Tengo en mi pecho un grito siempre puesto de pie.
Federico García Lorca
Federico no necesita presentación. Todo el mundo ha oído hablar de él. Y suele caer bien… Aunque aquella noche sin luna y con el viento agazapado en los olivos, se lo llevaron aquellos que temían lo sensible, aquellos que odiaban lo distinto, aquellos que despreciaban lo humano y que huían de lo verdadero. Se lo llevaron, muy machos con sus fusiles, patriotas de juguete con su odio y peleles de la oscuridad con sus uniformes de niños antiguos. Pero mientras Federico permanece vivo y joven y oliendo a rosas en los jardines de la popularidad, aquellos, engullidos por la muerte eterna, ganaron el olvido,
Federico no escribió muchos libros porque no le dejaron tiempo, pero sus poemas se multiplican cada vez que se recitan, en tantas bocas, en tantos labios, en tantos ojos, entre tanto, los personajes de sus obras, mujeres fuertes hechas con el barro de su tierra, siguen coleccionando primaveras.
Federico vino a nacer un 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, y lo fueron a matar un 16 de agosto de 1936 en Viznar, ambos pueblos granadinos. Querían callarlo, pero se les olvidó su voz: El maleficio de la mariposa, Libro de poemas, Canciones, María Pineda, Poema de cante jondo, Romancero gitano, Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, La casa de Bernarda Alba, Yerma, Bodas de sangre…
Romancero gitano fue publicado en 1928, aunque Federico había comenzado cuatro años antes a elaborarlo y, en este trabajo, fue trabando la tradición con la modernidad, lo popular con lo vanguardista, representando la eterna contrariedad de la vida en la figura de los gitanos con sus constantes conflictos entre la civilización y el primitivismo, entre la razón y el instinto, la individualidad frente al mundo, en una búsqueda anhelante de las raíces más ocultas.
Los dos temas más recurrentes de este poemario son el amor y la muerte, empleando una amplia gama de símbolos como: la luna, que representa, en algunos casos la muerte y, en otros, la petrificación; el viento aparece como el deseo erótico, el apetito masculino que quiere arrasarlo todo para conseguir el placer; sin embargo, cuando eso no ocurre, cuando la pasión se estanca, aparece el pozo, en el que no hay salida; el color verde es el color de lo prohibido y, por lo tanto, de lo deseado y, aunque a veces eso conduzca a la frustración, otras lo hace hacia la esperanza; el caballo es esa bestia desbocada que galopa hacia lo que añora, pero nunca lo alcanza, o el espejo, como metáfora del reflejo del mundo o del hogar en el que se desea reposar.
Dieciocho poemas componen el Romancero gitano, todos ellos con su musicalidad propia, algo que es natural en la poética de Lorca y por lo que muchos músicos los han versionado en canciones y con ellas has surgido la idea de este trabajo, tomando como base diferentes versiones musicadas de los mismos. Al ser un poco extenso, lo dividiremos en tres partes de seis poemas cada una. Para esta primera entrega utilizaremos las pinturas del pintor húngaro Szentandrássi István (1957 – 2020), quien realizó una serie de nueve cuadros dedicados a este poemario. Pero qué mejor que las propias palabras del poeta para hablarnos de su obra:
“El libro, en conjunto, aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía, y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal. Así pues, el libro es un retablo de la Andalucía, con gitanos, caballos, arcángeles, planetas, con su brisa judía, con su brisa romana, con ríos, con crímenes, con la nota vulgar del contrabandista, y la nota celeste de los niños desnudos de Córdoba que burlan a San Rafael. Un libro donde apenas si está expresada la Andalucía que se ve, pero donde está temblando la que no se ve. Y ahora lo voy a decir. Un libro antipintoresco, antifolklórico, antiflamenco. Donde no hay ni una chaquetilla corta ni un traje de torero, ni un sombrero plano ni una pandereta, donde las figuras sirven a fondos milenarios y donde no hay más que un solo personaje grande y oscuro como un cielo de estío, un solo personaje que es la Pena que se filtra en el tuétano de los huesos y en la savia de los árboles, y que no tiene nada que ver con la melancolía ni con la nostalgia ni con ninguna aflicción o dolencia de ánimo, que es un sentimiento más celeste que terrestre; pena andaluza que es una lucha de la inteligencia amorosa con el misterio que la rodea y no puede comprender.”
