Gabriel Celaya, cuyo nombre completo era Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, creía que la poesía debería ser un instrumento transformador de la sociedad y no algo simplemente bello que se encerrase en sí misma. Debido a su compromiso con la realidad social que le rodeaba, Celaya llegó a ser un poeta destacado en la posguerra, gracias a su poesía comprometida y social, caracterizada por su búsqueda de aquellas sendas de pensamiento capaces de cambiar el mundo a través de la poesía. Algunas de sus obras más representativas incluyen: “Cantos Iberos” (1955), donde expresa su deseo de que la poesía esté al servicio de las mayorías. “Lo demás es silencio” (1952): donde claramente queda reflejado su obligación con la estética del compromiso. “Marea del silencio” (1935) y “La soledad cerrada” (1947), ambas obras de su primera etapa, de carácter más existencialista.