Aquellas vacaciones de Pascua, como todos los años, volví al hogar… Nada extraordinario ni fuera de lo normal: la abuela besuqueándome cada diez minutos, mis hermanos minándome la paciencia y mis padres la moral… las saliditas nocturnas con las amigas, las que quedan solteras, y algún ligue esporádico de los de no volver a ver… ¡gracias a Dios!… Pero está bien, porque, a fin de cuentas, son las personas que quiero y dan color a mi vida… Y ya hasta el verano… si no me surge algo antes…
Sin embargo, esta vez fue diferente y no por algo circunstancial o esporádico, sino por un hecho que tarde o temprano se veía venir: me he hecho mayor… je, je, je… y mis padres ya no me trataban como a una niña, y las conversaciones ya eran serias y trascendentales, y las bromas y los chistes ya no resultaban tan inocentes… y mis guapos hermanitos, grandotes y con voz grave llena de gallos y el rostro repleto de granos, me miran de forma distinta e incluso con un poco de reparo… Y entonces descubrí algo de todos ellos que yo intuía, pero que jamás antes supe ver: también eran unos seres humanos como todos… ¡Increíble!
Ocurrió que les comenté mi colaboración en esta página y que debía buscar una canción y un tema para este mes a lo que, sorprendentemente, mi padre se interesó bastante y comenzó a hablarme de grupos, cantantes, canciones y temas que yo jamás hubiera pensado que él conociera. Entusiasmada ante este milagro, me dejé llevar por la corriente y descubrí que ambos, ¡incluida mi madre!, poseían una sapiencia musical mucho más vasta de la que yo jamás hubiese sospechado… Y aquella tarde supe que él había peinado rastas y ella vestido minifaldas y escondía tatuajes, que se habían conocido entre los vapores de maría en algún macroconcierto y que habían viajado hasta ciudades lejanas sólo por ver en directo a algunos melenudos que hacían furor en su época… e incluso en la nuestra…
Y así, mi padre, tan generoso como siempre, me prestó la idea de este mes: “¿Conoces a Bob Marley?”- Preguntó. “¡Papá, por Dios! ¿Quién no conoce a Bob Marley?” – Respondí con mucha dignidad ofendida. “Tu abuela, por ejemplo.” … Pero debo decir que incluso en este punto tengo mis dudas…
Nació Bob Marley, cuyo nombre real era el de Robert Nesta Marley Booker, en un pequeño pueblo, Nine Mile, que debía su nombre a que solamente ocupaba nueve millas, al Norte de la paradisiaca isla caribeña de Jamaica, a escasos tres kilómetros de la capital, Kingston, un 6 de febrero de 1945. Hijo de una jovencita del lugar, Cedella Booker, quien tenía 17 años cuando quedó embarazada de Bob, prendada por el uniforme de la infantería de marina inglesa que vestía su padre, llamado Norval Marley, uno de los escasos jamaicanos blancos procedente de una familia colonial llegada de Essex, bastante más mayor que ella y al que su hijo prácticamente ni conoció. Este hecho tuvo como resultado el color indefinido que Bob lucía en su piel y que le acarrearía las burlas y desprecios por parte de los negros como de los blancos, porque cuando se es mestizo, no se pertenece del todo a ninguna parte…
Su infancia fue rica en pobreza y miserias, con su madre trabajando de sol a sol para sacarlo adelante en una casa donde no había ni agua ni electricidad. Pero nada de esto le preocupó a Bob quien siempre sintió indiferencia hacia cualquier tipo de discriminación, tanto racial como económica y, cuando le preguntaban, él siempre decía ser negro porque era la única parte de su origen familiar del que había recibido amor.
Y hablando de amor, Cedella se enamoró de otro hombre, el cual tenía otro hijo, Bunny Wailer, el mejor amigo y compañero de Bob con el que, además de compartir una hermana, participaron en un mismo destino dentro de la música.
Bob y Bunny viajaron a la capital para buscarse la vida y allí conocieron a Peter Tosh (Winston Hubert McInthos) con quien formaron el grupo Wailing Wailers (gritos de protesta) y a partir de ese momento ya entra en la historia de la música de la que os hablaré en otro artículo… porque aquí nos vamos a detener solamente en una canción, “Redemption Song”, la cual, como su título indica, es un grito de libertad y un canto a la vida:
“Los viejos piratas, sí, me robaron; fui vendido a los barcos mercantes, minutos después de que me cogieran del pozo sin fondo. Pero mi mano fue hecha fuerte por la mano del Todopoderoso. Avanzamos en esta generación triunfantemente. ¿No me ayudarás a cantar estas canciones de libertad? Pues son todo lo que he tenido siempre: canciones de redención, canciones de redención. Emancipaos de la esclavitud mental; nadie salvo nosotros mismos puede liberar nuestras mentes. No tengáis miedo de la energía atómica, pues ninguno de ellos puede parar el tiempo. ¿Por cuánto más matarán a nuestros profetas, mientras nos quedamos a un lado y miramos? ¡Oh! Algunos dicen que es sólo una parte de eso: tenemos que completar el libro…”
“Redemption Song” apareció en el álbum Uprising, que fue el último de Bob Marley & The Wailers. Bob escribió este tema en 1979 y ya sabía que iba a morir del cáncer que le consumía… Este tema es diferente del resto de los de Bob porque tiene cierto aire folklórico y es una grabación acústica donde destaca la voz del cantante, simplemente acompañada de la guitarra y sin ningún acompañamiento orquestal.
La letra de la canción se basa en los ideales del movimiento rastafari, una corriente surgida en los barrios marginales de Kingston en la década de los años treinta del pasado siglo, este pensamiento se basa en ideales tanto socio-culturales como religiosos y tuvo mucho éxito entre la población negra más desfavorecida, descendiente de los esclavos africanos quienes reivindican, además de sus derechos sociales y políticos, una vuelta, más metafórica que real, al origen, al África de donde procedían y, para ello, crearon un mundo de fantasía donde su principal icono era, ni más ni menos, que el dictador etíope Haile Selassie I, al cual consideraban como una reencarnación de Dios… Pero de esto, vuelvo a repetir, hablaremos más detenidamente en el artículo correspondiente.
Esta canción ha sido catalogada por la revista Rolling Stone como una de las mejores de la música popular de todos los tiempos… afirmación, como siempre, bastante arriesgada…
El caso es que ésta fue un canto de despedida, como el del pájaro espino, basada en la doctrina rastafari de amor, igualdad y comprensión que predicaba el pastor jamaicano Marcus Garvey. Aquí Bob Marley, en sus últimos días, puede exponer sus más profundos sentimientos y por ello lo hace de una manera incluso intimista, como si hablara consigo mismo, como si fuera una mera reflexión, por lo que, a pesar de los temas típicos que todo el mundo encuentra en ella, como la esclavitud, la libertad, etcétera, podemos encontrar algo mucho más profundo, sobre todo cuando dice: “Emancipate yourselves from mental slavery; // none but ourselves can free our mind.” (Emancipaos de la esclavitud mental;/ nadie salvo nosotros mismos puede liberar nuestras mentes). Donde tal vez Bob, en esos momentos, estuviera más allá del bien y del mal, más allá de toda atadura terrenal, más allá de cualquier pasión, porque ya era consciente de su propia muerte inminente y podía pedir esa libertad suprema sin miedos ni ataduras…
Old pirates, yes, they rob I;
Sold I to the merchant ships,
Minutes after they took I
From the bottomless pit.
But my hand was made strong
By the ‘and of the Almighty.
We forward in this generation
Triumphantly.
Won’t you help to sing
These songs of freedom? –
‘Cause all I ever have:
Redemption songs;
Redemption songs.
Emancipate yourselves from mental slavery;
None but ourselves can free our minds.
Have no fear for atomic energy,
‘Cause none of them can stop the time.
How long shall they kill our prophets,
While we stand aside and look? Ooh!
Some say it’s just a part of it:
We’ve got to fulfil de book.
Won’t you help to sing
These songs of freedom? –
‘Cause all I ever have:
Redemption songs;
Redemption songs;
Redemption songs.
Emancipate yourselves from mental slavery;
None but ourselves can free our mind.
Wo! Have no fear for atomic energy,
‘Cause none of them-a can-a stop-a the time.
How long shall they kill our prophets,
While we stand aside and look?
Yes, some say it’s just a part of it:
We’ve got to fulfill de book.
Won’t you help to sing
These songs of freedom? –
‘Cause all I ever had:
Redemption songs –
All I ever had:
Redemption songs:
These songs of freedom,
Songs of freedom.
El 23 de octubre de 1938, el diario bonaerense La Nación recibió un poema de Alfonsina Storni titulado Voy a dormir, que decía así:
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
Dos días después, en la mañana del 25 de octubre, Alfonsina se suicidaba en la playa de La Perla, de Mar del Plata. Tenía 46 años y estaba enferma de cáncer de mama, dejaba un hijo de 27 años y una interesante obra poética y dramática. Este poema fue su despedida…
En realidad, esta fue una muerte anunciada… Ya hacia mediados de 1935 aparecieron editados sus libros Mascarilla y trébol y una Antología poética, donde aparecían sus poemas preferidos, como una recopilación final, definitiva. Curiosamente, envió Mascarilla y trébol a un certamen poético y preguntó al Director de la Comisión General de Cultura “¿Y si uno muere, a quién le pagan el premio?” Otro hecho bastante indicativo fue cuando, en esos últimos días, quiso ir a la casa de su amiga Fifí, en Real de San Carlos, pero aquella se excusó porque tenía invitados, a lo que Alfonsina respondió: “Tenés miedo de que muera en tu casa.” Días después se encontró con la poetisa Abella Caprile a quien le confesó que su neurastenia le estaba dando verdaderos problemas y que sólo pensaba en suicidarse. El 18 de octubre viajo hasta el Mar del Plata, desde allí le escribió dos cartas a su hijo Alejandro que le hicieron a éste levantar sospechas sobre sus intenciones, en las cuales le decía que los dolores en el brazo eran insoportables… El día 20 de octubre, jueves, lo pasó escribiendo, a pesar de su malestar, al sábado siguiente, 22 de octubre, envió los correos… y el martes por la mañana, unos obreros de la Dirección de Puertos encontraron su cuerpo flotando en el agua de la playa… y un zapato olvidado sobre los hierros de la escollera.
Mucho se ha escrito sobre los dos últimos versos de su último poema:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
Pero ellos han sabido guardar el secreto que encerraban y, a pesar de todas las suposiciones, sólo ella podría desvelar su significado. Esa es la magia del poeta: llevarse a la tumba algo que todo quisieran desvelar… Las palabras de un poeta son puro misterio para el resto de los humanos…
Alfonsina Storni Martignoni nació en Sala Capriasca, una localidad de los cantones de habla italiana de Suiza, un día todavía no determinado entre el 22 y el 29 de mayo de 1892. Cuatro años después, su familia emigró a Argentina para no volver jamás a Europa. Su padre, Alfonso Storni, era un hombre melancólico, extraño y bebedor, como ella dejó reflejado en su poema A mi padre:
Que por días enteros, vagabundo y huraño
no volvía a la casa, y como un ermitaño
se alimentaba de aves, dormía sobre el suelo
y sólo cuando el Zonda, grandes masas ardientes
de arena y de insectos levanta en los calientes
desiertos sanjuaninos, cantaba bajo el cielo.
