está impregnada de un fuerte lirismo, que cierta crítica ha calificado de trasnochado y anacrónico. A parte del libro Enemigo íntimo (1959), otros libros de poesía suyos son La deshonra (1962), Testamento andaluz (1972), Poemas de amor (1984) o El poema del Toboso (1993). Su poesía se caracteriza por el uso de la metáfora, el tono confesional, la musicalidad y la influencia de autores como Rilke, Garcilaso o San Juan de la Cruz. Con ella, Antonio Gala, daba una plena expresión de su sensibilidad, de su visión del mundo y de sus sentimientos. Es una poesía que busca la belleza, el amor y la trascendencia, pero también refleja el dolor, la soledad y la muerte. Es una poesía que combina lo clásico y lo moderno, lo culto y lo popular, lo andaluz y lo universal. Es una poesía que habla con voz propia y que invita a la emoción y al diálogo.

VÍCTOR MARIÑAS

Por su parte, Víctor Mariñas Perdigón es un músico, cantautor y profesor de guitarra y lenguaje musical nacido en Almendralejo (Badajoz) en 1965, que ha publicado varios discos, entre los que destaca el que nos ocupa, Diez sonetos de amor de Antonio Gala (2009), en el que pone música a los poemas del escritor cordobés. Con dieciocho años participó en la gira de una famosa pareja de aquellos tiempos: Juanito Valderrama y Dolores Abril. Estudió canto, guitarra, armonía, composición y piano. Ha actuado en múltiples locales madrileños y ha realizado diversas giras por toda España. Compone sus propias canciones y ha musicado poemas de lo más florido del panorama de las letras hispanas: Gabriel Celaya, José Hierro, Luis Cernuda, Elsa López, Gabriel y Galán y, como no, Antonio Gala… También ha participado en proyectos como Caminos de tinta y papel (2012), una iniciativa cultural que recorrió 15 municipios extremeños con música y literatura.

El estilo musical de Víctor Mariñas se podría definir como intimista, poético y comprometido. Su música se basa en la guitarra acústica y en su voz, que transmite emoción y sensibilidad. Sus canciones son una mezcla de influencias que van desde el folk al pop, pasando por el flamenco, el jazz o la bossa nova. Sus letras son reflexiones sobre el amor, la vida, la naturaleza o la sociedad, a menudo inspiradas en poetas como Antonio Gala, José Hierro o Miguel Hernández. Su estilo musical es personal y original, pero también cercano y accesible.

DIEZ SONETOS DE AMOR, de Antonio Gala y Víctor Mariñas

Diez sonetos de amor es un disco que contiene diez canciones basadas en los sonetos que Antonio Gala escribió para su amada Carmen Claver. Víctor Mariñas respeta el texto original de los poemas y les añade una melodía y un acompañamiento musical que realzan su belleza y su expresividad. El resultado es una obra que fusiona la poesía y la música con armonía y sensibilidad, y que transmite el amor, el desamor, la pasión y el dolor que siente el poeta.

En este disco participaron, además de Víctor Mariñas como cantante y guitarrista, otros artistas como Pere Gimferrer, que escribió el prólogo del libro; Ana Belén, Carlos Cano, Luis Eduardo Aute, Rosa León, Pablo Guerrero y María Dolores Pradera, que apadrinaron el proyecto; José Infante, que hizo la selección de los sonetos; y Antonio Vega, que cantó una versión de uno de los poemas de Gala. Todos ellos contribuyeron a darle difusión y prestigio a este disco, que fue el primero en musicalizar la obra poética de Antonio Gala.

Más que un libro es un gesto, un guiño, una invitación a creer en la poesía. En sólo diez sonetos se encierra el más grande sentimiento humano: el amor. Es como una joya: pequeña, pero valiosa.

Veamos algunas de estas composiciones:

LA LUNA NOS BUSCÓ

La luna nos buscó desde su almena,
cantó la acequia, palpitó el olvido.
Mi corazón, intrépido y cautivo,
tendió las manos, fiel a tu cadena.