Romancero gitano se abre con este increíble «Romance de la luna». El astro se convierte en el protagonista de un poema que, como una puerta con inscripciones en sus bordes, nos invita a contemplar unos versos que recogen las líneas principales del poemario. La noche, como instante de contemplación, mística quizás, pero también de un dolor punzante sobre los que habitan una tierra observada por la Luna. Y este dolor se encarna en los gitanos: representantes de lo más humano, de lo más telúrico: del mundo real de una Andalucía que clama y reclama. La luna (la muerte), vestida de mujer, ha llegado hasta la fragua para llevarse al niño atrayéndolo con sus bailes y sus palabras
Sobre este poema destacaré tres versiones proponemos de este poema:
La primera corresponde al inolvidable cantaor gaditano de etnia gitana José Monje Cruz, mundialmente conocido como Camarón de la Isla, considerado como una de las mayores figuras del flamenco y quien revolucionó la tradición flamenca al darle un enfoque más contemporáneo. Camarón falleció el 2 de junio de 1992 a causa de un cáncer de pulmón. Romance de la Luna abre el disco Calle Real, de 2005, en el que colaboraron el legendario Paco de Lucía y una joven promesa llamado Tomatito.
La segunda, es de la cantante y compositora aragonesa, Carmen París, quien apareció en el mundillo artístico en el año 2002, fusionando el jazz con diversas representaciones del folclore español. Romance de la Luna es el cuarto tema de su disco Carmen y Sus Andanzas, aparecido en 2005.
La tercera pertenece a un compositor e intérprete nacido en Toulouse, Francia, en 1957, Vicente Pradal quien, gracias a su interés por los poetas en habla hispana, ha lanzado varios discos con poemas de Federico García Lorca. Esta versión de Romance de la Luna, Luna, en forma de bulería, pertenece al titulado Romancero Gitano, aparecido en 2005.
Preciosa y el aire es un poema que trata sobre la situación de la mujer como un ser cosificado y supeditado al disfrute del hombre. Ya en el título se mencionan los dos protagonistas: una niña gitana, Preciosa, quien viene tocando un pandero, y un personaje masculino representado por el viento. Ella es una bella muchacha que despierta deseos allá por donde pasa y él siente una gran atracción nada más verla y desea poseerla comenzando a perseguirla. Preciosa huye y el viento no logra alcanzarla.
El gallego Marcos Maril, aunque nacido en México, quien tiene una interesante trayectoria musical, pues tras su paso por los grupos Apenino y Dar Ful Ful, interpreta Preciosa y el aire, el que fue su segundo disco sencillo, lanzado en 2020, que formará parte de su primer larga duración en solitario, “15.11.18”.
Otra interesante versión pertenece a Vicente Pradal, ya comentado en el anterior romance y perteneciente al mismo disco lanzado en 2005.
Reyerta describe una pelea. Navajas, sangre, cuerpos que ruedan sin vida hacia la eternidad. Y, de nuevo, el espacio como un lugar donde habitan ángeles y seres humanos que mueren, que son asesinados. «Reyerta» es el poema de la violencia, pero de una violencia contada con unas palabras tan precisas, que Lorca imprime en el acto tan cruel un aura de extrema belleza. Una contradicción, sí, que, además, es atravesada por la presencia vigilante (y también violenta) de unos personajes que aparecerán también en otros poemas: la Guardia Civil.
José Manuel Ortega Heredia, conocido como Manzanita, fue un cantaor y guitarrista español, sobrino de Manolo Caracol, con varios discos de oro y una gran fama en el mundillo del flamenco.
Así mismo, de nuevo Vicente Pradal nos ofrece otra nueva versión de este poema de Lorca.