Este hombre se estableció en Rosario como regente de un bar donde Alfonsina trabajó de camarera durante su adolescencia.
Sin embargo, la imagen que tiene de su madre era muy diferente, pues la veía desde una perspectiva melancólica, llena de tristeza y resignación femenina:
No las grandes verdades yo te pregunto, que
no las contestarías; solamente investigo
si, cuando me gestaste, fue la luna testigo,
por los oscuros patios en flor, paseándose.
Y si, cuando en tu seno de fervores latinos
yo escuchando dormía, un ronco mar sonoro
te adormeció las noches, y miraste, en el oro
del crepúsculo, hundirse los pájaros marinos.
Porque mi alma es toda fantástica, viajera,
y la envuelve una nube de locura ligera
cuando la luna nueva sube al cielo azulino.
Y gusta, si el mar abre sus fuertes pebeteros.
Arrullada en un claro cantar de marineros
mirar las grandes aves que pasan sin destino.
Su madre, Pulina Martignoni, tuvo que abrir una academia de clases particulares en Rosario para mantener a la familia a causa del alcoholismo del padre y del fracaso del restaurante que éste puso en marcha. Alfonsina no tuvo más remedio que encargarse de sus hermanos pequeños y ayudar a la economía familiar lavando platos y trabajando de costurera. En otro fragmento de un poema dice de su madre:
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna… Ah, bien pudieran ser
a veces, en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Posiblemente de esta época germinara en ella esa rebeldía feminista y ese afán de independencia que le acompañó hasta sus últimos días. Pero es que Alfonsina nació así, rebelde, inconformista, traviesa… Ya desde pequeña tenía problemas por ser bastante mentirosa y se inventaba sucesos que la metían a ella y a su familia en problemas, como incendios, robos o asesinatos imaginados. Hasta una vez invitó a sus compañeras a unas vacaciones en una finca que no existía…
Pero Alfonsina fue creciendo y madurando y su afán de libertad fue haciéndose más grande con ella. Se independizó de la familia y realizó diversos trabajos para mantenerse: fabricante de gorras, repartidora de volantes y, finalmente, actriz en un grupo de teatro, volviendo al final de esta aventura junto a su madre, quien había contraído matrimonio por segunda vez. Posteriormente viajo a Corondas, una ciudad de la provincia de Santa Fe, donde acabó sus estudios como maestra rural, pagándose la estancia con su trabajo de celadora del centro, tenía entonces 17 años… Y en 1911 se trasladó a Buenos Aires, donde tuvo su hijo, de padre desconocido, y donde comenzó su carrera como escritora. Pero el camino no fue fácil y primero tuvo que trabajar como secretaria de publicidad en una empresa importadora de aceite de oliva, donde ella se sentía verdaderamente desdichada:
«[...] estoy encerrada en una oficina; me acuna una canción de teclas; las mamparas de madera se levantan como diques más allá de mi cabeza; barras de hielo refrigeran el aire a mis espaldas; el sol pasa por el techo, pero no puedo verlo; bocanadas de asfalto caliente entran por los vanos y la campanilla del tranvía llama distante. Clavada en mi sillón, al lado de un horrible aparato para imprimir discos, dictando órdenes y correspondencia a la mecanógrafa, escribo mi primer libro de versos, un pésimo libro de versos. ¡Dios te libre, amigo mío, de La inquietud del rosal! Pero lo escribí para no morir».
Cuando publica su primer libro, La inquietud del rosal, tenía 24 años y fue ésta una colección de poemas en los que dejaba entrever su condición de mujer joven repleta de deseos y la situación que vivía como madre soltera, aunque jamás tuvo ningún complejo por ello. Este primer libro tuvo muy poco éxito pues la crítica lo acusó de inmoral, costándole incluso el puesto de trabajo, sin embargo, le sirvió para entrar en los círculos literarios y conocer a poetas tan importantes como el nicaragüense Rubén Darío y al uruguayo José Enrique Rodó, comenzando a colaborar en la revista literaria Caras y Caretas. En 1918 publicó su poemario Dulce daño, del cual podemos leer el poema Nocturno:
Es muy dulce el silencio de esta hora;
hay algo en el jardín que tiembla y llora.
Oh, ven, que entre tus manos haré almohada,
para apoyar mi testa desolada.
Te esperaré en nuestro banco
y por gustarte vestiré de blanco.
No esperes, al llegar, que yo me mueva
de la glorieta que nos finge cueva.
Me lo suele impedir el corazón
que a tus pasos se pone en desazón.
Mi corazón está tan castigado
que como un vaso morirá trizado.
Si algún día entre tus brazos se me aquieta,
tú, que tienes instinto de poeta,
Ponme sobre las sienes muchas rosas
con tus mano delgadas y nerviosas.
Las sentiré caer como un suspiro
desde el silencio azul de mi retiro.
¿No sabes que la muerte es la dulzura
jamás gustada en nuestra vida impura?
¡Oh, si fuera el allá silencio eterno
ni sol de enero, ni quietud de invierno!
Estoy cansada de escuchar sonidos;
me molestan y me ofenden tantos ruidos..
El cerebro me pesa como un cuervo
clavado adentro por destino acerbo.
y tengo tal deseo de dormir...
Oh, qué hermoso, qué hermoso no sentir.
¡Oh, dejarse llevar sin voluntad
como una estrella por la inmensidad!
No saber de uno mismo; ser el ave;
llevar las alas sin buscar la clave.
No esperes que se aquiete el corazón;
mátalo tú en un rapto de pasión.
Esta noche, mi bien, y no mañana.
¡Es tan dulce esta hora vesperiana!
Aquí, entre flores pálidas y mustias
que se mueren también por mis angustias.
No tardes esta noche, amado mío...
el cielo se ha nublado; tengo frío...
No tardes esta noche que estoy sola . .
y tiemblo... tiemblo... soy una corola.
Esto es amor, esto es amor:
yo siento en todo átomo vivo un pensamiento.
y soy una y soy mil;
todas las vidas ¡pasan por mí;
me muerden sus heridas.
y no puedo ya más;
en cada gota de mi sangre
hay un grito y una nota.
y me doblo, me doblo bajo el peso
de un beso enorme, de un enorme beso.
En esta época, Alfonsina se introdujo en los mundillos socialistas y colaboró activamente en la ayuda de los niños europeos de los países invadidos por Alemania en la Primera Guerra Mundial, lo que le supuso el reconocimiento de la embajada Belga en Argentina. En 1920 ganó su primer premio literario con Languidez, lo que le llevó hasta Montevideo donde escribió el poema Un cementerio que mira al mar:
Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día
así acostados junto al mar sonoro?
¿Comprendía quien fuera que los muertos
se hastían ya del canto de las aves
y nos han puesto muy cerca de las olas
porque sintáis del mar azul, el ronco
bramido que apavora?
Os estáis junto al mar que no se calla
muy quietecitos, con el muerto oído
oyendo cómo crece la marea, y aquel
mar que se mueve a nuestro lado, es la
promesa no cumplida, de una Resurrección.
El viento, en primavera, suavemente,
desde la barca que allá lejos pasa,
os trae risas de mujeres ... Tibio
un beso viene con la risa, filtra
la piedra fría, y se acurruca, sabio,
en vuestra boca y os consuela un poco.
Pero en noches tremendas, cuando aúlla
el viento sobre el mar y allá a lo lejos
los hombres vivos que navegan tiemblan
sobre los cascos débiles, y el cielo
se vuelca sobre el mar en aluviones,
vosotros, los eternos contenidos,
no podéis más, y con esfuerzo enorme
levantáis las cabezas de la tierra.
Y en un lenguaje que ninguno entiende
gritáis: Venid, olas del mar, rodando,
venid de golpe y envolvednos como
nos envolvieron, de pasión movidos,
brazos amantes. Estrujadnos, olas,
movednos de este lecho donde estamos
horizontales, viendo cómo pasan los
mundos por el cielo, noche a noche.
Entrad por nuestros ojos consumidos,
buscad la lengua, la que habló, y movedla,
¡echadnos fuera del sepulcro a golpes!
Y acaso el mar escuche, innumerable,
vuestro llamado, monte por la playa,
¡y os cubra al fin terriblemente hinchado!
Entonces, como obreros que comprenden,
se detendrán las olas y leyendo
las lápidas inscriptas, poco a poco
las moverán a suaves golpes, hasta
que las desplacen, lentas, y os liberten.
¡Oh, qué hondo grito el que daréis, qué
enorme grito de muerto, cuando el mar nos
coja entre sus brazos, y os arroje al seno
del grande abismo que se mueve siempre!
Brazos cansados de guardar la misma
horizontal postura; tibias largas,
calaveras sonrientes: elegantes
fémures corvos, confundidos todos,
danzarán bajo el rayo de la luna
la milagrosa danza de las aguas.
Y algunas desprendidas cabelleras.
Rubias acaso, como el sol que baje
curioso a veros, islas delicadas
formarán sobre el mar y acaso atraigan
a los pequeños pájaros viajeros.
Por aquella época comenzó su relación con el escritor Horacio Quiroga, no muy bien vista por la madre de éste dada la reputación que tenía Alfonsina, pero que duró hasta 1927, cuando él conoció a la que sería su segunda esposa, María Elena Bravo. No se sabe a ciencia cierta cuál fue el grado de esta relación, pero la poetisa le dedicó un sentido poema tras el suicidio de éste donde se presagia su propia muerte:
Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como en tus cuentos, no está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la feria...
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías...
Allá dirán.
En 1927 estrena su primera obra de teatro, El amo del mundo, que fue un rotundo fracaso y no aguantó más de tres días en cartel. En los años treinta realiza dos viajes a Europa con su amiga Blanca de la Vega, intentando olvidarse de sus problemas mentales. Al regreso del último de sus viajes se descubre un tumor en el pecho, del cual le operan con éxito y es curada parcialmente, pero a partir de ese momento su ya débil equilibrio psicológico se deterioró más y vivió sus últimos años atemorizada por la idea de la muerte. Se retrae y apenas sale a la calle, hasta el día de su triste final.
Alfonsina es una voz que defiende la libertad artística e individual, sobre todo de la mujer. Activista contra lo supremo masculino, busca el amor y lo vive plenamente, pero reivindicando su feminidad y luchando por la igualdad entre sexos, como en el poema Tú me quieres alba, donde ataca la hipocresía de la virginidad femenina y no la masculina:
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.
Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!
Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.
Poema este que ha bebido en las fuentes inspiradoras de Sor Juana Inés de la Cruz con su Hombres necios. Este mismo tema podemos encontrar en Hombre pequeñito:
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
suelta a tu canario que quiere volar.
Yo soy tu canario, hombre pequeñito,
déjame saltar.
Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes
ni me entenderás.
Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
ábreme la jaula, que quiero escapar;
hombre pequeñito, te amé media hora,
no me pidas más.
Sus versos están carentes de ironía, son una queja, a veces angustiada, sin esperanza, como el que lucha contra algo imposible. Un ejemplo más lo tenemos en La que comprende:
Con la cabeza negra caída hacia adelante
está la mujer bella, la de mediana edad,
postrada de rodillas, y un Cristo agonizante
desde su duro leño la mira con piedad.
