Distinto, de Juan Ramón Jiménez.

Tras leer la novela propuesta para esta ocasión, Viento del este, viento del oeste, de la autora norteamericana Pearl S. Buck, me ha quedado un cierto escozor al comprobar qué poco hemos evolucionado, aunque a primera vista no parezca tan evidente, a lo largo de la historia en relación con los prejuicios hacia las otras personas y, por ello, he considerado oportuno que el poema a comentar podría ser Distinto, de Juan Ramón Jiménez.

Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura 1956, partió al exilio en agosto de 1936 y murió en Puerto Rico en mayo de 1958 siendo todavía un expatriado. Su creación literaria dio comienzo en 1900, alcanzando su plenitud poética cincuenta años más tarde, lo curioso es que la mayor parte de los poemarios escritos entre 1936 y 1954 no pasaran por la imprenta hasta después de su muerte: En el otro costado en 1974, Dios deseado y deseante en 1964, De ríos que se van en 1974 y Una colina meridiana, gestado en su totalidad en Estados Unidos entre 1942 y 1950 y libro en el que aparece el poema que nos ocupa, fue editado en España en 2003 con prólogo de Alfonso Alegre Heitzmann.

El poema en sí es una elegía en memoria de la libertad, de la diversidad, del individualismo, caídos bajo la intransigencia, el odio y la majadería del pensamiento único. Aquella fue la época del auge del fascismo y la supremacía racial nazi, pero el tiempo ha pasado y el peligro persiste y se amplía por diversos frentes, por lo que, tristemente, el mensaje del poema está de plena actualidad. Veámoslo:

Lo querían matar 
los iguales 
porque era distinto.

Si veis un pájaro distinto, 
tiradlo; 
si veis un monte distinto, 
caedlo; 
si veis un camino distinto, 
cortadlo; 
si veis una rosa distinta, 
deshojadla; 
si veis un río distinto, 
cegadlo…; 
si veis un hombre distinto, 
matadlo.

¿Y el sol y la luna 
dando en lo distinto?, 
altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir 
distinto 
de lo distinto; 
lo que seas, que eres 
distinto 
(monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre…): 
si te descubren los iguales 
huye a mí, 
ven a mi ser, mi frente, mi corazón distinto.

No es un poema de difícil comprensión, sin embargo, el poeta ha utilizado diversos recursos para hacerlo más efectivo, sobre todo destacan las repeticiones y paralelismos machacones de la segunda estrofa que recuerdan a las consignas ideológicas proferidas y vociferadas por un crispado líder y coreadas por una masa de sumisos clones en cuyos cerebros se acuñan los mensajes de odio. Se repiten los elementos y los conceptos y, sobre todo, el adjetivo “distinto”.

El texto está dividido en tres partes que coinciden con las tres estrofas: en la primera (de los versos 1 a 3) Juan Ramón expone cuál era el problema con una sencillez rotunda que no admite interpretaciones: “Lo querían matar / los iguales / porque era distinto”. Y eso fue lo que les ocurrió a muchos hombres y mujeres durante aquellos tristes años de la atribulada historia de España: unos lo pudieron contar, pero otros no. Y es que el ser humano añora la esclavitud intelectual porque es más fácil que otros piensen por uno que hacerlo uno mismo con los quebraderos de cabeza que ello conlleva. Y de aquí surge el miedo a lo “distinto”, al “cambio”, a la “diversidad”… Sin embargo, la humanidad seguiría en la edad de piedra si no hubiesen aparecido pensamientos distintos, innovadores, revolucionarios… Los clones solo sirven para las cadenas de producción y para consumir en los centros comerciales. Y ahí es donde radica el problema, pues al poder, sea el que sea: político, religioso, económico, intelectual, etcétera, no le interesa el pensamiento individual, ya que es impredecible y muy poco manejable, sin embargo la masa, esa cantidad amorfa de seres vociferantes y obedientes, puede convertirse en un ejército eficaz con el ánimo, la vista y oído puestos únicamente en una meta: la consigna, como vemos en la segunda parte del poema, la irreflexiva (del verso 4 al 12). Pero todo da un giro en la tercera parte (del verso 13 al 24), la reflexiva, donde Juan Ramón se pregunta qué hay de igual entre la luz y la oscuridad, entre el día y la noche, entre el sol y la luna… Todo en el universo es distinto y por ello se complementa y la naturaleza puede funcionar. Y así, el poeta se propone como cobijo de lo distinto, no porque sea igual a él, sino porque es distinto.

El poema, como habréis podido comprobar, es de una sencillez aplastante, por lo que llega con facilidad y muestra el mensaje con claridad. Ello fue algo premeditado por Juan Ramón Jiménez quien, como muchos otros intelectuales, hombres y mujeres, no tuvieron otro remedio que dejar España para seguir con vida, tanto mental como física, simplemente por no compartir las mismas ideas de aquellos que ganaron la guerra. Eso fue en el siglo pasado, pero sigue repitiéndose constantemente en todo momento y en cualquier parte del planeta. Y no solo por cuestiones políticas, sino también por creencias religiosas, por tendencias sexuales, por el color de la piel, por nacionalidad, por el origen cultural, en fin, ¿para qué seguir? La capacidad del ser humano para encontrar motivos por los que odiar a quien no procede de su propio rebaño es infinita y, lamentablemente, los avances en los medios de comunicación, en vez de ser un canal para unir y educar en la convivencia, están siendo acaparados por aquellos grupos que fomentan y alientan la división y el enfrentamiento en beneficio de unos oscuros intereses que solo conocen las personas que pretenden dictar las normas, el resto de lacayos solo son meros instrumentos. Pero lo triste es que, a causa de esto, desde que la humanidad pulula sobre la litosfera, se han desencadenado miles de guerras a causa de este odio estéril con el resultado de cientos de millones de muertos, lo que nos lleva hacia un único destino: el día que un grupo de iguales consiga exterminar a todos sus diferentes, ellos mismos se autodestruirán por carecer de sentido sus vidas.

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