Qué sábanas de yerba y luna llena
envolvieron el acto decisivo.
Qué mediodía sudoroso y vivo
enjalbegó la noche de azucena.

Por las esquinas verdes del encuentro
las caricias, ansiosas, se perdían
como en una espesura, cuerpo adentro.

Dios y sus cosas nos reconocían.
De nuevo giró el mundo, y en su centro
dos bocas, una a una, se bebían.
TÚ ME ABANDONARÁS 

Tú me abandonarás en primavera, 
cuando sangre la dicha en los granados 
y el secadero, de ojos asombrados, 
presienta la cosecha venidera.

Creerá el olivo de la carretera 
ya en su rama los frutos verdeados. 
Verterá por maizales y sembrados 
el milagro su alegre revolera.

Tú me abandonarás. Y tan labriega 
clareará la tarde en el ejido, 
que pensaré: Es el día lo que llega.

Tú me abandonarás sin hacer ruido, 
mientras mi corazón salpica y juega 
sin darse cuenta de que ya te has ido.
TU PROMESA LLEVO

Yo me voy y tu promesa llevo 
como quien agua en unas redes lleva, 
que no es aquí ninguna traición nueva 
y ningún juramento en aquí nuevo.

No sé por qué razón otra vez pruebo 
a darte fe, si soy la viva prueba 
de que en ti la mentira se renueva 
igual que en el amor yo me renuevo.

Caerá el otoño sobre los frutales; 
caerá al lagar el mosto desangrado 
y en el campo las lluvias iniciales.

Caerá diciembre y me hallará cansado 
de esperar, a destiempo, los rosales 
que me ofreciste un día ya olvidado.
LA VOZ SERENA

Cuándo tendré, por fin, la voz serena, 
sencillo el gesto, la ansiedad cumplida, 
sigilados los labios de la herida, 
mi pleamar cansada por tu arena.

Cuándo mi sangre trazará en la vena 
su ronda acostumbrada y consentida, 
y unánimes irán —corta la brida- 
el fiero gozo y la dorada pena.

Cuándo estará mi boca sosegada, 
suave el aliento, el beso compañero, 
compartida la gracia de la almohada.

Cuándo llegará el día verdadero 
en que me suelte ya de tu mirada, 
para poder decirte que te quiero.

El presente permiso, de Raúl Molina

I

[Los siguientes poemas fueron escritos por Raúl Molina Gil en una breve, pero intensa, estancia en Iowa City, hacia otoño de 2017 y si tuvieran que congregarse alrededor de un título lo harían bajo un sucinto El presente permiso, al ser estas tres palabras algunas de las más repetidas en la documentación que viajó en su maleta sobre el Atlántico hasta atravesar los puentes de hierro y hormigón el río Mississippi y, entonces, detenerse. Las fotografías, según dice, son, también, suyas]

Decía Foucault que más de uno, sin duda, escribe para perder el rostro: no me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable, pues es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. ¡Qué nos dejen en paz cuando se trata de escribir!, gritaba, al final de una cita mil veces repetidas y que resonaría en mí tantas y tantas veces. Sé ahora, después de mucho tiempo, que nunca la había entendido realmente. Fue el otro día cuando, sin esperarlo, como un gancho de derechas digno del mejor Hemingway (no digo Sugar Ray o Joe Louis porque no conviene, me contaba un amigo experto en estas lides, enfadar a las deidades del boxeo), me encontré con algo similar a una respuesta: “Como dijo Lenin: si buscas a la persona que se beneficia, entonces… eh… en fin… eh… o sea, descubrirás… Entiendes lo que quiero decir”. Brotaba de ahí, de esas palabras indecisas e imprecisas, una suerte de réplica, reiterada e inconscientemente buscada. Mi problema, ahora, es que no comprendo el porqué de esa relación que mi cerebro hizo entre el bueno de Foucault y The Dude. Al fin, “pobre de aquel que mire / y vea claro”, ¿verdad, Claudio? Al cabo, y sea como sea, un mot de passe: “En las sociedades de control, lo esencial ya no es una marca ni un número, sino una cifra: la cifra es una contraseña (mot de passe), en tanto que las sociedades disciplinarias están reguladas mediante consignas (mots d’ordre) (tanto desde el punto de vista de la integración como desde el punto de vista de la resistencia a la integración). El lenguaje numérico de control se compone de cifras que marcan o prohíben el acceso a la información” (Cita, esta última, de Gilles Deleuze en “Post-scriptum sobre las sociedades de control”).