En los ojos la carga de una enorme tristeza,
en el seno la carga del hijo por nacer,
al pie del blanco Cristo que está sangrando reza:
-¡Señor, el hijo mío que no nazca mujer!
Su feminismo no es radical puesto que no rechaza al hombre sino que lo quiere como su complemento, como un igual, como el compañero al que amar y con el que compartir. Lo vemos muy claro en Veinte siglos:
Para decirte, amor, que te deseo,
sin los rubores falsos del instinto,
estuve atada como un Prometeo,
pero una tarde me salí del cinto.
Son veinte siglos que movió mi mano
para poder decirte sin rubores.
“Que la luz edifique mis amores”.
Son veinte siglos los que alzó mi mano!
Pasan las flechas sobre mis cabellos,
pasan las flechas, aguzados dardos...
son veinte siglos de terribles fardos!
Sentí su peso al libertarme de ellos.
Y no creas que tenga el brazo fuerte,
mi brazo tiembla debilucho y magro,
pero he llegado entera hasta el milagro:
estoy acompañada por la muerte.
Podríamos dividir su poesía en dos épocas, la primera, romántica, donde los temas van del amor carnal al espiritual, en la que aparece la dimensión erótica y sensual, pero con una gran carga de insatisfacción y reproche contra la imagen del varón, como hemos visto, y que culmina con el libro Poemas de amor que, curiosamente, está escrito en prosa y consiste en una serie de relatos en primera persona y con bastante rasgos autobiográficos, y donde se muestra al amor como algo inalcanzable, efímero y fugaz. De él ella misma dijo: «son frases de estado de amor escritos en pocos días ya hace algún tiempo» y consideraba esta obra «una lágrima de las tantas lágrimas de los ojos humanos».
La segunda etapa comenzaría con Mundo de siete pozos y allí la poetisa muestra un amor más abstracto y reflexivo, apareciendo incluso la ironía. Su estilo es más depurado, utilizando el verso libre y el soneto sin rima, y su contenido es más hermético, lleno de simbolismos y partes oscuras.
Se balancea,
arriba, sobre el cuello,
el mundo de las siete puertas:
la humana cabeza...
Redonda, como dos planetas:
arde en su centro
el núcleo primero.
Ósea la corteza;
sobre ella el limo dérmico
sembrado
del bosque espeso de la cabellera.
Desde el núcleo
en mareas
absolutas y azules,
asciende el agua de la mirada
y abre las suaves puertas
de los ojos como mares en la tierra.
... tan quietas
esas mansas aguas de Dios
que sobre ellas
mariposas e insectos de oro
se balancean.
Y las otras dos puertas:
las antenas acurrucadas
en las catacumbas que inician las orejas;
pozos de sonidos,
caracoles de nácar donde resuena
la palabra expresada
y la no expresa:
tubos colocados a derecha e izquierda
para que el mar no calle nunca.
y el ala mecánica de los mundos
rumorosa sea.
Y la montaña alzada
sobre la línea ecuatorial de la cabeza:
la nariz de batientes de cera
por donde comienza
a callarse el color de vida;
las dos puertas
por donde adelanta
-flores, ramas y frutas-
la serpentina olorosa de la primavera.
Y el cráter de la boca
de bordes ardidos
y paredes calcinadas y resecas;
el cráter que arroja
el azufre de las palabras violentas,
el humo denso que viene
del corazón y su tormenta;
la puerta
en corales labrada suntuosos
por donde engulle, la bestia,
y el ángel canta y sonríe
y el volcán humano desconcierta.
Se balancea,
arriba,
sobre el cuello,
el mundo de los siete pozos:
la humana cabeza.
Y se abren praderas rosadas
en sus valles de seda:
las mejillas musgosas,
Y riela
sobre la comba de la frente,
desierto blanco,
la luz lejana de una muerta...
Aparece el miedo en sus escritos, desde un estado de vejez espiritual incipiente, y asoma el tema de la muerte, como ocurre en Versos otoñales:
Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas,
he sentido el otoño; sus achaques de viejo
me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.
!Que curioso destino! Me ha golpeado a las
puertas en plena primavera para brindarme nieve
y mis manos se hielan bajo la presión leve
de cien rosas azules sobre sus dedos muertas.
Ya me siento invadida totalmente de hielo;
castañean mis dientes mientras el sol, afuera,
pone manchas de oro, tal como en primavera,
y ríe en la ensondada profundidad del cielo.
Y lloro lentamente, con un dolor maldito,
con un dolor que pesa sobre mis fibras todas,
!Oh, la pálida muerte que me ofrece sus bodas
y el borroso misterio cargado de infinito!
!Pero yo me rebelo!...? Cómo esta forma humana
que costó a la materia tantas transformaciones
me mata, pecho adentro, todas las ilusiones
y me brinda la noche casi en plena mañana?
Condicionada por el dolor y el temor a la muerte, Alfonsina vive estos últimos años sumida en una profunda crisis que culminará con su suicidio, algo que ya venía anunciando en sus postreros poemas, como podemos ver en Melancolía:
Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida...
Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
haz que por vez postrera
penetre mis pupilas el sol de primavera.
Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
Era tan bueno el astro que en la aurora salía
a decirme: buen día.
No me asusta el descanso, hace bien el reposo,
pero antes que me bese el viajero piadoso
que todas las mañanas,
alegre como un niño, llegaba a mis ventanas.
Sus funerales convocaron a los personajes más importantes de la política y las letras de toda Argentina y antes de cerrar el féretro, su amigo Manuel Ugarte colocó sobre sus manos un ramillete de rosas blancas… Curiosamente, en el espacio de veinte meses, además de ella, también se suicidaron sus amigos y escritores Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones… Parece como si la búsqueda de la belleza y la comprensión de la existencia absorbiese la energía vital de aquellos que vivieron para el arte…
¡ADIÓS!
Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!
Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!
¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!
¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!
¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!
¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...
Cuando en mi decimoquinto cumpleaños mi hermano me regaló uno de los mis primeros discos de vinilo con los que comencé mi colección “vintage”, no podía imaginar que iba a descubrir a un grupo que marcaría bastante mi inclinación musical. Aquellos cuatro tipos treintañeros, de aspecto atractivo y desafiante, que se habían creado una merecida fama de rebeldes pacifistas y defensores de las causas imposibles de los más desfavorecidos durante la década de los ochenta, se habían despedido de su público en su ciudad natal, Dublín, en 1989, tras el gran éxito obtenido con su álbum The Joshua Tree. En cambio ahora volvían con mucha más fuerza, sabiduría y decisión, tras un largo calvario de dos años y duras y complicadas sesiones de grabación, donde la unión estuvo muy cerca de disolverse, pero con su séptimo álbum, Achtung Baby, donde los ritmos eran más palpitantes y las melodías se cargaban de electricidad y se comenzaron a escuchar por las discotecas donde yo dejaba pasar las horas más frenéticas de mi juventud, pero sobre todo una canción por encima de las otras se introdujo en mí para formar parte de la banda sonora de mi vida, me refiero a “One”, la cual, producida por Brian Eno y Daniel Lanois, como el resto del disco y gran parte de los trabajos de la banda, es uno de sus temas más representativos y ha llegado a ser un himno para muchos, quienes ven en esta canción una oda a la amistad.
Como ya habréis deducido los enteradillos en estos recovecos de partituras y pentagramas, me refiero al ya mítico grupo U2, una banda de rock irlandés que fue creada por cuatro chavales de bachillerato allá por el año 1976: El vocalista Paul Hewson, más conocido como “Bono”, el guitarrista David Evans (The Edge), el bajista Adam Clayton y el percusionista y actor Larry Mullen.
“One”, según palabras del mismo Bono, el autor de la letra, “es una canción de amistad y camaradería”, sin embargo, se ha querido encontrar en ella distintas interpretaciones y orígenes, algunas bastante dispares. Por ejemplo, con la aparición de su primer vídeo oficial, el versionado por Anton Crobijn y que fue rodado en Berlín, cuyos beneficios fueron en parte destinados a la lucha contra el SIDA, algunos críticos pensaron que se trataba de las confesiones de un joven gay enfermo de VIH a su padre:
Aunque, leyendo detenidamente la letra, estas afirmaciones parecen querer rizar el rizo y buscar algunas connotaciones, tal vez malintencionadas, que quizá no tenga… Está claro que aparece una voz protagonista que se dirige a otra persona y comienza con una serie de preguntas las cuales nos la descubren como un ser angustiado, que sufre por una relación o por una pérdida, pero ¿podría referirse a sí mismo?:
Is it getting better, or do you feel the same?
Will it make it easier on you, now you got someone to blame?
¿Te sientes mejor, o te sientes igual?
¿Será más fácil para ti, ahora que puedes culpar a alguien?
Este punto es duro, la verdad, pues tal vez se refiera a alguien que tenga un sentimiento de culpabilidad por algo, que no le deja ser feliz, pero no nos aclara nada, ni quién es, ni qué pasa… Sigamos:
You say one love, one life, when it's one need in the night.
Tú dices un amor, una vida, cuando es una necesidad en la noche.
Se afirma que un amor es una vida, pero luego llega una contradicción, ya que sólo es una necesidad en la noche, ¿para quién?… ¿para el que habla?… ¿para el que escucha? ¿En general?…
One love, we get to share it
Leaves you baby if you don't care for it.
Un amor, que llegamos a compartirlo,
te deja si tú no cuidas de él.
En este punto, aunque la cosa parezca más clara, puede inducirnos a diferentes equívocos: ¿de qué tipo de amor habla?… ¿Realmente está hablando con otra persona o es una mera reflexión?…
Did I disappoint you or leave a bad taste in your mouth?
You act like you never had love and you want me to go without.”
¿Te decepcioné o te dejé un mal sabor en la boca?
Actúas como si nunca tuvieras amor y quieres que yo prescinda de ello.
Parece que se van descartando el resto de las posibilidades y se va clarificando el del amor familiar, el de padres e hijos, pues estos versos llevan una gran carga de reproche que es más común en las relaciones filiales. Tengamos en cuenta que Bono perdió a su madre, Rankin Hewson, quien murió a causa de un aneurisma cerebral cuando él sólo tenía catorce años. Desde entonces vivió bajo la tutela de su padre, con el que nunca, al parecer, tuvo una excelente conexión. Fue un joven rebelde y conflictivo, e incluso tuvo que ser cambiado de colegio por lanzarle excremento de perro a una profesora, precisamente la de español, y no acabó sus estudios, como hubiera sido el deseo de su familia, buscando pronto el camino de la música, puesto que a los 16 años formó parte de una banda llamada Feedback, compuesta por Larry Mullen, David Evans (The Edge), Dick Evans y Adam Clayton, de la cual, años después, surgiría U2. Así púes, estas líneas tienen todo el aspecto de una discusión entre padre e hijo, aunque todavía no se pueda descartar por completo cualquier otra hipótesis. Más adelante continúa:
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light.
We're one, but we're not the same.
We get to carry each other, carry each other... one.
Bien, es muy tarde esta noche para sacar el pasado a la luz.
