El Rey de Harlem, de Federico García Lorca

“El rey de Harlem” es un poema de Federico García Lorca que denuncia la situación de los negros en Nueva York. Es un símbolo de la resistencia y la dignidad de los oprimidos frente a la brutalidad y el racismo de la sociedad blanca. Lorca crea imágenes sorprendentes y expresivas con un lenguaje rico y poderoso que mezcla lo surrealista, lo expresionista y lo popular.

Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.

Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.

Aquel viejo cubierto de setas
iba al sitio donde lloraban los negros
mientras crujía la cuchara del rey
y llegaban los tanques de agua podrida.

Las rosas huían por los filos
de las últimas curvas del aire,
y en los montones de azafrán
los niños machacaban pequeñas ardillas
con un rubor de frenesí manchado.

Es preciso cruzar los puentes
y llegar al rubor negro
para que el perfume de pulmón
nos golpee las sienes con su vestido
de caliente piña.

Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente
a todos los amigos de la manzana y de la arena,
y es necesario dar con los puños cerrados
a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,
para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,
para que los cocodrilos duerman en largas filas
bajo el amianto de la luna,
y para que nadie dude de la infinita belleza
de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas de las cocinas.

¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem! ¡Ay, Harlem!
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,
a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.

Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de marfil.
Las muchachas americanas
llevaban niños y monedas en el vientre
y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.
Ellos son.
Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes
y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

Aquella noche el rey de Harlem con una durísima cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Los negros lloraban confundidos
entre paraguas y soles de oro,
los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso blanco,
y el viento empañaba espejos
y quebraba las venas de los bailarines.

Negros, Negros, Negros, Negros.

La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.
No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,
viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,
bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna de cáncer.

Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo,
cielos yertos, en declive, donde las colonias de planetas
rueden por las playas con los objetos abandonados.

Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,
hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.
Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella
y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

Es la sangre que viene, que vendrá
por los tejados y azoteas, por todas partes,
para quemar la clorofila de las mujeres rubias,
para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos
y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

Hay que huir,
huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,
porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas
para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse
y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

*

Es por el silencio sapientísimo
cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua
las heridas de los millonarios
buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre.

Un viento sur de madera, oblicuo en el negro fango,
escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros;
un viento sur que lleva
colmillos, girasoles, alfabetos
y una pila de Volta con avispas ahogadas.

El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta sobre el monóculo,
el amor por un solo rostro invisible a flor de piedra.
Médulas y corolas componían sobre las nubes
un desierto de tallos sin una sola rosa.

*

A la izquierda, a la derecha, por el sur y por el norte,
se levanta el muro impasible
para el topo, la aguja del agua.
No busquéis, negros, su grieta
para hallar la máscara infinita.
Buscad el gran sol del centro
hechos una piña zumbadora.

El sol que se desliza por los bosques
seguro de no encontrar una ninfa,
el sol que destruye números y no ha cruzado nunca un sueño,
el tatuado sol que baja por el río
y muge seguido de caimanes.

Negros, Negros, Negros, Negros.

Jamás sierpe, ni cebra, ni mula
palidecieron al morir.
El leñador no sabe cuándo expiran
los clamorosos árboles que corta.
Aguardad bajo la sombra vegetal de vuestro rey
a que cicutas y cardos y ortigas turben postreras azoteas.
Entonces, negros, entonces, entonces,
podréis besar con frenesí las ruedas de las bicicletas,
poner parejas de microscopios en las cuevas de las ardillas
y danzar al fin, sin duda, mientras las flores erizadas
asesinan a nuestro Moisés casi en los juncos del cielo.

¡Ay, Harlem, disfrazada!
¡Ay, Harlem, amenazada por un gentío de trajes sin cabeza!
Me llega tu rumor,
me llega tu rumor atravesando troncos y ascensores,
a través de láminas grises
donde flotan tus automóviles cubiertos de dientes,
a través de los caballos muertos y los crímenes diminutos,
a través de tu gran rey desesperado
cuyas barbas llegan al mar.

Este poema forma parte del libro Poeta en Nueva York, publicado en 1940 y refleja las impresiones del autor sobre la vida de los afroamericanos en el barrio de Harlem, en la ciudad de Nueva York, durante su estancia allí entre 1929 y 1930. En él combina elementos surrealistas, simbólicos y sociales, para crear una visión crítica y expresiva de la realidad de la opresión, la violencia y la marginación que sufrían los negros en Estados Unidos.

El poema se divide en cuatro partes, cada una con un tono y un tema diferente. La primera parte presenta al personaje del rey de Harlem, un hombre que con una cuchara arranca los ojos a los cocodrilos y golpea el trasero de los monos, como una forma de rebelarse contra la naturaleza y la civilización que lo han excluido. La segunda describe el ambiente nocturno de Harlem, donde las muchachas americanas llevan niños y monedas en el vientre, y los muchachos se desmayan en la cruz del desperezo. La tercera se centra en la sangre de los negros, que no tiene puertas en su noche boca arriba, y que busca por mil caminos muertes enharinadas y ceniza de nardo. Y la cuarta parte repite el gesto del rey de Harlem con la cuchara, y muestra el llanto confundido de los negros entre paraguas y soles de oro, mientras el viento empaña espejos y quiebra las venas de los bailarines.

