Miquel Costa i Llobera

El 16 de octubre de 1922 moría el poeta mallorquín Miquel Costa i Llobera en la ciudad de Palma de Mallorca. Miquel había nacido en Pollença, una pequeña ciudad de la misma isla balear, en el año 1854. Aunque cursó la carrera eclesiástica y se doctoró en teología en la ciudad de Roma, su primera intención fue estudiar Derecho en Barcelona, carrera que nunca finalizó, aunque aquella época le sirvió para frecuentar varias tertulias literarias y hacerse amigo del pionero del Renacimiento Catalán, Antonio Rubió i Lluch, formándose, así mismo, en las culturas griega y latina. Se le considera una de las mayores representantes de la lírica mallorquina, reflejando en sus poemas, con su lenguaje sencillo y puro, los paisajes y luminosidad de la isla. Entre sus obras más conocidas podemos nombrar: Poesíes catalanes (1885), De l’agre de la terra (1897), Líriques (1899), Tradicions i fantasies (1903) y Horacianes (1906).

CALA GENTIL

Sobre la cinta de blanca arena,
que besa l’aigua de cèlic blau,
grans pins hi vessen a copa plena
olor de bàlsam, ombra serena,
remor suau...
Oh, dolç estatge de bellesa i pau!

Un aquí troba la llum més clara,
les colors vàries de to més viu;
pura delícia de tot s’hi empara,
i sol o lluna mostrant la cara,
tot hi somriu...
Oh, de mos càntics inefable niu!

Per puigs i serres s’acaramulla
frondós boscatge de verd etern,
que eixa floresta de vària fulla
la tardor trista mai la despulla,
ni el fred hivern...
Oh, Paradís que apar al món extern!

Si aquí s’acosta qualque mal dia
de nuvolades amb negre estol,
sols hi duu tendra melancolia,
com una verge sense alegria
que en pau es dol...
Oh, bon refugi de callat consol!

Aquí, ben jove, pensí abrigar-hi
un niu d’humana felicitat;
després de tomba vaig somiar-hi
a on tindria més solitari
repòs més grat...
Oh, lloc per vida i mort fantasiat!

És que en la calma de tals paratges
tan dolç és viure, veure i sentir,
i vora l’aigua de purs miratges
al ritme eòlic d’aquestes platges
tan dolç dormir!
Mes jo tal sort jamai dec posseir.

Què hi fa? D’aquesta cala opalina
prou el misteri n’hauré gustat,
mentre ara, a l’hora que el sol declina,
m’hi sent confondre dins la divina
serenitat...
Oh, dolç moment; oh, glop d’eternitat!
CALA GENTIL

Sobre la cinta de blanca arena,
que besa el agua de célico azul,
grandes pinos derraman a copa llena
olor a bálsamo, sombra serena,
rumor suave...
¡Oh, dulce estadía de belleza y paz!

Uno aquí encuentra la luz más clara,
los colores variados de tono más vivo;
pura delicia de todo se ampara,
y sol o luna mostrando la cara,
todo sonríe...
¡Oh, de mis cánticos inefable nido!

Por montes y sierras se acaricia
frondoso boscaje de verde eterno,
que esa floresta de variada hojarasca
el otoño triste nunca la despoja,
ni el frío invierno...
¡Oh, Paraíso apartado del mundo externo!

Si aquí se acerca cualquier mal día
de nublados con negra comitiva,
solo llevará tierna melancolía,
como una virgen sin alegría
que en paz se duele...
¡Oh, buen refugio de callado consuelo!

Aquí, muy joven, pensé abrigar
un nido de humana felicidad;
después de tumba hubo que soñar
donde tendría más solitario
reposo más grato...
¡Oh, lugar de vida y muerte fantasiado!

Es que en la calma de tales parajes
tan dulce es vivir, ver y sentir,
y cerca del agua de puros espejismos
al ritmo eólico de estas playas
tan dulce dormir!
Mas yo tal suerte jamás debo poseer.

¿Qué hace? De esta cala opalina
suficiente el misterio haber gustado,
mientras ahora, a la hora que el sol declina,
me siento confundir dentro de la divina
serenidad...
¡Oh, dulce momento!; ¡trago de eternidad!

Un artículo de Antonio Cruzans

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