Somos uno, pero no somos lo mismo.
Conseguimos llevarnos el uno al otro, llevarnos el uno al otro ... uno.
Aunque ahora parece más claro la relación familiar y que esta canción es como un reproche, como una llamada de atención, como la petición de alguna respuesta, no podemos descartar todavía la hipótesis de la reflexión…
Have you come here for forgiveness?
Have you come to raise the dead?
Have you come here to play Jesus to the lepers in your head?
¿Has venido aquí a por el perdón?
¿Has venido para resucitar a los muertos?
¿Has venido aquí para jugar a Jesús con los leprosos en tu imaginación?
Una presencia tras una prolongada ausencia que se intuye, con su vuelta retorna el pasado, pero ¿para qué?… ¿acaso espera que ocurra algún milagro?… Como vemos, cada vez más tiene el aspecto de una discusión familiar, no es tan frecuente este tipo de reproches entre amigo o amantes…Incluso parece alejarse de la reflexión y del monólogo…
Did I ask too much, more than a lot?
You gave me nothing, now it's all I got.
We're one, but we're not the same.
Well, we hurt each other, then we do it again.
¿Te pedí demasiado, más que demasiado?
Tú no me diste nada, ahora es todo lo que tengo.
Somos uno, pero no somos lo mismo.
Bien, nos herimos el uno al otro, una y otra vez.
Creo que las dudas se nos aclaran y se va apareciendo ante nosotros la típica imagen de un padre y un hijo discutiendo sobre el pasado y sobre el presente y defendiendo el derecho particular del futuro, pero, claro, un padre y un hijo que han vivido una situación especial, llena de vacíos, de silencios, de actitudes equívocas, etc., que ahora salen como proyectiles lanzados contra el otro con la intención de derrotar, de humillar, de hacer daño…
You say love is a temple, love a higher law.
Love is a temple, love the higher law.
You ask me to enter, but then you make me crawl
and I can't be holding on to what you got, when all you got is hurt.
Tú dices que el amor es un templo, el amor una ley superior.
El amor un templo, el amor la ley superior.
Me pides que entre, pero luego haces que me arrastre
y yo no puedo agarrarme a lo que tienes, cuando todo lo que tú tienes es dolor.
Y aquí le sale toda la amargura al hijo, todos los reproches que lleva guardados… Pero ahora me surge otra duda: ¿podría estar expresando una duda de fe?… “el amor es un templo, dice, una ley superior, pero cuando me pides que entre, haces que me arrastre” …Duras palabras… “no puedo agarrarme a lo que tienes porque todo lo que tienes es dolor” …
One love, one blood, one life, you got to do what you should.
One life with each other: sisters, brothers.
One life, but we're not the same.
We get to carry each other, carry each other.
One, one.
Un amor, una sangre, una vida, tienes que hacer lo que debes.
Una vida con los otros: hermanas, hermanos.
Tenemos la oportunidad de llevarnos unos a otros, llevarnos unos a otros.
Una vida, pero no somos lo mismo.
Uno, uno.
En cambio, en esta última estrofa aparece de nuevo el tono reflexivo y da la sensación de dirigirse más a un ser superior, a un destino, parece como el lamento de una frustración, la imagen de un vacío… El grito sobre un mundo que no es amable, en el que reina el dolor, la tristeza, la injusticia…
Es realmente una letra confusa y desconcertante, en la que pueden caber diferentes puntos de vista, por supuesto, pero la cual es así premeditada y nunca, ni su autor ni los compañeros, han querido desentrañar su significado.
U2 tocó esta canción por primera vez en vivo el 29 de febrero de 1992 en Florida. Al año siguiente se formó una superbanda especial formada por el grupo R.E.M., y dos componentes de U2, Larry Mullen y Adam Clayton, llamada Automatic Baby quienes interpretaron “One” en un concierto de la MTV ante el presidente de los Estados Unidos Bill Clinton:
Una de las últimas versiones de la canción fue la realizada por U2 junto a Mary J. Blige, que posteriormente fue tocada en los Grammys del 2006, y que apareció en el álbum de esa cantante, The Breakthrough.
Pero quiero cerrar este artículo con una última versión especial, la de Johnny Cash, el famoso cantante country norteamericano, quien a la edad de 69 años la incluyó en su trabajo definitivo, allá por el año 2001, donde parece darnos, en parte, la razón a nuestro anterior comentario, aunque da la sensación de querer ir mucho más lejos…
“Nací en Lima hace 21 años. Vivo en Lima y cuando salgo siempre vuelvo a ella. Escribo desde temprana edad, con breves y largas interrupciones. A mi estancia en tierras mexicanas debo el haber empezado a escribir más o menos disciplinadamente. Actualmente trabajo y trato de estudiar un poco en la universidad, aunque sé que terminaré siendo siempre autodidacta”.
María Emilia Cornejo,
octubre 1970,
en su único recital
Ciudad Universitaria de Lima.
María Emilia Cornejo fue mujer de vida corta y poetisa de un solo libro, pero un alma de desesperación inmensa y soledad de las que alargan el camino. En septiembre de 1972, a la primaveral edad de 23 años, cuando muchas todavía no han levantado el vuelo, ella decidió que su esperanza ya era vieja y paró de andar cortando la senda con una sobredosis de lo que recetan los médicos. Peruana de raíces y corazón, realizó estudios irregulares de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, allí abrió a unos pocos la vena poética que tenía escondida para la mayoría y desangró sus coágulos de inspiración en un taller de poesía dirigido por Hildebrando Pérez junto con el poeta Marco Martos. Sus primeros frutos aparecieron en 1970, en la revista Gesta y tras su marcha, vieron la luz sus tres retoños más destacados, aunque también los más polémicos, en una revista, que como su vida, sólo duró un relámpago, Eros, dirigida por Isaac Rupay. Cuando murió, estaba casada con Oswaldo Márquez, de quien cogió su seudónimo, María Márquez, ¿o tal vez fuera del apellido de su madre, curiosamente el mismo?… y su semilla para realizar su mayor ilusión: tener un hijo, el cual, tras tres meses de embarazo, se adelantó a su madre en el tránsito a la eternidad y la hundió en la depresión y el desconsuelo.
Dicen que era una mujer tierna, amable y simpática, de conversación amena e inteligente cuando se tenía el privilegio de llegar a ella, pero a su alrededor siempre había un aura como de misterio, silencio y oscuridad que no daba demasiadas esperanzas para la confianza. Sin embargo, con frecuencia la invadía el abatimiento y a veces la angustia marcaba surcos en su joven rostro. Su vacío existencial, tan pregonado por los poetas de esa época, fieles seguidores de la filosofía existencialista de Sartre, era acallado por la voz eufórica del alcohol y el sopor de las fiestas entre “amigos” … eran los años sesenta y el mundo se debatía en una crisis de identidad…
Pero lo que nadie puede rebatir, a pesar de lo que pretendan los voceros de José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos, es que ella desnudó la voz femenina, no sólo de Perú, sino de todo el planeta, al presentar sus sentimientos sin más, tal como eran, vírgenes, puros, espontáneos, en una poesía a la que se le dio el calificativo de “erótica”, pero que, en realidad, es simplemente natural, donde los tabúes reivindican su lugar y se excluyen los eufemismos afectados y manidos. Ella, mujer, sobre todo, supero el pudor heredado para encontrar su propia voz y lanzar el grito del ahogo existencial surgido de la guerra contradictoria entre los sentimientos íntimos, las vivencias de los sentidos y la sumisión cultural y despótica al hombre como mujer objeto. Por eso mismo, Cornejo también se atreve a poner sus palabras al servicio de los problemas sociales de su época, que son los de siempre…
Su trabajo poético consta de 31 poemas divididos en cinco secuencias y fueron recopilados por su antiguo profesor, Hildebrando Pérez, y editados por el Movimiento Flora Tristán en un libro póstumo titulado “En la mitad del camino recorrido” que se publicó 16 años después de la muerte de María Emilia Cornejo. Su poesía se divide en dos grandes bloques: el amoroso y el social. El primero se caracteriza por su atmósfera intimista, donde es la mujer la que expresa sus experiencias amorosas y eróticas con un lenguaje directo, sin circunloquios ni tapujos, pero impregnadas del líquido viscoso de la desolación, de la angustia y la contradicción entre la afirmación y la negación de los sentidos del cuerpo. El segundo es más sencillo y en él se hace eco de los deseos de un pueblo siempre oprimido, siempre explotado y nunca libre ni satisfecho. En ambos aparece su forma desenfadada de construir la poesía, sin estructuras ni cadenas constructivas que limiten la palabra que brota directamente del interior.
Los únicos poemas publicados en vida, bajo el seudónimo de María Márquez, aparecieron en una revista titulada Gesta que se editó al concluir el taller de poesía que se realizó en la universidad donde estudiaba y que recopilaba los trabajos de los alumnos asistentes al mismo. Estos cuatro poemas corresponden al bloque social de la autora y no aparecen en su libro, tal vez sean, como dicen algunos críticos, los más sencillos y simplistas de su creación. El primero, “Soy / micaela catary”, es una reivindicación de su identidad como mujer social, como heroína, ya que se alude a Túpac Catari, cuyo nombre real era Julián Apaza, el líder del pueblo aymara que reveló contra las autoridades coloniales españolas y que sacó su nombre de guerra de dos líderes anteriores: Túpac Amaro y los hermanos Catari; así mismo, su esposa se llamaba Bartolina Sisa, heroína nacional de Bolivia, pero nuestra poetisa realiza un juego de palabras y, al igual que el esposo, le da un nombre compuesto: Micaela, por la mujer de Túpac Amaro, y Catari, por los hermanos. Sin embargo, en el segundo poema no habla de líderes y heroínas y sí que alude directamente al concepto pueblo:
mi pueblo no es
un mapa de veinticuatro colores
quiero decir
una selva verde
una costa blanca
una sierra ocre;
y digo
mi pueblo no es
un mendigo en su banco de oro
ni un paraíso perdido;
mi pueblo
mi pueblo sufre
y es gente dividida en colores,
mendigos y explotadores.
Los dos últimos están dirigidos a un ser querido, que puede ser una persona o su pueblo mismo, pero no se agrupan en la poesía amorosa porque no tiene el mismo tipo de lenguaje ni de intención: (Eres como un árbol / que da sombra, / que protege) y (Eres el alba / que busco con afán).
