Aurelia Castillo de González nacida en Camagüey, el 27 de enero de 1842, y fallecida en la misma ciudad el 6 de agosto de 1920, fue la mujer más destacada de las letras cubanas del siglo XIX. Expulsada de su país por orden de Valeriano Weyler, a su vuelta fundó la Academia Nacional de Artes y Letras de Cuba.
Hija de Ana Castillo y Don Pedro Castillo Betancourt, desde muy temprano demostró una gran afición por las letras, llegando a ser conocida como una de las periodistas más destacadas del siglo XIX. Estudió bajo la dirección de Don Fernando Betancourt, quien orientó sus primeros pasos hacia la literatura, sin embargo, tras la salida de la isla de su profesor a causa de motivos políticos, la niña se vio obligada a ser prácticamente autodidacta.
En 1874 contrajo matrimonio con Francisco González del Hoyo, teniente coronel del ejército español que simpatizaba con la causa mambisa. Al año de casada, González protesta contra el fusilamiento de los cubanos Antonio Luaces Iraola (doctor) y Miguel Acosta y es expulsado de Cuba, parte hacia España y Aurelia lo acompaña.
En España colaboró en las revistas: Cádiz, Crónica Meridional y El Eco de Asturias. Visitaron diversos países de Europa y América, viajes que ella aprovechó para escribir diversas crónicas, las cuales fueron muy celebradas por los lectores de la época.
En 1887, ya de nuevo en Cuba, comenzó a colaborar con la Revista Cubana, aunque pronto volvería a España, donde pasó una larga enfermedad. En 1895, enviudó y poco después tuvo que volver a salir de la Isla, en esa ocasión expulsada por el Capitán General español Valeriano Weyler, acusada de simpatizar con la causa del separatismo, residiendo en Barcelona hasta el final de la guerra cubana. A su vuelta fundó el asilo Huérfanas de la Patria.
Su obra abarca varios géneros y temas: poesías, fábulas, leyendas, crítica literaria, libros de viajes; realizó tareas de corresponsalía periodística, tradujo a grandes autores, participó de polémicas filosóficas y fue una insaciable escritora de cartas. Toda su obra fue reunida en seis volúmenes que aparecieron con el título de Escritos de Aurelia Castillo, entre 1913 y 1918.
Aurelia fue una defensora de los derechos de la mujer, abordando en sus escritos, por primera vez, la situación de la mujer negra y mulata.
Victoriosa ¡La bandera en el Morro! ¿No es un sueño? ¡La bandera en Palacio! ¿No es delirio? ¿Ceso del corazón el cruel martirio? ¿Realízose por fin el arduo empeño? ¡Muestra tu rostro juvenil, risueño, enciende, ¡oh Cuba! de tu Pascua el cirio, que surge tu bandera como un lirio, único en los colores y el diseño! Sus anchos pliegues el espacio libran Los mástiles que altivos se levantan, Los niños la conocen la adoran. ¡Y al solo verla nuestros cuerpos vibran! ¡Y solo al verla nuestros labios cantan! ¡Y solo al verla nuestros ojos lloran!
Un artículo de Antonio Cruzans