Autorretratos, por Ancrugon

El autorretrato consiste en dejarse en evidencia ante los demás describiendo, con justicia y sinceridad, cómo nos vemos a nosotros mismos; esconder nuestros defectos y maquillar nuestra imagen no es un autorretrato, es simplemente una descripción fantástica que se aleja de la realidad.

AUTORRETRATO DE ADOLESCENCIA,
DE PABLO DE ROKHA

Entre serpientes verdes y verbenas,
mi condición de león domesticado
tiene un rumor lacustre de colmenas
y un ladrido de océano quemado.

Ceñido de fantasmas y cadenas,
soy religión podrida y rey tronchado,
o un castillo feudal cuyas almenas
alzan tu nombre como un pan dorado.

Torres de sangre en campos de batalla,
olor a sol heroico y a metralla,
a espada de nación despavorida.

Se escuchan en mi ser lleno de muertos
y heridos, de cenizas y desiertos,
en donde un gran poeta se suicida.
AUTORRETRATO, 
DE SERAFÍN Y JOAQUÍN ÁLVAREZ QUINTERO


Fuimos… entre espigas y olivares:
el uno esperó al otro en la lactancia,
y en el primer pinito de la infancia
ya escribimos comedias y cantares

Después… libros, y novias y billares
¡memorias que ilumina la distancia!
luego… una juventud cuya fragancia
envenenan agobios y pesares.

Fuimos… cuanto hay que ser: covachuelistas,
estudiantes, “diablillos”, editores,
críticos, “pintamonos”, retratistas…

Y hoy, como ayer, sencillos escritores
que siguen, a la luz de sus conquistas,
sembrando sueños por que nazcan flores.
AUTORRETRATO,
DE SERGIO ANDRADE

me sentaré sin moverme
en la completa oscuridad del día
al amparo de mis imperfecciones
enclaustrado en la disimulación
que me otorgue una trinchera cómica
ilusoria
de tan rebuscadamente pergeñada
levitando
después de mil meditaciones de gurú
con la persistencia del pájaro carpintero
que dibujara su propio tótem en un sauce
les diré a las manzanas
que abandonen por un segundo sólo
sus aspiraciones de elegías
sus platones de elipses
ni cósmicas ni keplerianas
sencillamente hogareñas
que dejen de lado ya
de plano
su naturaleza muerta
sus inercias guturales
y me canten al oído coplas
para sobrellevar mi infierno
me acompañen
sean ahora ellas
las que
por fin
me nombren
AUTORRETRATO,
DE ANTONIO CRUZANS

Quisiera, como el sol, tener mi propia luz,		
alumbrar con mis rayos la tiniebla más espesa,
calentar con mi fuego la soledad y su inquietud,
dar la esperanza de que un mañana amanezca.

Quisiera, como el viento, peinar los trigales,
mover las hojas en alegre danza,
portar en mis hombros las aves,
hacer girar las aspas de la esperanza.

Quisiera, como las nubes, volar sobre el mundo,
ver desde arriba todos sus colores,
dejar caer mi vida en forma de llanto
sobre las cabezas de todos los hombres.

Quisiera, como la lluvia, caer sobre los árboles,
resbalar por su tronco y filtrarme en la tierra,
borrar el exterior al caer en los cristales
obligando a retirar a unos ojos que esperan.

Quisiera, como el mar, mecer en mi oleaje
la barca de mi vida, peregrina sin rumbo,
posarla suavemente en la arena, al final del viaje,
y acariciarla con la espuma sin descanso alguno.

Quisiera, como la tierra, sentir la vida pisándome,
notar como la hierba crece hacia afuera,
ver como las raíces penetran desgarrándome,
creerme algo importante y que a la vez lo fuera.
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