Para hablar de los poemas amorosos comenzaremos por el final, la quinta secuencia, donde aparecen, junto al dedicado a su hermana gemela Aida María, los tres más famosos de su creación y los causantes de una polémica que ha generado ríos de tinta en los mentideros intelectuales iberoamericanos y mundiales. Estos tres poemas aparecieron en la revista Eros un año antes de ser editado el libro y son bastante diferentes en concreción y arquitectura al resto de la obra, por lo que se consideraban el fruto de una madurez creadora de la autora. Sin embargo, unos años después, el poeta José Rosas Ribeyro declaró:
«Soy la muchacha mala de la historia», «Como tú lo estableciste» y «Tímida y avergonzada» son el resultado de un trabajo de montaje y construcción que en 1973 hicimos al alimón Elqui Burgos y yo en base a los textos que nos alcanzó Hildebrando Pérez un año después de la muerte de María Emilia Cornejo. En aquel momento, mientras nos pusimos a trabajar sobre los textos originales, no nos podíamos imaginar que los poemas resultantes iban a cobrar la importancia que hoy tienen. Alentados por Hildebrando Pérez, Elqui Burgos y yo utilizamos el mundo desgarrado, angustiado, autodestructivo y muy personal que se percibía en los apuntes desordenados, «dislocados» de María Emilia Cornejo para construir tres poemas que queríamos «redondos». Al margen del taller de poesía de San Marcos, al que yo no asistía, pero Elqui sí, era nuestra forma de recordar, homenajear, a una muchacha que habíamos visto pasar entre nosotros como un pájaro que vuela con las alas quemadas y cuyo suicidio nos había dolido profundamente. Era nuestra manera de luchar contra el olvido, de comulgar con ella más allá de la muerte. Y era también un juego que Elqui y yo asumimos con el espíritu irreverente con que un anónimo poeta peruano había creado poco antes a una supuesta poetisa ecuatoriana.
¿Son ciertas estas declaraciones?… ¿Están enfocadas hacia la destrucción de un mito y el aprovecharse de un éxito por parte de las personas que recopilaron y editaron la obra de la poetisa?… En cualquier caso las ideas son las suyas y ella ya no está para defenderse… La verdad es que en los poemas anteriores la mujer es sumisa, monogámica, resignada:
me encontraste en la mitad de todos mis caminos
y avanzaste lentamente hasta inundar
todos los rincones de mi vida.
ahora,
soy la mujer que sigue
sigilosamente
tus pasos
la que aguarda en cada esquina tu llegada,
soy la mujer incondicional
que nada pide a cambio
la que siempre te recibe
y te abre las piernas sin chistar.
soy la mujer,
tu mujer,
que guarda tus más gratos recuerdos;
la que nunca olvidará tu nombre
soy la mujer que conservará como un tesoro
todos tus orgasmos
tu desesperada forma de amarme.
soy la mujer,
tu mujer,
y te amaré
hasta entregarte toda mi piel.
Lo que contrasta con la mujer rebelde, la que le planta cara al machismo y es capaz de confesar con descaro su adulterio, una voz cortante y segura… Leamos los tres famosos poemas:
SOY LA MUCHACHA MALA DE LA HISTORIA
soy
la muchacha mala de la historia,
la que fornicó con tres hombres
y le sacó cuernos a su marido.
soy la mujer
que lo engañó cotidianamente
por un miserable plato de lentejas,
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril,
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama.
soy
la muchacha mala de la historia.
COMO TÚ LO ESTABLECISTE
sola,
descubro que mi vida transcurrió perfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
inacabado y ajeno
invade de escrúpulos mis buenas intenciones,
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar
que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida
perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas,
colores
y
sabores
y
en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
TÍMIDA Y AVERGONZADA
tímida y avergonzada
dejé que quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo pude llorar.
oí que me decías que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome:
"nunca confíes en los hombres".
Comprendiste mi dolor
y con infinita ternura
cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.
Aunque cuesta creer que un pensamiento varonil haya podido sugerir estos sentimientos, incluso las imágenes, a no ser, como dice el crítico Paolo de Lima, que se haya introducido el nuevo elemento del travestismo textual… No voy a ser yo quien lo descubra, por lo tanto, leamos y comparemos otros poemas anteriores de la autora:
hubiéramos querido tener en nuestras manos
la eternidad de nuestras vidas
pero sólo nos era permitido
ocupar el cuarto por tres horas.
la vieja cama rechinó hiriendo nuestros oídos,
para entonces ya nada importaba.
con las precauciones del caso
cara - a - cara
intentamos recuperar nuestro destino
y nos amamos desesperadamente.
yo
todavía conservo
una mata de tu pelo entre mis piernas.
envueltos en las sábanas de tu cama, esa cama tuya
cargada de pesares
descubrimos las mil formas del amor;
mis senos como palomas alimentaron tus angustias
y tus pasos se perdían locos en la llanura de mi vientre,
¡oh! fauno enamorado
cabalgabas sobre mí desesperadamente.
tus labios tomaron posesión de mi sexo
y una lluvia de estrellas bañó nuestros cuerpos
y tu semen vino a mí curando todas mis penas.
al final fumamos y nos quejamos del viejo colchón de paja
limpiamos nuestros sexos
hurgamos en viejos poemas la definición de lo nuestro
volvimos a fumar
y las cuatro paredes de tu cuarto se hicieron evidentes
tan claras y evidentes.
yo te dije adiós y tú prometiste llamarme.
después de un lento aprendizaje
puede reconocer sin equivocarme
las formas de tu cuerpo,
besar tiernamente tus mejillas
y saber con exactitud
las dimensiones de tu falo.
ahora, cada encuentro se convierte
en el hecho cotidiano de besarse
meternos en la cama y repetir
los movimientos del amor.
tu cuerpo se estremece a cada orgasmo,
yo te pido más
y en la necesidad de recuperarte
mis labios exploran tu pubis,
para entonces
cansado y sudoroso.
mis senos abrigan tu sueño.
Saquen ustedes sus propias conclusiones… Pero todavía en el año 2008, José Rosas Ribeyro sigue empeñado en destrozar el mito en una entrevista concedida a Francisco Izquierdo Quea, quien había intentado antes, sin fortuna, sacar alguna declaración a Elqui Burgos; aquí acompaño un fragmento de la entrevista:
«A tu juicio, ¿Cornejo fue o no poeta?»: «No. Ella era una chica que empezaba a escribir. En sus cuadernos y en hojas sueltas apuntaba cosas acerca de sus malestares existenciales, su vida conyugal, su compromiso social de estudiante católica. La cuestión es simple: sin esos tres poemas ella no existiría hoy como poeta reconocida».
«Eso suena muy categórico…»:«A María Emilia le faltó tiempo para escribir. Quizá hubiera llegado a ser una poeta interesante. Sin embargo, los textos que escribió, los que quedaron tal como ella los hizo, son por lo general poemas sociales bastante mediocres, ingenuos. Las cosas que decía las decía sin tener una verdadera conciencia de estar haciendo poesía».
«¿María Emilia Cornejo es José Rosas y Elqui Burgos?»:«En parte sí. Digamos que vamos a medias, 50 y 50. María Emilia dijo en el fondo lo que sentía, lo que pensaba. Todo eso lo escribió en muchas hojas de sus cuadernos. Ya luego nosotros compusimos los tres poemas que todos conocen».
En el fondo, María Emilia Cornejo, era una joven torturada por sus depresiones, su desamparo, su vacío, que aparecen a lo largo de toda su obra, pero, sobre todo, en esos poemas existenciales donde no habla de amor sino de soledad:
siempre supe que te encontraría
en alguna vieja calle de Lima.
desde entonces
preparo cuidadosamente nuestro encuentro.
debí seguir tus consejos,
no leer más a Kafka
ni frecuentar esos cafés
que tú sí frecuentas;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola.
la soledad abrumadora de mis días
se acrecienta en mis oídos
hasta hacerlos estallar,
ya nadie respeta mis decisiones;
soy la hija extravagante y loca
que hay que rescatar.
entonces
cada palabra mía se convierte
en un grito desgarrador
sin eco y sin respuesta.
he vuelto al camino de la soledad
al camino de la transparencia y la limpieza
he vuelto a los lugares inéditos
donde miedos milenarios pugnan por salir.
he vuelto
yo lo sé,
a la angustia de una noche que se acaba,
al poema terminado,
al silencio,
a mi vida.
de día
mi cuarto es primavera
de flores y rosas
y
cuando llega la noche
es aquel viejo reloj
cansado y sin horas
que espera,
y simplemente espera
al tiempo
que viene en mi contra.
es sólo el tiempo
que viene en mi contra
y no me deja morir
porque
ya no
ya no le temo a la muerte
pues
sentado junto a ella
hoy
ya no tengo
la culpa
de
sentirme sola.
Cuando murió, Cornejo estaba trabajando en su libro, el cual quedó inconcluso…
En la presentación del libro “En la mitad del camino recorrido”, Mariela Sala dejó esta semblanza de la poetisa:
“En ella, vida y obra fueron una, y su muerte, por lo mismo, fue un acto poético mediante el cual permanecerá siempre entre nosotras como la adolescente, la contestataria, la que se atrevió a develar una verdad y lo hizo, para decirlo con sus propias palabras, “como una piedra que cae” y que deja para siempre sus ondas en el agua”.
El poeta y escritor español Francisco Bejarano nació en Jerez de la Frontera en 1945. Su poesía se caracteriza por la musicalidad del verso, el equilibrio entre la belleza poética y la emoción, y los temas de la desilusión del amor, el paso del tiempo y el ensalzamiento de lo infantil. Ha publicado varios libros de poesía, entre los que destacan Transparencia indebida (1977), Las tardes (1988), que recibió el Premio de la Crítica Española, y Un juego peligroso (2011). También ha escrito ensayos, como Manual del escritor y del lector modernos (2000), y libros sobre la cultura y la historia de Jerez, como El Jerez de los bodegueros (2004). Es codirector de la revista literaria Fin de siglo y director de la revista Contemporáneos, además de colaborar como columnista en diversos periódicos de la provincia de Cádiz. Es académico de número de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez. Su obra ha sido traducida al francés, italiano, inglés y alemán. Su poesía gira alrededor de varios temas entre los que destacan: La desilusión del amor, donde expresa su dolor, su nostalgia y su desengaño por el amor perdido o no correspondido. El paso del tiempo, reflexionando sobre el transcurrir de la vida, la fugacidad de la felicidad, el envejecimiento y la muerte. El ensalzamiento de lo infantil, recuperando la mirada inocente y lúdica de la infancia, el juego, la fantasía y la ilusión.
La poeta y escritora española Francisca Aguirre Benito nació en Alicante el 27 de octubre de 1930 y falleció en Madrid el 13 de abril de 2019). En 2018, recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas. Hija de una familia de artistas, se formó de manera autodidacta, aprendiendo de sus padres en la infancia y leyendo incansablemente en su adolescencia. Al finalizar la Guerra Civil, tuvo que irse exiliada a Francia con su familia, pero su padre, el pintor Lorenzo Aguirre, fue condenado a muerte por la dictadura franquista y ejecutado a garrote vil en 1942. Ya de regreso a España, en la década de los 50 comenzó a frecuentar las tertulias del Ateneo de Madrid y el Café Gijón, donde se relacionó con escritores y poetas como Luis Rosales, Gerardo Diego, Miguel Delibes, Antonio Buero Vallejo, entre otros. Conociendo en esas reuniones al que sería su esposo a partir de 1963, el poeta Félix Grande. La obra poética de Francisca Aguirre se caracteriza por la denuncia social y política, la reivindicación feminista y la defensa de los derechos humanos. Su primer poemario Ítaca (1972) recibió el premio Leopoldo Panero. Otros títulos destacados son: Los trescientos escalones (1981), La herida absurda (1995), Historia de una anatomía (2001) o Quédate con nosotros (2011).
