Hallelujah, de Leonard Cohen.

Aleluya, voz de júbilo, voz de agradecimiento, voz de alabanza y de paz… Aleluya, y la esperanza se hizo palabra, Dios está con nosotros… Aleluya, y un hombre la hizo canción para mayor gloria del amor.

¡Hola! Tras un tiempo de silencio, vuelvo a la revista para seguir contándoos cosas sobre la música y, en esta ocasión, voy a hacerlo con la canción Hallelujah (Aleluya), uno de esos temas que me atraparon desde el primero momento en que mi mente tuvo algún sentido musical y que conforman mi tesoro sonoro personal. Aleluya, palabra utilizada desde antiguo para alabar a Dios y que el mítico Rey David, enamorado de la hermosa Betsabé desde el instante en que la sorprendió bañándose en un tejado, como nos relata la Biblia (Samuel 2:11, en el Antiguo Testamento), utilizó para agradecer al Señor el que le hubiera permitido descubrir aquel acorde secreto con que poder seducir a su amada…

El poeta explica en qué consiste ese acorde a la persona amada, pero a ella no parece interesarle demasiado, aunque él recuerda que el propio Rey, aunque confundido, compuso ese agradecimiento… Aleluya

Por eso, Aleluya, palabra repetida veintisiete veces en la canción, transmite el desengaño del ser humano en su conflicto permanente para decidirse entre el deseo físico y su consecuencia espiritual, del que sale siempre derrotado por su incapacidad para conseguir plenamente alguno de ellos.

Now I've heard there was a secret chord
That David played, and it pleased the Lord
But you don't really care for music, do you?
It goes like this
The fourth, the fift
The minor fall, the major lift
The baffled king composing Hallelujah
He oído que hay un acorde secreto 
que David interpretaba y le agradaba al Señor.
Pero a ti, realmente, no te interesa la música, ¿verdad?
Era así como
la cuarta, la quinta,
cae la menor, asciende la mayor.
El Rey, confundido, estaba componiendo Aleluya.

La frustración no detiene al artista y la soledad, incluso, es un incentivo… el autor sigue, busca, persigue el hecho de la creación y por ello debe dar las gracias por el don concedido, porque en cada palabra puede encerrarse la luz si su fe es firme… En la siguiente estrofa se refiere otro ejemplo histórico de desengaño amoroso, el de Dalila y Sansón:

Your faith was strong but you needed proof
You saw her bathing on the roof
Her beauty and the moonlight overthrew her
She tied you
To a kitchen chair
She broke your throne,
and she cut your hair
And from your lips she drew the Hallelujah
Tu fe era fuerte, pero necesitabas una prueba.
La viste bañarse en el tejado
y su belleza, y el brillo de la luna, te superaron.
Te ató a la silla
de su cocina.
Rompió tu trono,
y cortó tu pelo.
Y de tus labios arrancó un aleluya.

En este poema se mezclan, sin pudor alguno, lo religioso y lo humano, la fe y la sexualidad, y su melodía roza los sentidos como lo harían los dedos de la arpista para conseguir las mejores notas escondidas en nuestros sentidos y en nuestras almas…

You say I took the name in vain
I don't even know the name
But if I did, well really, what's it to you?
There's a blaze of light
In every word
It doesn't matter which you heard
The holy or the broken Hallelujah
Dices que tomé su nombre en vano,
no conozco siquiera el nombre.
Pero si lo hice, bueno, realmente, ¿qué significa para tí?
Hay un resplandor de luz
en cada palabra.
No importa la que hayas oído,
la sagrada o la rota Aleluya.

En el fondo es una canción repleta de amargura, por el amor roto, por la traición, por el dolor… pero a pesar de derrumbarse nuestro castillo de naipes que es la esperanza, siempre queda esa palabra que encierra amaneceres, porque mientras hay vida, existe un mañana…

I did my best, it wasn't much
I couldn't feel, so I tried to touch
I've told the truth, I didn't come to fool you
And even though It all went wrong
I'll stand before the Lord of Song
With nothing on my tongue but Hallelujah
Hice lo mejor, no fue mucho.
No podía sentir, así que intenté tocar.
Había dicho la verdad, no te tomé el pelo,
y, aun así, todo salió mal.
Permaneceré ante la Canción del Señor,
sin nada en mi lengua más que Aleluya.

Escrita por el poeta, novelista y cantautor canadiense, Leonard Cohen, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011, fue publicada en diciembre de 1984 en su álbum Various Positions, sin embargo, en un principio pasó bastante desapercibida. Tendrían que llegar las versiones posteriores del cantautor galés John Cale, antiguo integrante de la banda neoyorquina Velvet Underground, en su álbum I’m your Fan, de 1991, y la del californiano Jeff Buckley, el cantautor trágicamente fallecido, quien en 1994 la incluyó en su disco Grace, llegando a ser considerada la mejor de todas las versiones. Actualmente se cuentan más de ochenta versiones de las que destacaré la utilizada en la banda sonora de la película de animación Shrek, realizada por el compositor neoyorkino Rufus Wainwright.

Y por hoy ya he concluido, solo me resta desearos mucha música en vuestras vidas. Hasta la próxima

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