A callarse, de Pablo Neruda

Es este un poema de Pablo Neruda, publicado en su libro Estravagario”, publicado en 1958, donde el poeta chileno reflexiona sobre el silencio y la quietud, imaginando que, tal vez, si consiguiéramos detener por un instante nuestro frenético impulso de hacer y decir, ese sería un instante de verdadera paz.

A CALLARSE

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.

Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.

Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en una inquietud instantánea.

Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.

Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.

No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.

Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.

Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.

¿Os imagináis que fuera posible?: “Ahora contaremos doce y nos quedamos todos quietos”. El mundo, libre de la delirante agitación de la humanidad, continuaría indiferente con su evolución vital, sufriendo simplemente los accidentes propios de su cambiante naturaleza. Durante ese breve tiempo ni un solo gramo de contaminación, ni un solo disparo, ni una sola agresión, ni un solo estruendo, ni una sola huella…

Nuestro planeta es enorme, aunque nuestro impetuoso movimiento lo ha empequeñecido. Hay en él recursos para todos, pero en pocas manos, y el resto se afanan por disputarse las sobras aceptando unas reglas de juego impuestas por un sistema ajeno. Simplemente por eso ya sería importante ese momento de silencio en el que poder reflexionar.

Reflexionar, palabra temida por quienes dominan. El pensamiento es peligroso para quienes tienen algo que perder. Para ello se apoyan en el chorro de palabras, imágenes, sonidos de los medios de comunicación. Esas fuentes constantes e infinitas de (dis)información que no nos dejan pensar, sólo absorber, tragar el escuálido maná que se nos envía en nuestro desierto existencial.

Pero Neruda no quiere que confundamos ese momento de quietud y silencio con la inacción de la muerte, sin embargo, ¿no es ella misma una amenaza cuando pretendemos llegar a acuerdos con las palabras? Por ello puede que no se tan descabellado pensar que no hacer nada se capaz de generar un cambio. Claro que esto es algo bastante utópico, pues en este no hacer nada tendría que participar hasta el último habitante del planeta y eso…

Hay tanto ruido en el mundo que es milagroso que no estemos todos sordos.

La poesía de Neruda tuvo sus periodos románticos y otros sociales, a estos últimos pertenece este poema, pero en todos ellos utiliza las cosas sencillas como elementos poéticos, intentando que todo fuese lo más natural posible para que la mayoría de sus lectores pudieran comprender sus creaciones, usando palabras que emocionaran y figuras retóricas enfocadas en temas populares.

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