“El rey de Harlem” es un poema de Federico García Lorca que denuncia la situación de los negros en Nueva York. Es un símbolo de la resistencia y la dignidad de los oprimidos frente a la brutalidad y el racismo de la sociedad blanca. Lorca crea imágenes sorprendentes y expresivas con un lenguaje rico y poderoso que mezcla lo surrealista, lo expresionista y lo popular.
Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.
Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.
Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.
Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.
Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.
¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.
Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.
Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.
Negros, Negros, Negros, Negros.
La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.
Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.
Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.
Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.
Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.
*
Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.
Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.
El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.
*
A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.
El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.
Negros, Negros, Negros, Negros.
Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.
¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.
Este poema forma parte del libro Poeta en Nueva York, publicado en 1940 y refleja las impresiones del autor sobre la vida de los afroamericanos en el barrio de Harlem, en la ciudad de Nueva York, durante su estancia allí entre 1929 y 1930. En él combina elementos surrealistas, simbólicos y sociales, para crear una visión crítica y expresiva de la realidad de la opresión, la violencia y la marginación que sufrían los negros en Estados Unidos.
El poema se divide en cuatro partes, cada una con un tono y un tema diferente. La primera parte presenta al personaje del rey de Harlem, un hombre que con una cuchara arranca los ojos a los cocodrilos y golpea el trasero de los monos, como una forma de rebelarse contra la naturaleza y la civilización que lo han excluido. La segunda describe el ambiente nocturno de Harlem, donde las muchachas americanas llevan niños y monedas en el vientre, y los muchachos se desmayan en la cruz del desperezo. La tercera se centra en la sangre de los negros, que no tiene puertas en su noche boca arriba, y que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo. Y la cuarta parte repite el gesto del rey de Harlem con la cuchara, y muestra el llanto confundido de los negros entre paraguas y soles de oro, mientras el viento empaña espejos y quiebra las venas de los bailarines.
Esta obra es un ejemplo de la capacidad poética de Lorca para crear imágenes impactantes, originales y cargadas de significado. También es una muestra de su compromiso social y humano con las causas de los oprimidos y los marginados, que se refleja, en este caso, mediante su solidaridad con los negros de Harlem. El poema es una denuncia de la injusticia y la discriminación racial que existía en Estados Unidos, pero también una celebración de la belleza y la fuerza de la cultura afroamericana.
Federico García Lorca utiliza en obra diversas figuras literarias para crear un lenguaje poético rico, original y expresivo. Algunas de las figuras que destacan en el poema son:
La metáfora: Consiste en identificar un término real con otro imaginario que guarda alguna relación de semejanza. Por ejemplo, en el verso “Fuego de siempre dormía en los pedernales”, el fuego se asocia con la vida y la energía, y los pedernales con la naturaleza y la tradición. Otra metáfora es “tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro”, donde la sangre representa la identidad y el sufrimiento de los negros, y el eclipse oscuro simboliza la opresión y la injusticia que padecen.
La personificación: Radica en atribuir cualidades humanas a seres inanimados o irracionales. Por ejemplo, en el verso “Las rosas huían por los filos de las últimas curvas del aire”, las rosas se presentan como seres vivos que huyen del ambiente hostil de la ciudad. Otra personificación es “el viento empañaba espejos y quebraba las venas de los bailarines”, donde el viento actúa como un agente destructivo que borra la imagen y la vitalidad de los negros.
La hipérbole: Se fundamenta en exagerar la realidad para causar un efecto de intensidad o sorpresa. Por ejemplo, en el verso “Con una cuchara arrancaba los ojos a los cocodrilos y golpeaba el trasero de los monos”, se exalta la fuerza y la rebeldía del rey de Harlem, que desafía a los animales más feroces y burlones con un simple utensilio. Otra hipérbole es “Es la sangre que viene, que vendrá por los tejados y azoteas, por todas partes”, donde se anticipa una catástrofe social provocada por la violencia racial.
La aliteración: Es repetir uno o varios sonidos para crear un efecto sonoro o rítmico. Por ejemplo, en el verso “Negros, Negros, Negros, Negros”, se repite el sonido /n/ para enfatizar la presencia y la voz de los negros. Otra aliteración es “para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos”, donde se repite el sonido /m/ para sugerir el lamento y el desconsuelo de los negros.
Este poema tiene varias influencias que se pueden apreciar en su forma y en su fondo. Algunas de ellas son:
El surrealismo, un movimiento artístico y literario que surgió en Francia en la década de 1920 y que buscaba expresar el mundo del subconsciente, la imaginación y los sueños, mediante imágenes irracionales, absurdas y simbólicas. Lorca se inspiró en autores surrealistas como André Breton, Paul Éluard o Luis Buñuel, y utilizó la técnica de la escritura automática, que consiste en escribir sin censura ni control racional, dejando fluir el pensamiento libremente. Así, el poema está lleno de metáforas sorprendentes, contrastes violentos y asociaciones inesperadas, que crean un efecto de extrañeza y de crítica a la realidad.
La cultura afroamericana, especialmente de la música, el baile, la religión y la literatura de los negros de Harlem, un barrio de Nueva York donde Lorca vivió durante su estancia en Estados Unidos entre 1929 y 1930. Lorca se sintió atraído por la belleza, la fuerza y la vitalidad de los negros, y también por su situación de opresión, discriminación y marginación social. Lorca denunció la injusticia racial y se solidarizó con la lucha de los negros por su libertad y su dignidad. El poema es un homenaje al rey de Harlem, un personaje ficticio que representa al líder espiritual y político de los negros, que se rebela contra la naturaleza y la civilización que lo han excluido.
La poesía estadounidense, especialmente de Walt Whitman, un poeta que Lorca admiraba por su estilo innovador, su visión democrática y su celebración de la vida. Lorca adoptó algunas características de la poesía whitmaniana, como el verso libre o el verso blanco, que no tiene rima ni medida fija, el uso de enumeraciones y paralelismos, el tono profético y exaltado, y el recurso a los signos de puntuación para marcar el ritmo y la entonación. Lorca también se inspiró en otros autores estadounidenses como Edgar Allan Poe o Herman Melville, a los que aludió en algunos versos del poema.
Lorca decidió escribir sobre la cultura afroamericana por varias razones. Una de ellas fue su interés personal por la música, el baile, la religión y la literatura de los negros, que conoció durante su estancia en Nueva York y en Cuba. Lorca se sintió atraído por la belleza, la fuerza y la vitalidad de los negros, y también por su situación de opresión, discriminación y marginación social. Lorca denunció la injusticia racial y se solidarizó con la lucha de los negros por su libertad y su dignidad. Otra razón fue su búsqueda de una nueva estética poética, que rompiera con las formas tradicionales de la poesía española y que se inspirara en el surrealismo, el jazz, el blues y el folklore afroamericano. Lorca creó un lenguaje poético propio, rico en metáforas, símbolos, contrastes y musicalidad, que reflejaba su visión crítica y expresiva de la realidad. Una tercera razón fue su identificación con el mundo gitano, que también había sido una fuente de inspiración para él en obras anteriores. Lorca vio en los negros una similitud con los gitanos, tanto por su cultura como por su marginalidad. Lorca se consideraba a sí mismo un gitano andaluz, y sentía una afinidad espiritual con los negros americanos.
Poeta en Nueva York de Federico García Lorca es una obra que tuvo una recepción muy variada por parte de la crítica y el público, tanto en España como en el extranjero. Algunos aspectos que influyeron en la recepción fueron:
El contexto histórico y político: El libro se publicó por primera vez en 1940, cuatro años después de la muerte de Lorca y en plena guerra mundial. En España, el régimen franquista censuró y prohibió la obra, por considerarla subversiva, antipatriótica y contraria a los valores católicos. En otros países, como México, Argentina o Estados Unidos, el libro tuvo una mejor acogida, pero también se vio afectado por la situación bélica y la escasez de papel. Además, el libro se publicó sin las fotografías que Lorca había previsto incluir, lo que alteró su concepción original.
El cambio estético y temático: El libro supuso una ruptura con la poesía anterior de Lorca, que había alcanzado un gran éxito con Romancero gitano o Poema del cante jondo. Poeta en Nueva York era una obra más compleja, innovadora y vanguardista, que utilizaba el surrealismo, el verso libre y las imágenes irracionales para expresar su visión crítica de la realidad. Abordaba temas como la injusticia social, la discriminación racial, la deshumanización de la ciudad, la angustia existencial o el deseo erótico. Estos temas no eran habituales ni bien vistos en la poesía española de la época, y provocaron el desconcierto y el rechazo de algunos lectores y críticos.
El reconocimiento póstumo: Con el paso del tiempo, Poeta en Nueva York fue ganando prestigio y admiración, tanto dentro como fuera de España. Se reconoció su valor literario, su originalidad, su universalidad y su actualidad. Se publicaron numerosas ediciones, traducciones, estudios y comentarios sobre el libro. Se recuperaron las fotografías que Lorca había seleccionado para ilustrar el libro. Se le dedicaron homenajes, exposiciones, documentales y adaptaciones musicales. Se le consideró una de las obras maestras de la poesía española del siglo XX y una de las más influyentes en la poesía hispanoamericana.
La estancia de Lorca en Nueva York fue una experiencia decisiva para su obra poética, ya que le permitió ampliar sus horizontes creativos, experimentar con nuevas formas de expresión y denunciar las injusticias sociales que observaba en la ciudad. Según algunos expertos, Poeta en Nueva York es el libro más original, innovador y vanguardista de Lorca, y uno de los más importantes de la poesía española del siglo XX. Algunas de las características que reflejan la influencia de Nueva York en la obra de Lorca son:
El uso del surrealismo como método para crear imágenes sorprendentes, irracionales y simbólicas, que revelan el subconsciente del poeta y su visión crítica de la realidad. Lorca se inspiró en el movimiento surrealista francés, especialmente en André Breton y Paul Éluard, y también en el cineasta Luis Buñuel, con quien había colaborado en el guion de la película Un perro andaluz. El surrealismo le permitió expresar su angustia, su soledad, su deseo y su rebeldía ante el mundo moderno.
El contraste entre la naturaleza y la civilización, entre lo humano y lo mecánico, entre lo vivo y lo muerto. Lorca se sintió abrumado por la magnitud de los rascacielos, el ritmo frenético de la vida urbana, el consumismo, el materialismo y la violencia que dominaban la ciudad. Frente a ello, buscó refugio en la naturaleza, en los elementos primordiales como el agua, el fuego, la tierra y el aire, y en los seres marginados como los negros, los indios, los niños o los animales. Lorca denunció la deshumanización de la sociedad moderna y la alienación del individuo.
La incorporación de elementos culturales e históricos de Estados Unidos, especialmente relacionados con la situación de los afroamericanos. Lorca se interesó por la música, el baile, la religión y la literatura de los negros, y se solidarizó con su lucha por la libertad y la dignidad. Lorca también aludió a acontecimientos históricos como la guerra civil americana, el crack del 29 o el asesinato de Lincoln. Lorca mostró una visión crítica y comprometida con las causas sociales y humanas.
