Carolina Coronado, poeta española nacida el 20 de diciembre de 1820 en Almendralejo, Badajoz, en una familia de clase media bien situada. Su legado literario comprende poesía, teatro y novelas. Ya desde pequeña mostró una gran afición por la poesía, componiendo y memorizando versos incluso antes de saber leer o escribir. Su primer poema publicado apareció en la revista madrileña El Piloto cuando tenía diecinueve años y, cuatro años más tarde, publicaría su primer volumen de poesía con una buena aceptación entre el público. Sin embargo, poco tiempo después, sufrió una enfermedad repentina que casi le lleva a la muerte ya que un médico le detectó que tenía catalepsia cuando ya estaba lista para ser enterrada. A partir de este momento su salud fue siempre frágil, lo que no le impidió que escribiera profusamente para diversos periódicos de la América hispana, desde Argentina hasta Estados Unidos. Hasta 1847 mantuvo un largo romance secreto que interrumpió la muerte de la persona amada del que solo se conoce el nombre de Alberto. Tras esta pérdida, Coronado se trasladó a Madrid donde fue premiada con la Corona de Oro y Laurel del Liceo Literario, premio que recibió de las manos de la reina Isabel II. A principio de la década de 1850, se casó con un diplomático estadounidense, Horatio Justus Perry, lo que le abrió amplios círculos sociales en la capital de España, convirtiéndose en una asidua de los círculos literarios de la ciudad, aunque su producción literaria se vería frenada con la llegada de su primer hijo y las obligaciones como esposa de un diplomático. El matrimonio se enfrentó al Gobierno de Estados Unidos en su intento de anexionarse Cuba por la fuerza, lo que le costó el cargo a su marido, por lo que ambos decidieron quedarse en España dedicándose al negocio del tendido de cables submarinos entre Europa y América, aunque más tarde, Perry sería readmitido en el cuerpo diplomático de su país. Los hijos iban llegando a la familia, pero Coronado encontró tiempo para su dedicación lírica. En 1873 murió su hija mayor, lo que le provocó un colapso emocional. Se trasladaron a Lisboa donde sus negocios se vinieron abajo, enviudando en 1891, Ella todavía le sobrevivió diez años más, Falleciendo el 15 de enero de 1911.
Seguidamente os proponemos la lectura de un poema de Carolina Coronado titulado, “La luna es una ausencia”:
La luna es una ausencia Y tú, ¿quién eres de la noche errante aparición que pasas silenciosa, cruzando los espacios ondulantes tras los vapores de la nube acuosa? Negra la tierra, triste el firmamento, ciegos mis ojos sin tu luz estaban, y suspirando entre el oscuro viento tenebrosos espíritus vagaban. Yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos perfiles asomar con lenta calma, como tu rayo descendió a mis ojos, tierna alegría descendió a mi alma. ¿Y a mis ruegos acudes perezosa cuando amoroso el corazón te ansía? Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!
Un artículo de Antonio Cruzans