Mi Viejo pasaporte aun es válido después de muchas desventuras
Lo mira un funcionario de aduanas
con un águila calva estampada en el pecho
y comprueba que efectivamente soy yo el de la fotografía
que no intento engañarlo y que no he viajado nunca
a estados peligrosos
Siria, Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Yemen.
Is it your first time in the USA?
Yes, I said.
What are you going to do in the USA?
I am going to research.
About?
Spanish poetry.
Ok.
How long are you going to be in the USA?
Three months.
Where?
Iowa City.
Ok.
Paso los dedos de la mano derecha por el escáner 
después los de la izquierda
siempre en este orden por mandato de alguna ley que desconozco
Give me your DS2019, please.
Lo comprueba y mientras tanto me fijo en otras caras
las caras de otra gente que quieren acabar
con el mal trago del registro de aduanas
Una mujer con un vestido rojo no sabe hablar inglés
tampoco el hombre con la camisa azul puede ayudarla
y aquel niño que corre parece no entender
que su padre ha perdido el pasaporte y que puede que duerman
juntos y acurrucados en una suerte de celda
que el aeropuerto tiene habilitada en casos como este.
Vuelve a mirarme el funcionario
pone el pasaporte al lado de mi cara y comprueba finalmente que soy yo
que no tengo condenas pendientes en España 
que no quiero matar al presidente
ni hacer trata de blancas
que no me relaciono con un cártel de la droga
ni he vendido bombas en el mercado negro.
El caso es que
ya contesté a todo que no en un infinito formulario 
días antes de subir al avión…

Me imagino perdido en un país que no me corresponde
como aquel hombre con su hijo pequeño
y solicito asilo al consulado
pidiendo a algún ministro que me saque de allí
que yo solo quería investigar unos meses y vivir sus mentiras
mejorar mi inglés conocer gente hacer amigos
ver las grandes llanuras y cabalgar a lomos
de un Cadillac los campos de maíz
recorrer la 66 hasta Santa Monica
y fotografiarme junto a las olas del Pacífico
ser uno más de la manada de europeos
que llegaron ligeros de equipaje y cargados de sueños
hablar tal vez con un marine
y ver partidos de hockey sobre hielo
beber café con agua 
probar decenas de hamburguesas
dormir en un motel del estado de Arkansas
y ver el Gran Cañón
respirar el aire puro de Juneau
hacer surf en Hawai
subir al rascacielos más alto de New York
entrar al Capitolio y al Pentágono
estrecharle la mano a Donald Trump sin mirarle a la cara
conducir una Harley
escuchar un blues cerca del Mississipi
bailar al ritmo del jazz en New Orleans
o disfrazarme en sus calles
andar por San Francisco ondeando la arcoíris
besar a Harvey Milk si Dan White 
no hubiera acabado con su vida
sentir la voz de Rosa Parks en Alabama
atravesar en un velero el Lago Michigan hasta Petoskey
pisar la Plaza Dealey y oír los gritos todavía,
todo eso señor Ministro de Exteriores del Gobierno de España
es lo que yo quería hacer 
en Estados Unidos
eso y nada más señor Ministro lo prometo
intercedan por mí no quiero estar 
más tiempo entre estas rejas.

Your Visa is correct, you can pass
And I do it.