Romance sonámbulo quizás sea una de las composiciones lorquianas más conocidas. «Verde que te quiero verde» es el primer verso de un poema de nuevo con lunas, con heridas, con sangre, pero también con caballos que simbolizan la vida y el deseo, con flores de juventud y con un color que lo atraviesa todo: el verde, presente también en la Guardia Civil, que de nuevo aparece. La naturaleza presagia la tragedia: un jinete viene herido y pide cobijo a su compadre, que es el padre de la gitana muerta.
La primera de las cinco versiones que os ofrecemos sobre Romance sonámbulo la interpreta José Manuel Ortega Heredia, más conocido como Manzanita, uno de los grandes cantaores españoles, nacido en Madrid el 7 febrero de 1956 y fallecido en Málaga a la temprana edad de cuarenta y ocho años, era sobrino de Manolo Caracol y pupilo de Enrique Morente, por lo que se alimentó desde pequeño del espíritu del flamenco. Esta adaptación la estrenó dentro de su disco Poco Ruido y Mucho Duende, de 1978, donde aparece con el título de Verde.
En la siguiente versión lo vemos cantar esta misma canción a dueto con la famosa cantante madrileña Ana Belén, en un homenaje colectivo llevado a cabo el 25 de febrero de 1985, ofrecido al gran poeta granadino organizado por Televisión Española.
La tercera corresponde al actor, cantante y compositor independiente mexicano Daniel Tejeda, cuyo tema cierra el álbum del mismo nombre, Romance Sonámbulo, lanzado en 2018, basado, según sus propias palabras, en la literatura española romántica y surrealista.
La cuarta versión viene de la mano de una banda de rock uruguaya, Otro Tavella & Los embajadores del buen gusto, liderada por el músico, artista y escritor Santiago Tavella y cuyo disco promocional está todavía calentito ya que ha salido a la luz este mismo mes de febrero de 2021.
Y la quinta pertenece a la gaditana nacida en San Fernando, Amparo Lagares, quien la grabó junto con Pedro Peña y Mangu Díaz para la serie televisiva La casa de papel.
La monja gitana. Un nuevo personaje. Una monja. Gitana. Protagonista de una composición que reúne temas que siempre preocuparon a Lorca: la religión y lo característico de la tierra; dios y los gitanos; el cielo y la tierra; la eternidad y lo pasajero. La monja borda “flores de su fantasía“ anhelando libertad, pero siempre se resigna y vuelve a sus trabajos. En este poema se refleja la situación de la mujer, esclava de las convenciones a la que solo se le permite soñar.
Vicente Pradal vuelve a versionarnos otro poema de Lorca, perteneciente a su disco Romancero Gitano, en esta ocasión el valse La Monja Gitana.
Otra versión de este poema ha sido musicada por Vicente Monera.
La casada infiel es un romance sobre la relación que mantiene ignorante un hombre con una mujer casada. Pero también sobre el amor, o mejor, el desamor. La voz que habla en el poema no se postra ante los encantos de una mujer y nos hace reflexionar sobre el enfado del gitano al descubrir que no es mozuela y sentirse engañado, todo ello nos enfrenta a la moralidad de la época y, sobre todo, a los cánones que estaban marcados para el comportamiento femenino. Las referencias sexuales son muy explícitas.
Y para concluir escucharemos distintas versiones de La casada infiel.
La primera corresponde a Los Romeros de la Puebla, un grupo de sevillanas formado en 1968 encabezado por José Manuel Moya.
La segunda nos llega del disco Romancero Gitano, de Vicente Pradal, del cual ya hemos escuchado varios temas.
La versión del argentino Mario Álvarez Quiroga nos trae reminiscencias sudamericanas.
Mientras que un grupo de jóvenes, también argentinos (Ana Laura Maringer, Andrea Gallo, Anneris Escalada, Carla Gentile, Diego Peris, Gabriel Silva, Gisela Biscardi, Melina Cardoso), intérpretan el mismo poema al ritmo de un candombé durante el confinamiento de abril del pasado año.
Y cierra esta pequeña muestra el granadino Pepe Albaicín, cantaor gitano de gran prestigio en el mundo del flamenco.