Salí…

(…) quisiera recorrer con mis manos el continente de tu cuerpo… sin escalas, de Norte a Sur, de Este a Oeste, hasta el centro del meridiano de tu boca, (…)

A ti, esposa, 
quisiera recorrer con mis manos
el continente de tu cuerpo…
sin escalas, de Norte a Sur, de Este a Oeste,
hasta el centro del meridiano de tu boca,
y depositar, como estandarte, un beso,
señal de la llegada de mis deseos
hasta la rendición del baluarte
de tu corazón…

De ti, esposa,
quisiera que rompieras con la espuma de tus olas
el rompiente de la costa de mis sentidos,
con la marea de tu misterio y la profundidad
de tu mirada, aliada de las palabras
que rezuman en mi mente como borbotones
de un surtidor de caudal inagotable,
de frases portadoras de millones de gotas
salpicadas de amor…

Por ti, esposa,
solo luz,
solo luz de tus ojos quiero,
solo tu aliento,
solo tu aliento respirar quiero,
solo tu voz,
solo tu voz escuchar quiero,
solo el día solo la noche,
solo el día y la noche estar junto a ti quiero,
solo tú,
solo tú…
vida mía…
Una noche 
quise alcanzar la luna,
pensando que cerca la tenía,
después coger una estrella,
más lejos estaba todavía,
llegó el día y quise al sol
cambiar su curso,
parar las mareas y los vientos,
trocar las estaciones
y mover las montañas,
quise jugar con la vida
desafiando las leyes perfectas,
sin saber si Dios me veía,
pues nunca pensé en su existencia.
Ignorando siempre la ley natural
y cabalgando sobre la suerte,
una noche
quise alcanzar la luna…
sin saber quién inventó la muerte…
Contemplo desde mi ventana, 
acompañado por este mes de abril,
cómo un transparente y huidizo viento
mueve las ramas de los árboles
y sus hojas en un continuo revuelo
casi jocoso, pues este no es viento de otoño.

Viento y hojas,
hojas y viento,
días y tiempo,
hojas como días y viento como tiempo
que los días zarandea, agita, estremece
y, al final, se lleva, como viento de otoño.

Mes de abril
con amaneceres ámbar en cielo añil,
y la mañana y la tarde pactan
para que la noche llegue, cada día,
un minuto más tarde.

Mes de abril
dulce y gentil como un canto celeste,
vestido de ángel,
de lluvias mil,
con regalos como tú que naciste
en abril.
Amaos los unos a los otros…” Sin duda, bellas palabras, aunque muchos las oyeron y pocos entendieron lo que aquel loco nazareno pretendía decir: 

“Amaos” … ¿Cómo no ha de ser locura la de aquel que se dejó crucificar por amor?... Bendita locura…

“Amaos” … ¿Qué nos quiso decir?... ¿Tal vez que el hombre, a parte de sus cinco sentidos naturales, también puede desarrollar un sexto?... ¿el del amor?...

“Amaos” … ¿Un sexto sentido que es el centro de todo?...

Con los ojos expresamos la verdad de nuestros sentimientos …
Con la piel percibimos el calor de su cuerpo y el fuego de nuestro deseo…
Con el aire penetra en nosotros el aroma de su recuerdo…
Con la boca percibimos el sabor sus labios…
Con el oído nos arrullamos bajo el susurro de un “te quiero” …

“Amaos” … Liberad todas las emociones, dejaos iluminar por el amor, aprended el gran valor de este sexto sentido.

“Amaos” … Dejaos llevar por este caudal inmenso y bello, sin límites, con la única razón de los sentidos en perfecto equilibrio entre la mente y el corazón.

“Amaos” … Encontrad vuestra armonía en los pequeños destellos de felicidad, en esas gotas de vida henchidas de sentido…

“Amaos” …
Salí a contemplar la tarde 
y ya no estaba.
Me dicen que se fue,
la convenció el día,
se fue y no me dijo si iba a volver.
Yo no la espero,
pues es como todas las tardes
de mis días,
vienen y se van.
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