II

No es únicamente que George W. Bush no tuviera ni idea de geografía, es, más bien, que respondía a esa ideología que cree que cualquier espacio del globo es, en realidad, propiedad de Estados Unidos. Solo así podemos entender que dijera en cierta ocasión que había hablado con Vicente Fox, el antiguo presidente de México, para tener petróleo que enviar a Estados Unidos, “de forma que no dependamos del petróleo extranjero”. Más recientemente, el brillantemente electo presidente Donald Trump afirmó que construiría un muro para separar su país (the land of the braves) de sus vecinos del sur y que serían estos últimos quienes lo pagarían. Al fin y al cabo, desde 1776 el lema de Estados Unidos ha sido E Pluribus Unum. Y en esas siguen. Sobre los adentros y las afueras habló, y mucho, Baudrillard (filósofo y fumador empedernido), al volver de Estados Unidos. Y de todo lo que dijo, quizás, sean estas las palabras que más ecos me generan (y, por otra parte, algunas de las que menos pueden gustar a Bush o a Trump, porque señalan sus vergüenzas, o algo parecido, si es que las tuvieran): “Disneylandia existe para ocultar que es el país ‘real’, toda la América ‘real’, una Disneylandia (al modo como las prisiones existen para ocultar que es todo lo social, en su banal omnipresencia, lo que es carcelario). Disneylandia es presentada como imaginaria con la finalidad de hacer creer que el resto es real, mientras que cuanto la rodea, Los Ángeles, América entera, no es ya real, sino perteneciente al orden de lo hiperreal y de la simulación. No se trata de una interpretación falsa de la realidad (la ideología), sino de ocultar que la realidad ya no es la realidad y, por tanto, de salvar el principio de realidad” (Cita, esta última, de Jean Baudrillard en Cultura y simulacro).

Smoking is forbidden
dicen las señales del campus donde escribo
una tesis que no tendrá cabida en este mundo.
Es ilegal andar fumando por las calles.
Es ilegal andar bebiendo por las calles.
Es ilegal andar en bicicleta
a menos que transites la calzada.
Y sin embargo
puedes llevar un arma en la cintura
puedes comprarla en Walmart
si eres mayor de dieciocho y tienes
dinero suficiente para hacerlo.
Puedes montar en moto sin un casco
que proteja tu vida.
Puedes hincharte a grasas saturadas
pues no importa que enfermes
eres al fin y al cabo tú quien paga tus seguros.
Nada importa tu cólico tu cáncer
un infarto en medio de la noche
o la congelación de alguno de tus miembros.
Solo pierde la empresa tu fuerza de trabajo
solo al trabajador del mes del condado de Johnson
que hacía horas extra tan solo por un premio
que nada vale y a nadie importa
más que a uno mismo.

No he escuchado a nadie hablar de plusvalías
de infraestructura
o del cambio climático que azota
durante el mes de octubre a todo el Midwest.
Tampoco a nadie quejarse de lo triste que resulta
habitar una casa aislado del vecino
no conocer quién vive en la acera de enfrente
ni saberte los lastnames 
del cajero al que pagas
el té cada mañana en la franquicia de la esquina.
Ninguna queja  
a pesar de las doce horas de curro.
Bussiness is bussines.
You are a part of the Company and you have to be proud of that, 
they used to say.

Y tengo ganas de decir
que este país lo hicieron los esclavos mientras tu abuelo
vendía sus cuerpos a precio de oro
empuñaba un calibre 25 
leía en una mecedora Uncle Tom's Cabin 
se veía en la piel de Simon Legree
y soñaba con la plantación más grande de maíz o de algodón
que nunca nadie hubiera podido imaginar.

Lo reconozco ahora:
No hay título posible en el poema
que no sea un escueto y mordaz
Welcome to the fucking land of freedom.

