Páginas de nuestra vida

Cuando los mortales comenzamos a escribir el complejo libro de nuestra existencia, debemos tener presente una importante regla: nada tiene que ver con el estilo, ni el formato, ni la caligrafía, pues todo es libre albedrío. Sabemos que las páginas del libro de nuestra vida estarán repletas de quimeras, encrucijadas, buena o mala suerte, amor, desamor, lágrimas, risas…

Por eso las páginas del ayer deben pasarse y dejar marchar, no debemos releerlas nunca, el pasado debe seguir su camino, hay que vivir las páginas que escribamos cada día, las del presente, las que nos hacen sentir cada instante, las que escribamos en el momento, las del día a día. Y las del mañana, las páginas del futuro, todavía no existen, están por escribir y sólo pertenecen al mundo de lo incierto…

CANTO AL AMOR

A veces pienso que eres hijo
de la ternura y del dolor,
parte de los cuatro elementos:
del aire, tierra, agua y del fuego.
Aire: viento, brisa,
tramontana o huracán.
Tierra: fértil o estéril.
Agua: incoloro, diáfano,
lluvia, nieve, remanso, río,
lago o mar bravío.
Fuego: volcán, crisol, llama eterna.

Puedes ser noche oscura y cerrada,
o día claro,
noche diáfana y estrellada,
o día nublado.
Eres primavera: resurrección, esplendor y triunfo.
Eres verano: secretos, ardor y pasión.
Eres otoño: lágrimas y recuerdos.
Eres invierno: frío y olvido.
Eres pecado, a la vez que virtud,
deseo y tentación, al final indulgencia y perdón.
Amanecer y ocaso.
Oración, canción, poesía, música, pintura,
inspiración, creación, lealtad y traición.
Eres risas y lágrimas, sueños y desvelos,
rosas y espinas, heno recién cortado,
compañero, amigo, enemigo,
corazón, latido,
palpitaciones, prisas, deseos,
utopías y requiebros.
Eres pronombre: Tú, Yo, Él.
Luz y vida en alumbramiento,
esperanza en el deseo.
No tienes tiempo, ni medida,
ni religión, ni sexo, ni ley,
y tuyo es el firmamento.
Eres rima, verso, prosa, adagio,
squerzo, abrazo, beso,
melancolía, guiño, risa,
carcajada, balbuceos, señal
o, simplemente, sólo miradas.
Por ti ha brillado el acero cortando el viento
y abrasando el veneno la garganta,
por ti la vida era menester, y la muerte
por ti la única esperanza,
en lances de honor en defensa de tu honra.
Y es que eres hijo de la ternura
y del dolor,
fuiste y eres verbo.
Hijo de la ternura y del dolor,
fuiste el argumento
de la misma Creación.
Silogismo de la vida y pretexto
a para la muerte,
por ti el hombre vive y por ti muere.
Hijo de la ternura y del dolor,
déjame decir tu nombre:
Amor.
El sofocante calor amaina 
y va siendo un recuerdo.
El termómetro recupera
todos sus valores y sus razones.
La mar vuelve a su normal vaivén, tranquilas y solas
unas olas van y otras vienen.

Sobre la arena de la playa quedan escritos
los últimos deseos del verano,
iniciales con una fecha,
algún “no te olvidaré”
algún “te quiero”.

Acorta el tiempo la tarde,
quiere ver pronto el semblante de la noche.
Las estrellas quietas, titilando, esperan en su sitio
y la luna pasea por donde siempre.

