Memorial de Tlatelolco, de Rosario Castellanos.

La matanza de Tlatelolco fue un hecho ocurrido el 2 de octubre de 1968 en la Ciudad de México, cuando el ejército y un grupo paramilitar llamado Batallón Olimpia dispararon contra una multitud de estudiantes y civiles que se manifestaban pacíficamente en la Plaza de las Tres Culturas. El saldo fue de más de 300 muertos, 1000 heridos y 1345 detenidos. La matanza fue ordenada por el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, que buscaba reprimir el movimiento estudiantil que exigía democracia y libertad. La matanza de Tlatelolco fue uno de los episodios más sangrientos y vergonzosos de la historia de México, y marcó el fin del movimiento de 1968.

Memorial de Tlatelolco, de Rosario Castellanos


La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.
Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
Para que nadie viera la mano que empuñaba
El arma, sino sólo su efecto de relámpago.
¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?
¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.
La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)
No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos1.
No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.
Recuerdo, recordamos.
Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.

Este poema es un homenaje a las víctimas de la masacre estudiantil ocurrida el 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México. La autora, que fue testigo de los hechos, expresa su dolor, su indignación y su memoria frente a la violencia del Estado y la impunidad de los responsables.

El poema se divide en cuatro partes: La primera parte describe la oscuridad y la violencia que rodearon el crimen, y plantea la pregunta de quiénes son los culpables y las víctimas. La segunda denuncia la indiferencia y el silencio de los medios de comunicación y la sociedad ante la masacre, y la falta de evidencias y registros oficiales. La tercera afirma que la única prueba del crimen es la memoria de los sobrevivientes, que duele, pero es verdad, y que no se puede traicionar a los muertos. Y la cuarta parte concluye con un llamado a recordar y a exigir justicia, como una forma de ayudar a que amanezca sobre las conciencias mancilladas.

La autora utiliza un lenguaje sencillo pero contundente, que busca conmover al lector y hacerlo partícipe del recuerdo. El tono es testimonial, reflexivo y reivindicativo. Así mismo, emplea recursos como la anáfora (“¿Quién? ¿Quiénes?”, “Recuerdo, recordamos”), el contraste (“La oscuridad engendra la violencia / y la violencia pide oscuridad”, “La plaza amaneció barrida; los periódicos / dieron como noticia principal / el estado del tiempo”), la metáfora (“todo se le ha dado como ofrenda a una diosa, / a la Devoradora de Excrementos”, “una reja abierta”, “el rostro amparado tras la máscara”) y la aliteración (“Sangre con sangre”). La Devoradora de Excrementos se refiere a la diosa Tlazoltéotl, que equivale al confesor de los pecados antes de la muerte en la Iglesia católica.

“Memorial de Tlatelolco”, publicado en el libro «En la tierra de enmedio», es una obra lírica que mezcla los hechos con las emociones, y que tiene una intención política y social. Es un testimonio histórico y una denuncia ética de uno de los episodios más trágicos y vergonzosos de la historia de México.

La masacre de Tlatelolco tuvo varias consecuencias a nivel político, social y cultural. Algunas de ellas fueron: El fin del movimiento estudiantil de 1968 y la disolución del Consejo Nacional de Huelga. El aumento de la represión y la censura por parte del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y sus sucesores. El surgimiento de grupos guerrilleros y organizaciones de derechos humanos que denunciaron las violaciones cometidas por el Estado. El desprestigio del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el debilitamiento de su sistema político. El impacto en la cultura y la memoria colectiva de México, que se reflejó en obras literarias, artísticas y cinematográficas sobre los hechos. Y la exigencia de verdad y justicia por parte de los familiares y sobrevivientes de la masacre, que aún no ha sido satisfecha.

Después de la masacre de Tlatelolco, algunos estudiantes y activistas optaron por la lucha armada como forma de resistencia y cambio social. Así surgieron varios grupos guerrilleros en México, que operaron principalmente en las décadas de 1970 y 1980. Algunos de ellos fueron: ‘El Partido de los Pobres’ (PDLP), fundado por Lucio Cabañas en el estado de Guerrero, que buscaba la liberación de los campesinos y la reforma agraria. ‘La Liga Comunista 23 de septiembre’ (LC-23S), formada por varias organizaciones urbanas de izquierda, que realizó acciones como secuestros, asaltos y atentados contra el gobierno y la oligarquía. ‘El Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente’ (ERPI), escindido del ‘Ejército Popular Revolucionario’ (EPR) en 1998, que se inspiró en el zapatismo y defendió las causas indígenas y populares. ‘El Ejército Zapatista de Liberación Nacional’ (EZLN), surgido en el estado de Chiapas en 1994, que se rebeló contra el neoliberalismo y el olvido histórico de los pueblos originarios.

Rosario Castellanos fue una de las escritoras más importantes de México en el siglo XX. Su obra abarcó la poesía, la narrativa, el ensayo y el teatro, y se caracterizó por su compromiso social, su sensibilidad femenina y su crítica al sistema patriarcal. Nacida en la Ciudad de México en 1925, pasó su infancia y adolescencia en Chiapas, donde entró en contacto con la realidad indígena y campesina que marcaría su obra. Estudió filosofía en la UNAM y en Madrid, y se relacionó con intelectuales como Octavio Paz, Ernesto Cardenal y Augusto Monterroso. Fue profesora universitaria, promotora cultural y diplomática. Murió en Tel Aviv en 1974, cuando era embajadora de México en Israel.

Su obra literaria se inició con el libro de poemas Trayectoria del polvo (1948), donde ya se aprecia su voz personal y su búsqueda de identidad. Su poesía evolucionó desde el intimismo hasta el compromiso social, pasando por el psicoanálisis y la reflexión filosófica. Algunos de sus libros más destacados son Lívida luz (1960), Poesía no eres tú (1972) y El rescate del mundo (1977). En sus versos se expresa el dolor, la soledad, el amor, la rebeldía y la esperanza de la mujer frente a un mundo dominado por los hombres.

Su narrativa se inspiró en gran medida en su experiencia chiapaneca, donde retrató la opresión y la resistencia de los indígenas y las mujeres. Sus novelas más conocidas son Balún Canán (1957), Oficio de tinieblas (1962) y Rito de iniciación (1969). En ellas se mezclan el realismo y el simbolismo, la historia y la leyenda, la denuncia y la poesía. También escribió cuentos que reflejan su visión crítica de la sociedad mexicana, como Ciudad Real (1960), Los convidados de agosto (1964) y Álbum de familia (1971).

Su ensayo abordó temas como la literatura, la cultura, el feminismo y los derechos humanos. Fue una pionera en la defensa de la igualdad de género y la emancipación de la mujer. Algunos de sus ensayos más relevantes son Sobre cultura femenina (1950), Mujer que sabe latín (1973) y El eterno femenino (1975). En ellos se muestra su erudición, su lucidez y su ironía.

Su teatro fue una expresión más de su compromiso social y político. Escribió obras como El encanto tendajón mixto (1957), Los adioses (1958) y Tablero de damas (1960), donde plasmó las contradicciones y los conflictos de la realidad mexicana.

Rosario Castellanos fue una escritora que supo conjugar la belleza formal con el contenido profundo, la voz individual con la colectiva, la tradición con la modernidad. Su obra es un testimonio valioso de su época y un legado universal para las generaciones futuras.

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