III

¿Quién preguntó a Don Quijote o, mejor, a Sancho Panza si ellos realmente querían ver el mar? Parecioles, dice Cervantes (o Cide Hamete) espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera. Y siempre, cuando volvemos al fragmento, la pregunta anterior y, también, otra: si tanto y tanto hubieran anhelado ver el mar, ¿por qué ninguno se atreve siquiera a acariciar el agua?, ¿por qué se conforman con plantarse con su montura ante él y mirar el horizonte (como aquel caminante sobre el mar de nubes de Friedrich) y las galeras? Cervantes estaba loco de cordura, afirmaba Alfonso Sastre, y nunca pudo olvidar la Mar Mediterránea. Quizás la respuesta resida en la conjunción de una suerte de Síndrome de Estocolmo cervantino por el Mediterráneo y de que ya Avellaneda (sea este quien sea) los envió (sin preguntar tampoco) a Zaragoza y a Madrid. Aunque es también muy probable que no exista contestación alguna a tales interrogaciones. Ahora, creo que el nódulo de todo ello es Thomas Mann: que viajó en barco por el Mediterráneo (como Cervantes), que lo hizo sin siquiera rozar las olas (como Quijote y Sancho) y que, además, nos legó la experiencia como escrito. ¿Por qué, sin embargo, pienso que hubiera sido necesario acariciar las aguas? ¿Por qué para bien marchar es necesario involucrarse, (con)vivir, devenir? ¿Por qué si, al cabo, las mismas aguas no tocadas acabarán por mojarnos en el ciclo sin fin que habitamos?: “Cuando las aguas del océano suben a los cielos, pierden su amargura para ser puras nuevamente. Las aguas del océano se evaporan y suben hacia las nubes. Y cuando se evaporan, se vuelven frescas” (Cita extraída de El largo viaje, película de Ismaël Ferrouki).

Game Day

Hay atascos y huele a barbacoa: Today it’s game day
nos dice la recepcionista de los apartamentos 
donde viviré los próximos tres meses.
Yes, we know it. We have tickets.
Nos faltó decirle que los habíamos comprado
en un arrebato un tanto irracional 
muy propio de quien llega a un lugar desconocido
y quiere ser testigo de todo lo que ocurre.

Join the crowds! Join the crowds!

Rezan decenas de carteles cuando nos acercamos al estadio
Pitido inicial vuela el ovoide y es todo
tan nuevo y diferente que nos mantiene en vilo
¡¡¡¡Major MacKenzie!!!!
Y un ensordecedor grito recorre el campo
Mientras un héroe de guerra saluda a una multitud volcada.

Join the crowds! Join the crowds!

Pienso en todos los horizontes
en todos los sueños que mecen los rugidos
de setenta mil gargantas
Lo pienso mientras me levanto
por respeto quizás
hipócrita sin duda alguna y les digo
en un susurro interno:
Os creéis los herederos de Washington 
con la libertad 
tatuada a fuego en la comisura de los labios
los bisnietos de El Álamo y los enemigos de Santa Anna
os creéis el soldado Ryan
el recluta bufón y el sargento de artillería Lee Emery
provocando la muerte del soldado Leonard Gomer Pyle Lawrence 
que hubiera tenido hijos y nietos de no haber existido
la única guerra que decís (no) haber perdido
os creéis el 2º teniente Murphy derribando tanques alemanes
pese a haber sido herido en una pierna.

Sois realmente contradictorios
y lo sabéis (o quizás no)
aunque sepáis disimularlo (o quizás no):
este poema podía titularse simulacro 
o acaso abracadabra. 

González, Ángel

Ángel González fue un poeta español de la Generación del 50, que se caracterizó por el uso de la ironía y el escepticismo para criticar la sociedad de posguerra, pero que, así mismo, compartía con ellos ciertas características, como: recuperación del aspecto estético del lenguaje, reflexiones metafísicas y existenciales, interés por la lírica intimista o el hecho de tener como referente a Antonio Machado. Ángel González nació en Oviedo en 1925 y sufrió las consecuencias de la Guerra Civil Española, que le marcó profundamente. Estudió magisterio, derecho y periodismo, y trabajó como funcionario y como profesor de literatura española contemporánea en Estados Unidos. Publicó su primer libro de poemas, Áspero mundo, en 1956, y recibió varios premios literarios, entre ellos el Príncipe de Asturias de las Letras en 1985 y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996. Fue elegido miembro de la Real Academia Española en 1997. Los temas más importantes sobre los que gira la poesía de Ángel González son:  el amor, la guerra, la naturaleza y la vida. Murió en Madrid en 2008.