Como aves migratorias,
los deseos siguen a las estaciones,
y el amor, curioso, se va amoldando al otoño
en sus cortos atardeceres y lánguido amanecer.
DIVERTIMENTO GRAMATICAL

a, e, i, o, u,
cinco sencillas vocales
como una escala musical.

a, e, i, o, u,
sin ellas no podríamos
decir ni “mu”.

a, e, i, o, u,
ni tu nombre, ni beso,
ni deseo, ni amor, ni decir te quiero.

a, e, i, o, u,
importantes y sencillas, cinco…
ves, lo sencillo siempre es grande.

a, e, i, o, u,
solas, una detrás de otra
cinco vocales, con sus hermanas,
las consonantes,
que el destino ha hecho inseparables,
juntas forman oraciones, frases,
y montón de cosas más.

a, e, i, o, u,
la a es una señora,
la e es un bebé,
la i es ideal,
la o es la oronda del grupo,
la u la última del club.
UNA NOCHE FRÍA

Fría como la noche es la ausencia,
en el cielo solitaria la luna roza tu ventana.

La oscuridad juega a esconder quimeras,
la soledad solitaria se arrastra por vacías calles.
Noctámbulas almas perdidas,
el silencio guía su presencia,
la madrugada cuelga el cartel de “Completo”.

De sueños bajan del cielo lluvias
en busca de sus dueños;
estoy despierto;
ando perdido pensando contigo,
para ti escribiendo estoy…
mientras la noche fría
y la solitaria luna rozan tu ventana,
sobre la mesa, las blancas hojas,
silenciosos testigos de tal andadura nocturna,
esperan que sobre ellas mi pluma
comience a deslizarse como ágil patinador,
y trace surcos de caligrafía,
para dejar constancia de todo lo que por ti siento…

Fría como la noche es la ausencia,
en el cielo solitaria la luna roza tu ventana.
PARA TENORIO

Cuando llega el primero de noviembre, por tradición, en muchos escenarios españoles se representa la inmortal obra de José Zoeeilla, “Don Juan Tenorio”, escrita en 1844.
No podía terminar este octubre particular sin un homenaje a ese personaje de ficción que, a pesar de ser un pendenciero, de rápido acero, arrogante, burlador y una gran cantidad de descalificativos más en su contra, no deja de haber en él un lado inocente, en el que fue un poco víctima, ya que su propia altanería le llevó a cometer esos errores en los cuales, su conciencia jamás hubiera participado y, al mismo tiempo, no dejó de ser un romántico y empedernido enamorado, por lo que en su oscuro fondo maligno aún brillaba una débil luz de sentimientos.
Seguidamente ofrezco mi particular, atrevido y humilde homenaje a Don Juan Tenorio, “va por vos”…

- I –

En arrogancia
no hay quien le alcance;
el engaño
su pretexto y su mejor lance;
en esgrima
mejor maestro,
ataja por el diestro
y remata al ambidiestro;
caballero, ateo, soldado,
jugador, truhan, bebedor,
así nació, vivió y murió,
con más pena que honor.
Perdonado por Dios
en su misericordia el burlador,
nadie había dado tanto amor
a Inés ni más notorio
que Don Juan Tenorio.

- II –

Si no os quisiera
como os quiero
y más quisiera yo
que quereros todavía
mucho más.

Que apenas valdría haber nacido,
ni el tiempo que llevo vivido,
si no fuera por toda esta vida queriéndoos
como os he querido.
Quiero seguir viviendo para no dejar de quereos.
¡Ay! Tiempo, tiempo, si tienes que llevarte algo
llévate mi ego, mi desdén y mi miedo,
pero no lo que más quiero.

Si no os quisiera
como os quiero
y más quisiera yo
que quereros todavía
mucho más.


- III –

No me miréis con dolor
cuando al cielo
mi rencor yo clamo;
ni siquiera juzguéis
mi quebranto,
mi mal y mi llanto,
pues no entiendo
dónde guarda Dios
mis plegarias,
todas las que al cielo mando
para rogar por vos.
¿Qué muro impenetrable
se interpone entre mi sufrimiento
y el Padre Redentor?
¿Qué no ve cómo yo muero
viendo cómo se apaga
día a día la luz?...
¿Esa luz que habita en vos?
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