La ruptura con las formas tradicionales de la poesía española y la búsqueda de una nueva estética. Lorca abandonó el uso del verso regular y de las rimas consonantes o asonantes, y optó por el verso libre o el verso blanco. También renunció a las referencias culturales o literarias españolas, y se inspiró en autores como Walt Whitman o Edgar Allan Poe. Lorca creó un lenguaje poético propio, rico en metáforas, símbolos, contrastes y musicalidad. En conclusión, podemos decir que Nueva York fue una fuente de inspiración para Lorca, pero también un desafío y una provocación. Lorca supo transformar su experiencia personal en una obra universal, que refleja las contradicciones, los conflictos y las esperanzas del ser humano en el siglo XX.
Félix Grande fue uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, perteneciente a la Generación del 50, que también destacó como narrador y crítico literario. Su vida estuvo marcada por el amor a la poesía, al flamenco y a su familia. Nació en 1937 en Mérida, una ciudad extremeña con un rico patrimonio histórico, pero se crio en Tomelloso, un pueblo manchego famoso por sus cuevas y sus vinos. Allí conoció la dura realidad del campo, donde su abuelo trabajaba como cabrero, y la violencia de la posguerra, donde su padre ejercía como guardia de asalto. Desde muy joven sintió una gran pasión por el flamenco, llegando a ser un virtuoso de la guitarra y acompañó a grandes figuras del cante como Juanito Valderrama o Antonio Mairena. Sin embargo, su vocación literaria le llevó a abandonar los escenarios y dedicarse por completo a la escritura. Se trasladó a Madrid, donde conoció a la que sería su esposa y compañera de vida, la poeta Francisca Aguirre, hija del pintor Lorenzo Aguirre. Juntos tuvieron una hija, Guadalupe Grande, que también se dedicaría a la poesía. Formaron una familia unida por el arte y el compromiso social. Su obra poética se caracteriza por su lenguaje sencillo y directo, su tono coloquial y su capacidad para expresar sentimientos universales. Algunos de sus libros más destacados son Las piedras del cielo, Biografía, La cabellera de la Shoá o Los versos del varón de piedra. Por ellos recibió importantes galardones como el Premio Adonáis, el Premio Casa de las Américas, el Premio Nacional de Poesía o el Premio Nacional de las Letras Españolas. También cultivó la narrativa, con obras como Mestizo, El libro de los abrazos o La balada del abuelo Palancas, donde reflejó sus experiencias personales y su visión crítica de la realidad española. Además, fue un reconocido flamencólogo y escribió ensayos sobre García Lorca, Paco de Lucía y Camarón de la Isla, entre otros.Félix Grande falleció en Madrid en 2014 a causa de un cáncer de páncreas, dejando un legado literario y humano que lo sitúa entre los grandes escritores españoles contemporáneos. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y ha sido objeto de numerosos estudios y homenajes.
Federico García Lorca, nacido en el pueblo granadino de Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1898, fue un genio de las letras españolas del siglo XX. Su talento se manifestó en diversos géneros literarios y artísticos, como la poesía, el teatro, la prosa y la música. Fue uno de los máximos exponentes de la generación del 27, un grupo de escritores que renovó la literatura española con su creatividad y su compromiso con la realidad social y cultural de su época. Entre sus obras más célebres se encuentran Romancero gitano, una colección de poemas que refleja el mundo y la cultura gitana con un lenguaje simbólico y musical; Poeta en Nueva York, un libro de versos que denuncia la deshumanización de la gran ciudad y expresa el dolor y la angustia del poeta ante la injusticia y la violencia; Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba, tres dramas que retratan la tragedia de la vida rural española, marcada por el honor, la represión y el destino; y Diván del Tamarit, un conjunto de poemas inspirados en la poesía árabe clásica, que abordan temas como el amor, la muerte y el tiempo. El estilo de García Lorca se caracteriza por la combinación de elementos tradicionales y vanguardistas, la expresión de los sentimientos y las pasiones humanas, el uso de símbolos e imágenes sugerentes y la musicalidad y el ritmo de sus versos. Su vida estuvo marcada por su sensibilidad artística, su compromiso social y político, su homosexualidad y su trágica muerte a manos de los sublevados durante la guerra civil española. Fue fusilado en Víznar, Granada, el 18 o 19 de agosto de 1936, sin que se haya podido esclarecer el lugar exacto ni las circunstancias de su asesinato. Su legado ha sido reconocido y admirado por numerosos escritores, artistas e intelectuales de todo el mundo.
Seguramente, para aquellas personas que hoy disfrutan de su pletórica juventud, el nombre de Cecilia no les dirá mucho, o prácticamente nada, aunque algunas de sus composiciones continúen estando tan frescas como cuando fueron creadas y ciertas versiones de ellas alcancen algún que otro éxito en la actualidad, interpretadas por otras voces, sin embargo, esta mujer, que realmente se llamaba Evangelina Sobredo Galanes, ocupó un lugar predominante en la música española de la década de los setenta y sus letras fueron coreadas por los jóvenes seguidores de aquella época, con idéntica entrega como los fans de hoy lo hacen con sus estrellas mucho más modernas.
Cecilia, nombre adoptado de la canción de Simón & Garfunkel que por aquellos tiempos hacía furor, nació en el seno de una familia acomodada e influyente en la localidad de El Pardo, Madrid, un 11 de octubre de 1948. Hija de un diplomático, ella y sus siete hermanos recibieron una educación esmerada y cosmopolita, pues vivieron en diversos países como Reino Unido, Estados Unidos, Portugal, Argelia o Jordania, por lo que dominaba el inglés igual que el español, defendiéndose bien en otros idiomas, y era conocedora de diversas culturas, lo que le dio ese carácter abierto, libre y rebelde que caracterizaría su obra posterior.
Dicen que una monja norteamericana, profesora de la muchacha en sus años Yankees, fue la impulsora de su carrera musical, no lo podemos asegurar, pero lo que sí sabemos a ciencia cierta es el disgusto que les dio a sus atildados progenitores cuando les informó sobre su decisión de dejar los estudios de Derecho, más acorde a su posición social, para dedicarse al mundo de la farándula… Eso que salimos ganando el resto…
Pero los sobresaltos para una familia tan apegada al régimen del momento no acababan nada más que a empezar, pues la niña les salió contestataria y le dio por escribir canciones con unas letras de bastante calidad poética y muy por encima de lo que en aquellos momentos se hacía en este país de fiesta y pandereta y, no contenta con ello, las rellenó de una carga existencialista y de protesta que no encajaban en nada con lo que su estirpe representaba.
Allá por el año 1970 grabó su primer disco sencillo que, para quienes no los hayan conocido, eran unos pequeños discos de vinilo con sólo dos canciones, una, la que se deseaba lanzar a la fama, por la cara “A”, y otra por la cara “B”, las cuales estaban grabadas a 45 revoluciones por minuto; luego había, entre otros, los LP o larga duración, que podían durar hasta 45 minutos por cada cara y donde se grababan sobre veinte canciones, dependiendo de la duración, a 33 revoluciones. Bueno, pues lo dicho, allá por el año 1970 grabó su primer sencillo junto con Nacho Saez de Tejada, quien luego formaría parte del grupo “Nuestro Pequeño Mundo”, y Julio Seijas, quien se agruparía con “La Compañía”, titulado Expresión y que contenía dos canciones cantadas en inglés: Try catch the sun y Have you ever had a blue day?, las cuales, la verdad, casi nadie recuerda.
Un año después apareció su primer sencillo en solitario, que tampoco tuvo un éxito muy importante, pero que supuso una declaración de lo que iba a ser su estilo, el cual quedaría patente en su primer LP, grabado en 1972, titulado Cecilia y donde entre otras canciones, tanto en español como en inglés, aparecía su primer gran éxito Dama, dama que, curiosamente, apareció como cara “B” del sencillo por miedo a la censura del régimen franquista, y que trataba del espejismo que suponía las apariencias de una mujer, rica, creyente, culta y amante esposa quién, sin embargo, se dejaba llevar por los instintos y engañaba a su marido con un “vividor”. Con ella quería hacer una crítica de la hipocresía de esa burguesía dominante que defendía unas ideas y practicaba otras muy distintas y a la cual ella conocía bien pues se había movido siempre entre sus componentes. Esta canción fue considerada una provocación que no le granjeó muchas amistades entre unos, pero sí sinceras simpatías entre otros:
Puntual cumplidora
del tercer mandamiento,
algún desliz inconexo,
buena madre y esposa
de educación religiosa.
Y si no fuera por miedo,
sería la novia en la boda,
el niño en el bautizo,
el muerto en el entierro,
con tal de dejar sello.
Dama, dama, de alta cuna,
de baja cama,
señora de su señor,
amante de un vividor.
Dama, dama, que hace
lo que le viene en gana,
esposa de un señor,
mujer por un vividor.
Ardiente admiradora
de un novelista decadente,
ser pensante y escribiente,
de algún versal autora,
aunque ya no estén de moda.
Conversadora brillante
de cóctel de siete a nueve,
hoy nieva, mañana llueve,
quizás pasado truene,
envuelta en seda y pieles.
Dama, dama… (etc).
Devoradora de esquelas,
partos y demás dolores,
emisora de rumores,
asidua en los sepelios
de muy negros lutos ellos.
El sábado arte y ensayo,
el domingo en los caballos
en los palcos del real,
los tés de caridad
jugando a remediar. Es una…
Dama, dama… (etc.).
En el mismo álbum podemos disfrutar de otra canción donde aparece un tema recurrente en la creación de Cecilia: la mujer amante, utilizada, abandonada y sola ante un mundo de sentimientos confusos y encontrados, me refiero a Señor y dueño, la canción preferida de la autora, según sus propias palabras. En estas letras se describe ese espejismo tan común: el de considerar a la persona que amas mucho mejor de lo que quizá sea en la realidad, la idealización de la persona querida, la ofuscación de nuestra razón rodeada de la niebla del deseo:
Eres como la arena
que se escapa entre mis dedos,
te tengo y no te tengo,
eres casi como un sueño.
Señor y dueño
de mi alma
y de mi cuerpo.
Eres como la noche que
se funde con mi tarde
y te vas sin un alarde,
eres mi ensueño.
Señor y dueño
de mi alma
y de mi cuerpo.
Eres como la barca
que en mi puerto atraca
y al nacer la mañana te marchas,
eres mi empeño.
Señor y dueño
de mi alma
y de mi cuerpo.
Eres como la niebla
que me envuelve en tu deseo
me confunde en su misterio,
yo fui tu leño.
Señor y dueño
de mi alma
y de mi cuerpo.
Su segundo LP apareció en 1973 con el título, no demasiado original, para que vamos a engañarnos, de Cecilia 2. La provocación aparece ya en la portada donde una fotografía de Ontañon la mostraba simulando estar embarazada. En esta colección Cecilia nos habla de sus temores, de sus decepciones y nos abre los rincones más íntimos para expresarse de una forma clara y con pocas esperanzas sobre esos temas que le preocupan: la muerte, la soledad, los sueños incumplidos e incluso, sobre España…
El primer espejismo lo encontraremos en una canción bien escrita, con reminiscencias machadianas y que cualquier poeta tendría en bien firmar, Andar, que, quizá, sea la de contenido más positivo de todas. En ella, se busca el horizonte que cada persona quiere encontrar, aunque no dé con el rumbo y se limite a vagar sin orientación ni destino:
Aunque el camino sea estrecho,
el polvo se pegue al cuerpo,
aunque los vientos me arrastren,
sigo mis sendas sin lastre.