Esta obra es un ejemplo de la capacidad poética de Lorca para crear imágenes impactantes, originales y cargadas de significado. También es una muestra de su compromiso social y humano con las causas de los oprimidos y los marginados, que se refleja, en este caso, mediante su solidaridad con los negros de Harlem. El poema es una denuncia de la injusticia y la discriminación racial que existía en Estados Unidos, pero también una celebración de la belleza y la fuerza de la cultura afroamericana.

Federico García Lorca utiliza en obra diversas figuras literarias para crear un lenguaje poético rico, original y expresivo. Algunas de las figuras que destacan en el poema son:

La metáfora: Consiste en identificar un término real con otro imaginario que guarda alguna relación de semejanza. Por ejemplo, en el verso “Fuego de siempre dormía en los pedernales”, el fuego se asocia con la vida y la energía, y los pedernales con la naturaleza y la tradición. Otra metáfora es “tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro”, donde la sangre representa la identidad y el sufrimiento de los negros, y el eclipse oscuro simboliza la opresión y la injusticia que padecen.

La personificación: Radica en atribuir cualidades humanas a seres inanimados o irracionales. Por ejemplo, en el verso “Las rosas huían por los filos de las últimas curvas del aire”, las rosas se presentan como seres vivos que huyen del ambiente hostil de la ciudad. Otra personificación es “el viento empañaba espejos y quebraba las venas de los bailarines”, donde el viento actúa como un agente destructivo que borra la imagen y la vitalidad de los negros.

La hipérbole: Se fundamenta en exagerar la realidad para causar un efecto de intensidad o sorpresa. Por ejemplo, en el verso “Con una cuchara arrancaba los ojos a los cocodrilos y golpeaba el trasero de los monos”, se exalta la fuerza y la rebeldía del rey de Harlem, que desafía a los animales más feroces y burlones con un simple utensilio. Otra hipérbole es “Es la sangre que viene, que vendrá por los tejados y azoteas, por todas partes”, donde se anticipa una catástrofe social provocada por la violencia racial.

La aliteración: Es repetir uno o varios sonidos para crear un efecto sonoro o rítmico. Por ejemplo, en el verso “Negros, Negros, Negros, Negros”, se repite el sonido /n/ para enfatizar la presencia y la voz de los negros. Otra aliteración es “para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos”, donde se repite el sonido /m/ para sugerir el lamento y el desconsuelo de los negros.

Este poema tiene varias influencias que se pueden apreciar en su forma y en su fondo. Algunas de ellas son:

El surrealismo, un movimiento artístico y literario que surgió en Francia en la década de 1920 y que buscaba expresar el mundo del subconsciente, la imaginación y los sueños, mediante imágenes irracionales, absurdas y simbólicas. Lorca se inspiró en autores surrealistas como André Breton, Paul Éluard o Luis Buñuel, y utilizó la técnica de la escritura automática, que consiste en escribir sin censura ni control racional, dejando fluir el pensamiento libremente. Así, el poema está lleno de metáforas sorprendentes, contrastes violentos y asociaciones inesperadas, que crean un efecto de extrañeza y de crítica a la realidad.

La cultura afroamericana, especialmente de la música, el baile, la religión y la literatura de los negros de Harlem, un barrio de Nueva York donde Lorca vivió durante su estancia en Estados Unidos entre 1929 y 1930. Lorca se sintió atraído por la belleza, la fuerza y la vitalidad de los negros, y también por su situación de opresión, discriminación y marginación social. Lorca denunció la injusticia racial y se solidarizó con la lucha de los negros por su libertad y su dignidad. El poema es un homenaje al rey de Harlem, un personaje ficticio que representa al líder espiritual y político de los negros, que se rebela contra la naturaleza y la civilización que lo han excluido.

La poesía estadounidense, especialmente de Walt Whitman, un poeta que Lorca admiraba por su estilo innovador, su visión democrática y su celebración de la vida. Lorca adoptó algunas características de la poesía whitmaniana, como el verso libre o el verso blanco, que no tiene rima ni medida fija, el uso de enumeraciones y paralelismos, el tono profético y exaltado, y el recurso a los signos de puntuación para marcar el ritmo y la entonación. Lorca también se inspiró en otros autores estadounidenses como Edgar Allan Poe o Herman Melville, a los que aludió en algunos versos del poema.

Lorca decidió escribir sobre la cultura afroamericana por varias razones. Una de ellas fue su interés personal por la música, el baile, la religión y la literatura de los negros, que conoció durante su estancia en Nueva York y en Cuba. Lorca se sintió atraído por la belleza, la fuerza y la vitalidad de los negros, y también por su situación de opresión, discriminación y marginación social. Lorca denunció la injusticia racial y se solidarizó con la lucha de los negros por su libertad y su dignidad. Otra razón fue su búsqueda de una nueva estética poética, que rompiera con las formas tradicionales de la poesía española y que se inspirara en el surrealismo, el jazz, el blues y el folklore afroamericano. Lorca creó un lenguaje poético propio, rico en metáforas, símbolos, contrastes y musicalidad, que reflejaba su visión crítica y expresiva de la realidad. Una tercera razón fue su identificación con el mundo gitano, que también había sido una fuente de inspiración para él en obras anteriores. Lorca vio en los negros una similitud con los gitanos, tanto por su cultura como por su marginalidad. Lorca se consideraba a sí mismo un gitano andaluz, y sentía una afinidad espiritual con los negros americanos.

