LOS JARDINES
Tiempo en profundidad: está en jardines.
Mira cómo se posa. Ya se ahonda.
Ya es tuyo su interior. ¡Qué transparencia
de muchas tardes, para siempre juntas!
Sí, tu niñez: ya fábula de fuentes.
Jorge Guillén (1893-1984) estudió en Suiza y en la Residencia de Estudiantes, ejerciendo, posteriormente, como profesor universitario en París, Murcia, Oxford y Sevilla. Ya en los años anteriores a la Guerra Civil fue un poeta bastante activo, por ejemplo, en la fundación de la revista murciana Verso y Prosa, o participando en la Antología de Gerardo Diego. La Guerra Civil y el exilio hicieron de Guillén en un profesor bastante respetado entre los medios hispanistas norteamericanos. Con el paso de los años alcanzaría un cierto prestigio como poeta y maestro de generaciones, manteniéndose activo hasta su muerte acaecida en Málaga.
Muy variadas son las influencias en la poesía de Guillén: desde los clásicos griegos y San Juan de la Cruz hasta Valèry y los simbolistas, por un lado, mientras que de otro tenemos a Lope de Vega, Jorge Manrique o Fray Luis de León, sin olvidarnos de ciertas herencias recibidas de La Divina Comedia de Dante o del modernismo de Rubén Darío.
Guillén es, por encima de todo, poeta, no solo en sus creaciones líricas, sino también en su importante obra crítica y ensayística. Su inicio fue Cántico, una obra que comenzó a construir con numerosos poemas, 75 en su primera edición de 1928, de los que iría rechazando algunos a medida que se llevaban a cabo las sucesivas ediciones a las que se iban añadiendo nuevas creaciones haciéndolo cada vez más enorme: 270 poemas en la cuarta y definitiva edición de 1950. Esto no ocurrió con el resto de sus libros, los cuales se suceden de manera más lineal: las tres partes de Clamor aparecen en distintas fechas: Maremagnum en 1957, …Que van a dar en la mar en 1960 y A la altura de las circunstancias en 1963, mientras que Homenaje sería editado en 1967, en el cual reuniría diversos poemas de circunstancias. En sus últimos años de vida Guillén unificó su obra y la tituló Aire nuestro, recogiendo en ella todos sus libros anteriores y dejándola teóricamente cerrada. Sin embargo, a causa de nuevas vivencias y ciertas situaciones, volvió a realizar otro volumen. Pero nuevas sucesos y vivencias le hicieron reunir otro volumen, Final, que ya cerraría su obra poética en 1983.
ARRANQUES
POR EL AGUA
Entran los pies en el mar,
que ya ondula
chispeando: sobre el agua,
luz más rubia.
Precipitándose corre
con tumulto de roturas
una alegría que cae
de bruces sobre la espuma.
El tan niño hacia su voz
se aúpa,
se multiplica, resalta,
onda aguda.
Rizándose va y creciendo
con ondulación de suma
todo un caos de salud
que se crea ya su curva.
Arrollador griterío,
absoluta
vida sin sombra ni término:
criatura.
POR LA HIERBA
Se arroja el niño a la hierba
que es un mar,
y por lo fresco y lo blando
nada ya.
(¿Hacia dónde tantas ondas
bajo el sol?)
-Dame el campo con el cielo,
dámelos.
¡Cuánto mar por esa hierba,
ah, ah, ah!
¡Para todos ahora mismo
quiero más!
-Dame el campo con el cielo,
dámelos.
(¿Hacia dónde tantas ondas
bajo el sol?)
La hierba es un oleaje
de verdad.
Entre las manos del niño
pasa el mar.
Cántico, cuyo título ya nos evoca la alegría de vivir, el gozo de ser, al resultar una obra tan extensa, no es de extrañar que posea tanta variedad de temas: el hombre y las cosas, el ser, la plenitud del amor, la temporalidad, la muerte, el dolor, el desorden…Si comparamos las diferentes ediciones, podremos descubrir que existen dos épocas: la primera estaría formada por las dos primeras, donde destacan temas del presente, mientras que en la segunda, formada a su vez por la tercera y cuarta ediciones, predominan aquellos temas que fácilmente denominaríamos como “claroscuros”, por su contraste e, incluso, ambigüedad, sin embargo, hay un tema que participa como motivo central del universo propio de Guillén: el amor.
DESNUDO
Blancos, rosas... Azules casi en veta,
retraídos, mentales.
Puntos de luz latente dan señales
de una sombra secreta.
Pero el color, infiel a la penumbra,
se consolida en masa.
Yacente en el verano de la casa,
una forma se alumbra.
Claridad aguzada entre perfiles,
de tan puros tranquilos
que cortan y aniquilan con sus filos
las confusiones viles.
Desnuda está la carne. Su evidencia
se resuelve en reposo.
Monotonía justa: prodigioso
colmo de la presencia.
¡Plenitud inmediata, sin ambiente,
del cuerpo femenino!
Ningún primor: ni voz ni flor. ¿Destino?
¡Oh absoluto presente!
Para Guillén la poesía es el medio imprescindible para captar y expresar el mundo, una herramienta capaz de transformarlo, pues la palabra poética provoca el sentimiento y configura los valores esenciales de la vida. El amor acrecienta el ser y participa de todas las actividades de la existencia, por lo que la relación entre los amantes no solo forma parte de su propia realidad, sino que es la realidad misma. Admitido este principio, cuando con el paso del tiempo se llegue al periodo de las limitaciones, el amor, ligado al ser, también participará de los mismos crepúsculos, de similares carencias, adaptándose a la nueva realidad. De esta forma Guillén hace del amor algo universal y lo convierte en un claro ejemplo de la plenitud del saber vivir.
PERFECCIÓN
Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cénit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que al pie caminante siente
La integridad del planeta.
Por otra parte, Guillén también se preocupa por el ser, el cual surge de la corriente del tiempo mediante su voluntad de existir y, al entrar en comunicación con las cosas, estas le limitan y le centran. De esta manera, todo forma parte del mundo del ser, incluso la muerte o las partes del día, o el sueño y el despertar, es decir: toda cosa y su contrario: el azar y el caos, el dolor y el placer, el olvido y la memoria, etc. El ser se confirma en el amor y, sobre todo, en la unión. La realidad se posee mediante la contemplación y de este hecho surge la alegría. Y es que, además de la multiplicidad temática de Cántico, también en él descubrimos la de los tonos temáticos, tales como la inminencia, el goce, el júbilo, la plenitud… Lo que nos conduce hacia una poesía de claridad, de luz, de plenitud, de realidad luminosa.
CIMA DE LA DELICIA
¡Cima de la delicia!
Todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
resuelto en lejanía.
¡Hueste de esbeltas fuerzas!
¡Qué alacridad de mozo
en el espacio airoso,
henchido de presencia!
El mundo tiene cándida
profundidad de espejo.
Las más claras distancias
sueñan lo verdadero.
¡Dulzura de los años
irreparables! ¡Bodas
tardías con la historia
que desamé a diario!
Más, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
la plenitud se escapa.
¡Ya sólo sé cantar!
MÁS ALLÁ, IV
El balcón, los cristales,
unos libros, la mesa.
¿Nada más esto? Sí,
maravillas concretas.
Material jubiloso
convierte en superficie
manifiesta a sus átomos
tristes, siempre invisibles.
Y por un filo escueto,
o el amor de una curva
de asa, la energía
de plenitud actúa.
¡Energía o su gloria!
En mi dominio luce
sin escándalo dentro
de lo tan real, hoy lunes.
Y ágil, humildemente,
la materia apercibe
gracia de Aparición:
esto es cal, esto es mimbre.
Cántico, está construido con mucha precisión estructural y técnica, creando un orden casi arquitectónico, por lo que se percibe una cierta armonía entre cada las cinco partes que lo componen, ya que cada una de ellas tiene, al mismo tiempo, un equilibrio interno y un paralelismo con el resto: Al aire de tu vuelo, el primer libro, es donde el hombre se sitúa en la realidad, y en Pleno ser, el quinto, la realidad es mostrada en todo su intensidad; de forma similar, en Las horas situadas, el segundo libro y en Aquí mismo, el cuarto se desarrollan el ser y el existir, mientras que el tercer libro, El pájaro en la mano, muestra la realidad en conexión con el hombre, por lo que funciona como eje central.
LAS DOCE EN EL RELOJ
Dije: Todo ya pleno.
Un álamo vibro.
Las hojas plateadas
sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
el amor era sol.
Entonces, mediodía,
Un pájaro sumió
su cantar en el viento
con tal adoración
que se sintió cantada
bajo el viento la flor
crecida entre las mieses,
más altas. Era yo,
centro en aquel instante
de tanto alrededor,
quien veía todo
completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el re1oj!
Cántico ha sido muy valorada tanto por su amplitud expresiva como por su precisión a la hora de utilizar registros de la lengua y de forjar un estilo único, ejemplo de ello es la naturaleza de los vocablos utilizados por Guillén, con su abundancia de términos abstractos y sus inesperadas conjuncionesentre locuciones exclamativas con simples interjecciones monosilábicas. Todo ello en conjunto ha llevado a este poemario tan extenso y tan cambiante durante años a ser uno de los más originales y elaborados de la poética española.