Andar como un vagabundo,
sin rumbo fijo, sin meta,
a vueltas de veleta,
al soplo del viento al azar,
el caso es andar,
el caso es andar.
No me pertenece el paisaje,
voy sin equipaje por la noche larga,
quiero ser peregrino por los caminos de España,
quiero ser peregrino por los caminos de España.
No me propongo destino,
no quito puestos a nadie,
porque mi puesto es el aire,
como el olor del buen vino.
Sabiendo que nunca es tarde,
mi pie siempre en el estribo,
y cada paso que piso,
un paso menos que dar,
el caso es andar,
el caso es andar.
No me pertenece el paisaje,
voy sin equipaje por la noche larga,
quiero ser peregrino por los caminos de España,
quiero ser peregrino por los caminos de España.
No dejo rastro ni huella,
por no ser ni soy recuerdo,
yo paso haciendo silencio
sin ser esclavo del tiempo.
Por límite el horizonte
y por frontera la mar,
por no tener ni tengo norte
y no sé lo que es llegar,
el caso es andar,
el caso es andar.
No me pertenece el paisaje,
voy sin equipaje por la noche larga,
quiero ser peregrino por los caminos de España,
quiero ser peregrino por los caminos de España.
Perteneciente al mismo álbum nos dejó Canción de amor, cuyo título parece una ironía pues más bien habla de todo lo contrario, reapareciendo el tema de la mujer enamorada que espera…
Espero tu paso en mi escalera,
de siete a nueve, detrás de mi puerta,
tu paso firme peldaño a peldaño,
a veces deprisa, a veces despacio.
Quiero tu sombra junto a mi sombra,
tu peso tibio sobre mi almohada,
decir en silencio, decir sin palabras,
tu boca dulce, mi boca amarga.
He visto llegar el alba,
he visto nacer el sol
en esta penumbra larga
de mi habitación.
Siento tu mano sobre mi cara,
palmo a palmo sobre mi piel,
entre mi pelo deshilachado,
desde mis ojos hasta mis pies.
Tuve tu cuerpo junto a mi cuerpo,
mi cuerpo incierto, el tuyo fugaz.
Quise llevarte en mis pobres venas,
tenerte en mi sangre cuando te vas.
He visto llegar el alba,… (etc.)
Pero el tema más polémico y que le causó más preocupaciones fue Un millón de sueños…, puesto que la censura española consideraba que era un alegato contra la Guerra Civil Española y el TOP (Tribunal de Orden Público franquista) consideró que airear esa cifra, de muertos, que curiosamente coincidía con la utilizada por Gironella en su novela editada ese mismo año, era algo peligroso para el régimen, por lo que fue conducida ante la policía y, Cecilia, intentando salir de tal apuro, aseguró que para nada se refería a la guerra española, sino a la Guerra de los Seis Dias de la que fue espectadora vivencial al coincidir con su estancia en Jordania donde su padre era embajador por entonces… Vosotros juzgaréis… Sin embargo, yo pienso que aquí los espejismos se han vuelto fantasmas…
Ahora vivo a costa
de un millón de muertos,
(un millón de tumbas,
un millón de espectros).
Ahora vivo a costa
de un millón de cuerpos,
(un millón de sombras,
un millón de sueños).
¡Cuánta tumba! Ya no hay tierra
para cavar en ella,
para dejar sin nombre tanto hombre.
¿Cuántos nombres en la historia
son dueños de las glorias...?
¿Cuántos hombres cuestan las victorias...?
Ahora vivo a costa… (etc.)
¡Cuánta sangre se ha perdido!
¡Cuánto honor herido
en estas guerras crueles sin laureles!
¡Cuánta hambre se ha pasado!
Hambre por cada lado,
hambre de paz, hambre de hombre honrado.
Ahora vivo a costa… (etc.)
¡Cuántas lágrimas lloradas
para lavar las llagas!
¡Para olvidar los muertos con el tiempo!
¡Cuántos ojos, cuántas caras!
¡Cuántas vidas cortadas!
¡Cuántas ilusiones enterradas!
Ahora vivo a costa… (etc,)
El éxito más rotundo lo consiguió con su tercer álbum: Un ramito de violetas, y no sólo por la canción que le da título, la cual está repleta de ternura y amor, donde un hombre enamorado, pero nada hábil para demostrarlo cara a cara, es capaz de mantener vivo el espejismo de su esposa en forma de ilusión y de ganas vivir, creándole la fantasía de un amante anónimo y oculto que le hace sentirse todavía joven y atractiva. Esta canción fue primero un cuento escrito por la misma Evangelina (Cecilia) en su adolescencia, pero que luego convirtió en un tema intemporal y poético:
Era feliz en su matrimonio
aunque su marido era el mismo demonio,
tenía el hombre un poco de mal genio
y ella se quejaba de que nunca fue tierno.
Desde hace ya más de tres años
recibe cartas de un extraño,
cartas llenas de poesía
que le han devuelto la alegría.
Quién la escribía versos dime quien era
quién la mandaba flores por primavera,
quién cada nueve de noviembre,
como siempre sin tarjeta,
la mandaba un ramito de violetas.
A veces sueña y se imagina
cómo será aquel que tanto la estima,
sería un hombre más fiel de pelo cano,
sonrisa abierta y ternura en las manos.
No sabe quién sufre en silencio,
quién puede ser su amor secreto
y vive así de día en día
con la ilusión de ser querida.
Quien la escribía versos dime era… (etc.)
Y cada tarde al volver su esposo
cansado del trabajo la mira de reojo,
no dice nada porque lo sabe todo,
sabe que es feliz, así de cualquier modo,
porque él es quién le escribe versos,
él, su amante, su amor secreto,
y ella que no sabe nada,
mira a su marido y luego calla.
Quien la escribía versos dime quien era… (etc.)
Pero este álbum es mucho más. Aparte de recordarnos en algunos momentos a Machado, en otros incluso parece evocar algunos ecos becquerianos, pero, sobre todo, nos habla de las cosas comunes y populares de la España tradicional y sobre las cosas de siempre: el cura cargado de pequeños vicios en Don Roque, el montaje pseudo religioso-festivo-folklórico de La primera comunión, el recuerdo de la ciudad española por excelencia en Sevilla, o el tema redundante de la cantautora, el amor perdido, el amor ausente, en Nuestro cuarto o Tu retrato. Pero sobre todo queda ese himno que dedica a su tierra y a la libertad, en un año, 1975, en el que agonizaba un periodo oscuro de la historia de esta tierra tan acostumbrada a oscuridades, pero tan llena de luces y colores… y de esperanzas… Es el espejismo que hemos hecho nuestro, es nuestra marca de raza y nuestra identidad. Así lo dejó de claro Cecilia en Mi querida España:
Mi querida España,
esta España mía,
esta España nuestra.
De tu santa siesta
ahora te despiertan
versos de poetas.
¿Dónde están tus ojos?,
¿dónde están tus manos?,
¿dónde tu cabeza?
Mi querida España,
esta España mía,
esta España nuestra.
Mi querida España,
esta España mía,
esta España nuestra.
De las aras quietas,
de las vendas negras
sobre carne abierta.
¿Quién pasó tu hambre?,
¿quién bebió tu sangre
cuando estabas seca?
Mi querida España,
esta España mía,
esta España nuestra.
Mi querida España,
esta España mía,
esta España nuestra.
Pueblo de palabra
y de piel amarga,
dulce tu promesa.
Quiero ser tu tierra,
quiero ser tu hierba
cuando yo me muera.
Mi querida España,
esta España mía,
esta España nuestra.
Ese mismo año fue seleccionada por Televisión Española para representar a España en el Festival de la OTI (Organización de Televisión Iberoamericana) y ella, a pesar de ser contraria a ese tipo de eventos, aceptó sin mucho entusiasmo y compuso para ello la canción titulada Amor de media noche, trabajo del que nunca se sintió satisfecha, pues consideraba que estaba demasiado recargado de tópicos y lugares comunes de un romanticismo un poco trasnochado, pero realmente nos sirve para comprobar el descubrimiento de la cruda realidad cuando termina una relación sentimental en la que una de las partes, la mujer, en este caso, no ha recibido lo mismo que ha dado y donde de nuevo aparece el tema de la mujer objeto y del hombre que no da amor, simplemente lo usa… volvemos al mismo espejismo…:
Me has mirado como quien mira el mar,
como un lujo que debes conservar,
yo no quiero ser tu sombra en un rincón,
la muñeca que no tiene opinión.
Has comprado el silencio de mi voz
con amor que al fin no es más que amor,
yo no soy la marioneta de cartón,
el juguete que baila en tu guiñol.
Adiós amor de medianoche,
hoy mi voz quiere gritar,
abre tu puerta y déjame volar,
volar en libertad.
Quiero romper mis viejos lazos,
quiero ser mía y nada más,
quiero dejar lo que me has dado
y no mirar atrás.
Te regalo las horas que viví
entre cuatro paredes junto a ti,
quédate con mis recuerdos,
yo me voy, aun más lejos
pues ya lejos estoy.
Adiós amor de medianoche,
hoy mi voz quiere gritar,
abre tu puerta y déjame volar,
volar en libertad.
Con este mismo título, grabó su último LP que, como algo premonitorio, consistía en una recopilación de sus mejores canciones, pues poco después, el 2 de agosto de 1976, volviendo de una de sus actuaciones en Galicia, encontró la muerte en un desafortunado accidente de coche al cruzar la localidad zamorana de Colina de Trasmonte. Junto con ella también falleció el batería de su grupo, Carlos de la Iglesia. Todavía, antes de morir, salió un sencillo con las canciones Tú y yo y Una guerra, y un mes después del suceso, otro con El viaje y Lluvia. Sin embargo, cuando en 1996 surgió a la luz un doble álbum con sus canciones interpretadas por diversos cantantes como Miguel Bosé, Ana Belén, Merche Corico, Julio Iglesias, Manolo Tena y un largo etcétera, apareció una canción inédita de Cecilia, cantada por ella y con sólo una guitarra de acompañamiento, cuyo título, Desde que tú te has ido, no podía ser más adecuado para recordar a esta mujer que, en sólo seis años, supo ganarse el corazón de los españoles que, como ella, sabían que los espejismos alguna vez se vuelven realidad…
Desde que tú te has ido,
desde que te has marchado,
mis manos tienen frío
por no tener tus manos.
Desde que tú te has ido,
desde que me has dejado,
yo sólo soy la sombra
de aquella que has amado.
Y en mi jardín pequeño
de sueños y esperanzas,
hay un rumor a invierno amor,
sin ti no tengo nada.
Hay un rumor a invierno amor,
sin ti no tengo nada.
Desde que tú te has ido,
desde que me he quedado
en esta casa nuestra,
es que me falta algo.
No sé si es el aire,
no sé si es la luz,
pero cuando miro, amor,
sé que me faltas tú.
Pero cuando miro, amor,
sé que me faltas tú.
Si de tus labios tiernos
bebí todo mi canto,
ahora y en silencio, amor,
quiero llorar mi llanto.
Ahora y en silencio, amor,
quiero llorar mi llanto.