Poeta en Nueva York de Federico García Lorca es una obra que tuvo una recepción muy variada por parte de la crítica y el público, tanto en España como en el extranjero. Algunos aspectos que influyeron en la recepción fueron:

El contexto histórico y político: El libro se publicó por primera vez en 1940, cuatro años después de la muerte de Lorca y en plena guerra mundial. En España, el régimen franquista censuró y prohibió la obra, por considerarla subversiva, antipatriótica y contraria a los valores católicos. En otros países, como México, Argentina o Estados Unidos, el libro tuvo una mejor acogida, pero también se vio afectado por la situación bélica y la escasez de papel. Además, el libro se publicó sin las fotografías que Lorca había previsto incluir, lo que alteró su concepción original.

El cambio estético y temático: El libro supuso una ruptura con la poesía anterior de Lorca, que había alcanzado un gran éxito con Romancero gitano o Poema del cante jondo. Poeta en Nueva York era una obra más compleja, innovadora y vanguardista, que utilizaba el surrealismo, el verso libre y las imágenes irracionales para expresar su visión crítica de la realidad. Abordaba temas como la injusticia social, la discriminación racial, la deshumanización de la ciudad, la angustia existencial o el deseo erótico. Estos temas no eran habituales ni bien vistos en la poesía española de la época, y provocaron el desconcierto y el rechazo de algunos lectores y críticos.

El reconocimiento póstumo: Con el paso del tiempo, Poeta en Nueva York fue ganando prestigio y admiración, tanto dentro como fuera de España. Se reconoció su valor literario, su originalidad, su universalidad y su actualidad. Se publicaron numerosas ediciones, traducciones, estudios y comentarios sobre el libro. Se recuperaron las fotografías que Lorca había seleccionado para ilustrar el libro. Se le dedicaron homenajes, exposiciones, documentales y adaptaciones musicales. Se le consideró una de las obras maestras de la poesía española del siglo XX y una de las más influyentes en la poesía hispanoamericana.

La estancia de Lorca en Nueva York fue una experiencia decisiva para su obra poética, ya que le permitió ampliar sus horizontes creativos, experimentar con nuevas formas de expresión y denunciar las injusticias sociales que observaba en la ciudad. Según algunos expertos, Poeta en Nueva York es el libro más original, innovador y vanguardista de Lorca, y uno de los más importantes de la poesía española del siglo XX. Algunas de las características que reflejan la influencia de Nueva York en la obra de Lorca son:

El uso del surrealismo como método para crear imágenes sorprendentes, irracionales y simbólicas, que revelan el subconsciente del poeta y su visión crítica de la realidad. Lorca se inspiró en el movimiento surrealista francés, especialmente en André Breton y Paul Éluard, y también en el cineasta Luis Buñuel, con quien había colaborado en el guion de la película Un perro andaluz. El surrealismo le permitió expresar su angustia, su soledad, su deseo y su rebeldía ante el mundo moderno.

El contraste entre la naturaleza y la civilización, entre lo humano y lo mecánico, entre lo vivo y lo muerto. Lorca se sintió abrumado por la magnitud de los rascacielos, el ritmo frenético de la vida urbana, el consumismo, el materialismo y la violencia que dominaban la ciudad. Frente a ello, buscó refugio en la naturaleza, en los elementos primordiales como el agua, el fuego, la tierra y el aire, y en los seres marginados como los negros, los indios, los niños o los animales. Lorca denunció la deshumanización de la sociedad moderna y la alienación del individuo.

La incorporación de elementos culturales e históricos de Estados Unidos, especialmente relacionados con la situación de los afroamericanos. Lorca se interesó por la música, el baile, la religión y la literatura de los negros, y se solidarizó con su lucha por la libertad y la dignidad. Lorca también aludió a acontecimientos históricos como la guerra civil americana, el crack del 29 o el asesinato de Lincoln. Lorca mostró una visión crítica y comprometida con las causas sociales y humanas.

La ruptura con las formas tradicionales de la poesía española y la búsqueda de una nueva estética. Lorca abandonó el uso del verso regular y de las rimas consonantes o asonantes, y optó por el verso libre o el verso blanco. También renunció a las referencias culturales o literarias españolas, y se inspiró en autores como Walt Whitman o Edgar Allan Poe. Lorca creó un lenguaje poético propio, rico en metáforas, símbolos, contrastes y musicalidad. En conclusión, podemos decir que Nueva York fue una fuente de inspiración para Lorca, pero también un desafío y una provocación. Lorca supo transformar su experiencia personal en una obra universal, que refleja las contradicciones, los conflictos y las esperanzas del ser humano en el siglo XX.

Entradas creadas 302

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba