caen las sombras al lado de la luz como el día tras la noche como el trueno tras el rayo como tú y yo tras la esperanza
caen las hojas al lado del fango como los meses tras del año como la muerte tras la vida como tú y yo tras el tiempo
caen las olas al lado de las rocas como la arena tras el viento como la lágrima tras el dolor como tú y yo tras el consuelo
cae el ocaso al lado del amanecer como el otoño tras el verano como el caudal tras la corriente como tú y yo tras la realidad
cae el perdón al lado del pecado como la tierra tras el cielo como el cielo tras la tierra como tú y yo tras nuestra herida
me mira la noche con mira azul y puesta de olvido,
mientras la aldaba, con indiferencia, golpea el portal de todo lo que hoy no tiene sentido,
en mi lado los mismos vivos, quizá otros muertos, las mismas deudas, idénticos deudores,
abrazado amanecí a mil promesas, y dejé de cumplir novecientas noventa, y mirando la noche olvidé las otras diez…
¿qué me pasa? no lo sé… son días de borrasca, horas grises y yo de espaldas al tiempo,
apenas has venido y ya te marchas, te espero y ya te has ido
tu abrazo… abrazar el agua: frescura, alivio y al instante sed…
me mira la noche con mirada azul y puesta de olvido
A Miguel Hernández
Fue tu casa el cielo, techo de estrellas; tu vida la prosa, poesía tu sangre, glosa tu boca versos a borbotones, tu orgullo de Orihuela ser hijo y hermano de la libertad…
Corre el Segura arañando la tierra con trazo irregular, pero es tu pluma, tu verso y el sentir de tu pueblo, a su cauce tu palabra gloria le das.
Dime, Miguel, ¿qué hizo la infamia de la sinrazón con tu juventud?, ¿por qué la blanca paloma de la fácil prosa y bella métrica es cautiva de la mediocridad de injusta justicia? ¿Por qué tú? ¿Por qué, Miguel, si tu único delito fue cantar con bella lírica la amistad, el amor y la libertad?
Fue tu tierra, tu diosa y tu musa: rincones, carriles y veredas, acequias, senderos, huertas, la vega entera, policromía de flores y el efluvio del azahar, flor de libertad, y la mirada bruja de la huérfana, gracejo en el habla cuando dice, “te quiero”.
Dime, buen pastor, cuán bello es el cielo en su día y en su noche, que brote del hombre el poeta y esculpa palabras de esperanza. Dime, Miguel, dime lo qué sientes cuando la prosa a la mente añora y en la garganta se rompe, y esculpa palabras de vida, de gloria y de muerte en cuartetas y glosas.
Dime, Miguel, poeta de Orihuela, trovador del mundo, dime por qué encerraron al hombre entre rejas, se pudrió el cuerpo, se apagó la vida, pero se olvidaron de que Poesía es un invento de Dios.
Por poniente se precipita la tarde con cautela, por oriente se adelanta el aliento opaco de la noche, y en medio, el día, con resignación se apaga… uno más en el catálogo del tiempo.
En la distancia la veo llegar, en silencio, con misterio y miles de dudas, fiel a la cita, con la urgencia de lo inseparable, con la necesidad de una playa para las olas, de un trueno para el rayo, de una vida para la sangre… mi soledad.
Rosa púrpura.
Púrpura rosa. De un sueño de Dios nacida en el séptimo día como símbolo de amor, de junco fuerte y erguida cuando el cierzo besa tu corola de miel y seda, cuando el alba te cubre de perlas y la luz te descubre de cuarzo y plata.
Rosa púrpura. Púrpura rosa. El Creador temeroso y precavido con vestido de espinas como dardos defendió tu esbelto tallo, como símbolo de armonía nacida de un sueño de Dios.